Este año y medio de convalecencia, hecha bicho bola en casa, aprendiendo del dolor, me ha permitido mucha reflexión. Muy profunda.
Cuando la vida te obliga a frenar, a parar en seco, a ser resiliente, a combatir y enfrentarte a todos tus fantasmas que hacen fila para hablarte, día a día, hay una pregunta master que suena estridente en el silencio y deja muchos ecos: ¿Quién soy y cuál es mi propósito en la vida?
Es una pregunta tremenda, en mi meridiano de camino, en mi momento más vulnerable, blandita, herida, y en el silencio de la soledad más absoluta que suena tan estridente, me produce tal inquietud que me sumerjo de lleno en lecturas, investigaciones, videos, conocimiento de nuevas herramientas, indagaciones, reflexiones y un sin fin de cosas que me permitan darme respuestas. Me cuesta mucho concentrarme, el dolor hace mucho ruido, me encuentro mal, muy mal, pero he de seguir viviendo y he de buscar la forma de hacerlo en equilibrio con mi nueva realidad, y con la mayor dignidad posible.
Para ello, hay una pregunta muy intensa que rige mi investigación: si tú fueras amor ¿qué dirías? ¿Qué harías? ¿Qué decidirías?
Porque haga lo que haga, quiero siempre hacerlo desde el amor, no desde el ego u otros aspectos, sino desde los valores y principios que rigen el amor.
Lo cierto es que flaqueo muchos días, es tremendo vivir en el dolor, pero trato de conversar con mis pensamientos y sumergirme en los que son positivos, porque trato de reconstruirme en mi mejor versión, que solamente incluya belleza y buenos sentimientos, que se disipe la oscuridad de mi experiencia y se transforme en serenidad y aceptación, en paz, y en amor.
Y para poder producir amor, todo comienza por una misma y el amor propio. Por ello, tras esta poda que ha hecho mi salud en mi, me siento injertada y quiero que lo que resulte de mi nueva yo sea un nuevo brote vital, lleno de flores, y que de frutos reforzados y mucho más jugosos, sabrosos y bellos.
Soy consciente de que me queda un largo camino aun, dificilísimo, duro, atroz, pero lo único que puedo hacer dentro de mis limitaciones es pensar y positivizar mis pensamientos, y transformar mis emociones en belleza. No puedo ni quiero dejar que el agotamiento y la oscuridad sean latentes en mi nueva proyección.
Mi manera de expresarme tiene tres fortalezas muy puras y notorias en mi desde siempre: mi creatividad, mi sentido del humor y mi escritura. Son mis armas y mis armaduras en toda esta gran batalla que es la vida.
Dentro de mi dolor he creado un alter ego que es mi voz y me permite expresarme, se llama Pelusa, y es un reflejo de mi misma y de cómo me siento. Pelusa no tiene boca porque está en un momento de observación y de constante reflexión. Pelusa es mi niña interior, pero piensa en adulto, se ríe de la vida y sus durezas, es tierna y se mueve en un entorno bonito y de colores suaves, tiene el pelo alborotado porque todo lo que merece la pena en la vida, despeina, tiene su pronunciado sentido del humor ácido e inteligente, y va acompañada de su mariposa Berta. Berta representa a toda la red segura de apoyo que me acompaña en mi proceso de recuperación y resiliencia, es su metamorfosis y su conciencia.
No sé cuando podré volver a funcionar, ni cómo podré hacerlo. No sé cómo seguir sacando fuerzas para combatir con el dolor, con la atrofia, con la espesura, con las limitaciones, con los efectos secundarios, con la autoestima…
Ojalá pudiera volver a sentirme bien, dejar de sufrir, pero esta es mi realidad y he dejar tratar de transformarla en aprendizaje y en aceptación, e intentar crear cosas bonitas con estas nuevas herramientas que estoy aprendiendo.
Quiero volver a estar serena, estoy muy cansada, agotada, pero no derrotada.
Quiero vivir.
Mi propósito en la vida, desde el amor:
Soy Marta Bonet, una comunicadora inquieta que siempre ha unido pasión y estrategia. Tras años en hoteles y restaurantes, lancé Pepper Mallorca, la burrita embajadora de destino en un agroturismo de Mallorca. Su campaña se convirtió en caso de éxito mundial, catalogada entre las diez campañas de comunicación más influyentes del sector Turismo. Ese hito me llevó a fundar Rebuzzna Comunicación, a impartir conferencias, formaciones, liderar cientos de proyectos, y a crear el primer posgrado en comunicación digital de la UIB (Universidad de las Islas Baleares).
Después de un periodo de salud largo y difícilque me obligó a detenerme, quiero regresar serena y renovada, con la coherencia como mantra: sentir, pensar, comunicar y hacer van de la mano. No estoy recuperada ni activa todavía: el dolor es latente, y vivo en un compendio de tratamientos físicos, mentales, emocionales y médicos. Aún no estoy lista para volver a la batalla, pero sí para la reflexión sobre mi reconstrucción. Soy Ave Fénix.
Necesito un tiempo más y no sé cuánto ni en qué condiciones podré regresar a mi vida. De hecho, no se si podré hcerlo. No sé cómo valdré ni cómo continuaré, no sé cómo hacerlo con dolor crónico y con tods mis secuelas. Pero sé que lucho como una guerrera, cad día, y que buscaré la forma de ser fiel a mis principios, valores y a mi nueva realidad, con dignidad. Y volveré a crear. Porque soy creativa, y eso es un sello que me define.
Mi propósito no está escrito en la vida laboral ni en el DNI, aunque esos papeles muestren las huellas de lo mucho que ya he caminado. Lo que en ellos se repite es una constante: emprender, crear, comunicar, dar forma a ideas y convertirlas en belleza.
He abierto hoteles y agencias, he creado y dirigido cientos de proyectos, fundaciones, eventos y personajes; he imaginado tantas cosas que después hice tangibles… Siempre con pasión, con esa mezcla de creatividad y servicio a los demás. Y ahora, en este momento más lento y frágil, siento que mi propósito ya no es solo hacer, sino también ser: reconstruirme, aprender a sostener el dolor, dar voz a mi resiliencia y compartir lo aprendido.
Dicho de otro modo: mi propósito es transformar experiencias —las mías y las de mi tierra— en historias, proyectos y comunidades que inspiren, ilusionen y emocionen. A veces desde la empresa, a veces desde lo poético, a veces desde lo cotidiano, a veces a través de algún personaje.
La pasión sigue siendo mi ingrediente principal, y la comunicación, el eje de todo. La escritura es mi esencia, la creatividad mi gasolina.
Ahora soy una pelusilla, un pajarillo con las plumas mojadas, aprendo paciencia con óxido en la armadura. No estoy rota, estoy injertada, el dolor hizo poda y ahora todo lo que brota es nuevo y esencial. La herida me hace crecer, y volveré con una nueva mejor versión de mi misma.
Ayer empecé yoga terapéutico guiado por Alberto, mi fisio, y por Leyre, mi maestra en este nuevo camino. Entro con pies de respeto, principalmente por eso, por ellos.
Soy muy escéptica a todo el mundo yogui occidental, la verdad, porque creo que no es cosa de broma, y que el yoga engloba una cultura, una filosofía de vida, ancestral, de tierras lejanas, de culturas sabias, y pienso honestamente que lo hemos acogido sin ningún conocimiento ni historia, sin trayectoria ni entendimiento, sin respeto, y lo hemos banalizado y degradado a un ámbito superficial y mundano, cuando es todo lo contrario.
Desconfío del “yogui de escaparate”:el yoga no es una coreografía con leggins, es un linaje, filosofía, disciplina, siglos, humildad, sabiduría …
Yo lo miro sin prisa, con hambre de aprender y con la humildad de quien no sabe nada.
En general tengo mucho respeto a lo desconocido, a lo que no se, y especialmente cuando es algo que tiene milenios de historia y cultura, y que engloba tanta importancia incluso ancestral, antropológica, lejana…
Dicho esto, mi momento es muy delicado y como sabéis, sufro, y mi presente es frágil y ruidoso. Convivo con el dolor .
Absorbo conocimientos saludables ajenos para mi transición y aceptación de mi nueva realidad con el dolor crónico. Me abro a remedios y costumbres para configurar un nuevo camino saludable. Me he rodeado de especialistas en salud, profesionales, recojo herramientas, y todos, me han recomendado está práctica para cuerpo, mente, emociones.
Necesito trabajar mi flexibilidad tras año y medio de quietud forzada y sedentarismo obligado, necesito aprender a respirar y buscar la paz interior, necesito almacenar nuevos conocimientos sobre mi misma, mi equilibrio, mi escucha interior, aprender la gramática de mi cuerpo: pausa, escucha, medida. Debo convivir con la gestión de mi dolor, mis emociones, mi psicología, mi calma… y el yoga terapéutico puede ayudarme en mi proceso, un gesto bien hecho, un músculo que despierta, un hilo de aire que me cose por dentro…
Obviamente con una maestra formada, desde el conocimiento, la sensibilidad, profesional, capaz, y que tiene muchos años de práctica, credenciales y aprendizaje, trayectoria de humildad, y que vive en esta filosofía en cada poro de si misma y de su vida.
Ayer comencé mi primera práctica, de su mano, y me sentí tan abrumada de mi misma, de mi proceso, de un silencio muy sonoro con un eco que solamente escuchaba yo y que me decía “tu puedes”, que rompí a llorar profundamente. No de derrota, sino de desarme.
Me desnudé por dentro y me quedé sola entre la demás gente, con silencio estridente, y con una voz dentro de mi que susurraba “enfréntate a tus miedos” que dejaba un halo de eco “miedos… miedos… miedos…” y es que mis miedos son muchos, son grandes, poderosos, son imponentes, crueles, pero yo, yo soy más fuerte.
Hoy me pesan especialmente las cervicales como si cargaran la tristeza del mundo. He dormido fatal.
Vi la noticia de Irina y no se me borra de la cabeza ese vagón lleno de cuerpos presentes y almas ausentes.
Tantos ojos abiertos, tantas manos completas, y ni una se tendió, ni una la asistió, y no lo entiendo. El silencio se volvió verdugo, y esa piedra muda cayó sobre su último aliento y su mirada asustada. No sé por qué me afecta, pero me afecta. Casi puedo sentir lo que sintió ella en esos terribles minutos.
Se nos llena la boca de discursos solemnes: Gaza, la paz mundial, el cambio climático…Pero la humanidad no se mide en pancartas, banderas en los balcones, ni en titulares, sino en la reacción mínima ante un grito que se apaga. Simplemente mínima humanidad, empatía, reacción aunque fuera por impulso, que yo consideraría inevitable, incluso involuntaria, como cuando te golpean la rodilla y esta se agita. Por defecto, mínimo, por diferenciar al ser humano de las bestias en el ciclo de la vida.
Y ahí, en ese vagón, no hubo nada. Ni un gesto, ni una grieta de compasión. Solo un vacío que hiela. Sólo la nada contra la que combatía Atreyu.
Me asusta pensar que no hacen falta guerras nucleares ni meteoritos para acabar con nosotros. No pereceremos por el cambio climático: nos bastará con la erosión moral, con el hábito de no mirar, de no sentir, de no escuchar….
Mirad el mundo, más allá de Gaza y de vuestras narices, mirad los gestos cotidianos de las personas en el autobús cuando no ceden el asiento a un anciano, mirad las caras de sorpresa cuando entras en un comercio y das los buenos días, observad la basura en las calles, sed conscientes de todos los trucos de ilusionismo que nos desvían la atención cada día y nos segregan…
La autodestrucción viaja sentada a nuestro lado,camuflada entre pantallas y prisas, y nosotros seguimos fingiendo que no la vemos.
Yo no sé adaptarme a ese gris. Yo no soy gris, quizá soy Momo.
Soy torpe para la indiferencia; me atraviesa como viento en puertas mal cerradas.
Dicen que los altamente sensibles sentimos todo multiplicado, pero ¿no debería ser esa la medida de lo humano? Duele… duele todo… vemos lo que los demás no ven, observamos todo, pequeños detalles, momentos, instantes, miradas, gestos, como Irina, como el gesto en sus ojos que decían: no entiendo nada. Vivimos constantemente en una dimensión diferente, como más intensa, no lo se explicar, y duele constantemente.
De hecho ¿No es más extraño lo contrario: ese entumecimiento que convierte a los vivos en estatuas, en seres inertes que traicionan la naturaleza humana con cada pincelada gris de incivismo, con cada ataque a los valores humanos, a los derechos humanos, al amor? ¿No es eso sentido común?
Por eso insisto en pintar colores. Con palabras, con ternura, con la obstinación de quien sabe que un solo trazo puede rescatar un paisaje. Con lo que puedo.
No sé si sirve, no sé si inspira, si ayuda a alguien, si merece la pena, pero me niego a entregar la paleta al gris.
Escribo para recordarle al mundo que aún respira, para encender una llamita aunque el viento sople con furia. Escribo porque es mi manera de pintar colores y que alguno sobresalga. Escribo porque en esta guerra, soy la resistencia.
Quizá nadie vea mi lucecita o mis colores, o quizá alguien la encuentre en su propio vagón oscuro y le ilumine el camino.
Y entonces, aunque sea solo por una persona, habrá valido la pena.
Desde que me operaron por segunda vez hace dos abriles, hace ya un año y medio que parece un siglo (o al menos un montón de días grises), me he convertido en una especie de guerrera, armada con la paciencia que no tenía, con un arsenal de medicamentos y escudada con mi sentido del humor que, aunque a veces se tambalea, sigue latente.
El “cortisona, morfinas, antiinflamatorios y lyrica’s party” con los que he lidiado tantos meses me han regalado muchas secuelas físicas, psíquicas, emocionales complicadas. Inflada, con el lado derecho del cuerpo paralizado y muy dolorido, el sistema nervioso atrofiado, sin apenas dormir un par de horas seguidas desde hace año y medio, con el cabello sin mis rizos habituales, las uñas no crecen, la piel es trágica, las emociones nubladas, estoy espesa en pensamientos y movimientos… La autoestima, claro, a veces se resiente, porque ya sabéis que una es coqueta y le gusta verse bonita y también fuerte, pero aquí estoy, cada día sobre las ocho de la mañana, discutiendo con el ejercicio físico y hablando con los pajaritos, algo que en mi vida hubiera imaginado, pero que ahora es parte de mi nueva normalidad, y dejándome cuidar aparcando la fortaleza a un ladito, por segunda vez.
Mi fisioterapeuta se ha convertido en mi cómplice de batallas, mi mejor aliado y mi maestro, dirigiendo mis movimientos, enseñándome a convivir con este cuerpo que me parece ajeno, feo, desgastado, cruel y muy cansado y también cuento con especialistas aliados en esta travesía emocional. La resiliencia es ahora mi bandera, y aunque me cueste mucho hacerlo, comparto este video, donde no me siento en mi mejor versión física, incluso me doy vergüenza, pero quiero que se vea mi realidad, esa lucha diaria, esa transformación, ese camino de intentar volver a ser yo, o al menos la mejor versión posible de esta nueva yo. Porque en realidad llevo cinco años luchando (una operación en 2019 y la segunda en 2024), y enfrentando a todo tipo de demonios, y trato de hacerlo con una sonrisa.
Sigo de baja desde hace año y medio, ausente, sin saber qué me depara el futuro, con terrible dolor crónico que se ha vuelto mi sombra, pero con la esperanza de que, con cada pequeño esfuerzo, con cada mañana de ejercicio, con cada sesión de fisio, con cada palabra de aliento, con cada pensamiento bonito, con cada pequeña creatividad, estoy, de alguna manera, moldeando una nueva Marta, más fuerte, más valiente y, sin duda, más auténtica y bonita. Todo es aprendizaje, muchas veces duro, pero las cosas pasan por algo. La semana pasada me volvieron a hacer muchas pruebas, un nuevo neurocirujano, pruebas dolorosas y complicadas para tratar de valorar los daños pasajeros y permanentes. Tengo miedo, pero afrontaré los resultados.
Mi vida de antes se ha quebrado, se ha roto, he dejado de ser “útil” para la sociedad, pero no es importante. Es pasado, y, de hecho, no lo quiero, no quiero volver a aquel ritmo, a algunas de aquellas personas, ni a aquella vida. Lo realmente relevante es conservar mi esencia y potenciar una nueva versión de mi misma, con una utilidad diferente y aferrada a mis principios y valores, a mi paz, a la humildad que me provee mi situación, y al amor de mi entorno de aquellas personas que han querido acompañarme porque para ellos no es relevante cuán útil soy, sino mi persona con total profundidad, solidaridad, y empatía incluso en mis peores momentos y versión, y la fe en que volveré a resurgir, la fe en mi. Yo comparto esa misma fe, aunque esté cansada, agotada , aunque el camino sea complicado y duro y a veces flaquee, pero lucho cada día por remontar, y lo haré. Gracias por acompañarme, por esperarme, por confiar en mi, por quererme, por apoyarme, por valorarme, por respetarme… Gracias vida por ponerme a prueba, cada día la supero un poquito más buscando esas caricias que me motivan a continuar la tremenda lucha. Tendemos a preocuparnos y no ocuparnos, a no vivir en presencia cada instante, a desaprovechar y malgastar el amor, tendemos a ser idiotas, pero en una fracción de segundo puede cambiar todo, y lo único que prevalece, es la propia esencia y el amor en todas sus versiones. Es lo único que importa, es la única impronta que anhelo dejar en este mundo: haber funcionado siempre en base al eje del amor (propio y ajeno). Lo demás, es irrelevante. Aunque exhausta seguiré batallando porque soy una guerrera, pero aún me queda un ratito más…
Os echo de menos, disculpad mi ausencia, pero a veces es tremendamente importante la introspección. A veces no es momento de volar, sino de coger impulso en silencio…
Ya vamos hacia un año y tres meses de tortura. Un largo periodo en el que el sufrimiento es latente desde muchos (o todos) los aspectos de mi vida: el dolor rige, la paralización, la autoestima, el amor propio, la perspectiva, el miedo, la tristeza, la soledad, la debilidad, la profesionalidad, la vulnerabilidad, el amor… todo duele.
No obstante, trato de ser todo lo positiva que que puedo, pues soy consciente de que la actitud es más de la mitad del proceso, aunque es muy difícil. Tengo el ánimo muy cansado, exhausto, y libro una batalla interior que nadie comprende, desde hace ya 5 años.
Haciendo acopio de todas las armas con las que cuento para luchar en esta revuelta, voy a escribir una lista. Escribir me reconforta ( y contabiliza como una de las fortalezas de mi arsenal). Hacer una lista por escrito es una manera de coger fuerza.
Vamos allá:
Expresarme ( siempre me he apoyado en la comunicación, como persona y como profesional, explicar, conversar, escribir, orar … la comunicación en todas sus vías. Bien es cierto que estoy en silencio desde hace meses, en silencio digital y público, sigo comunicando de forma íntima, escribo; comunico con mi gente (la que está, la que me apoya); y voy al psicólogo para expresar y vomitar mi dolor también y aprender de nuevos recursos para continuar la lucha)
Rodearme de personas vitamina y de buenos profesionales (a pesar de tener una vida solitaria y no compartirla actualmente con nadie, si que me apoyo en personas de mi entorno personal y también estoy formando una red de profesionales (médica, fisio, psicóloga, traumatólogo…) que me ofrecen recursos y herramientas. Me nutro del amor y el cariño de los familiares y amigos que han decidido estar, acompañarme, cada uno a su manera y todas ellas, bellas. Me nutro de consejos profesionales y apoyo, herramientas y medicinas morales y físicas de mis médicos, terapeutas y profesionales de la salud, con la experiencia para acompañarme en mi nueva realidad y su dureza: el dolor crónico)
La creatividad la tengo bastante dormida, no tengo fuerzas, pero en realidad siempre ha sido mi gasolina y me hace falta. Trato de pensar y hacer cositas creativas que me vayan despertando, que me ilusionen, y es posible que cuando pueda retomar mi vida en la medida que sea, alguna de estas ideas cobre vida y me ayude con mi nuevo camino.
Cada día trato de tener rutinas y cambio de hábitos que me templen y me muestren un equilibrio, un eje, para no caer en la depresión, la desidia, la tristeza del caos, la procrastinación… Es muy importante para la mente tener una vida organizada lo máximo que ahora es posible, desde hacer la cama y adecentar la casa cada mañana, hasta mis rutinas de paseos, fisioterapia, ejercicios , nutrición … mi vida se ha desequilibrado completamente, he pasado de 1000 a 0 en un segundo, y eso es tremendo. Buscar estabilidad en pequeñas rutinas me da paz, y me hace sentir responsable y útil.
Reflexión, también muy importante. La autocrítica, pensar y analizar, sopesar, valorar, medir, sentir con consciencia… Trato de hacer que todo lo que estoy viviendo tenga presencia, de ser consciente y buscar puntos de mejora, de fortaleza, de conocimiento y aprendizaje.
Mi casa , que siempre ha sido importante para mi. Cuido mucho mi nido, mi espacio, mi hogar. Es mi eje físico más importante, mi ancla, y por eso siempre trato su estética y confort, y trabajo para que sea bonita. Ahora no puedo hacer muchas cosas, no tengo fuerzas ni recursos, pues me habría encantado pintar el jardín, decorarlo, crear un rincón para disfrutarlo, reformarlo… no he podido. Pero con lo que tengo intento que sea agradable, y cada mañana me tomo el café al sol entre plantas y pajaritos.
Aprendizaje, no tengo retención de lectura, concentración, no puedo. Supongo que las medicinas y mi proceso me han anulado temporalmente las neuronas (tomo Pregabalina, o Lyrica, en alta dosis, y es terrible). No obstante intento cada día dedicar un ratito a aprender cosas que puedan ayudarme en mi nueva realidad y mi futuro, cuando pueda recolocarme profesionalmente en algo.
Seguramente tengo más armas en mi arsenal para librar esta batalla, pero quizá estas son las que más valoro.
No obstante, hay dos que son las más poderosas y quizá son los mejores escudos, más que armas en si mismas: mis valores y mis principios.
Uno de los aprendizajes más duros de todo lo que estoy viviendo es precisamente aprender a manejarlos y a templarlos. Posiblemente estaban algo desbordados o demasiado potenciados de cara a los demás, a muchos pesos ajenos que he ido cargando en mi espalda. Mi carácter cuidador, detallista, romántico, empático… al final ha ido acumulando muchísimo peso en mi espalda, y se me ha roto ya dos veces. Es un recurso muy bello ser así, siempre y cuando sepa equilibrarlo, y manejarlo. Todo pasa por algo, quizá la vida tenía como objetivo enseñarme esto, no lo se. He pagado un precio muy alto de ser así, pero he de aprender a aprovecharlo.
Vuelvo a las barricadas un rato más, tratando de utilizar estas, y nuevas armas…
Mi momento de convalecencia ya no es un “momento”. Llevo ya un año muy difícil, de confinamiento, de dolor, y de lo que supone la carga emocional (y física) de haber tenido que detener toda mi vida. Esta vez mi ánimo se resiente, me duele el alma, cuesta el día a día.
Hoy he pensado en precisamente eso, el confinamiento, y he navegado por mis redes sociales para recordar y acercar mi ánimo durante el momento Covid, que paradójicamente, para mi, era un ánimo bonito en un momento también duro de crisis. Por supuesto entonces me encontraba bien de salud y no tenía dolor, ni estaba medicada como ahora, ni atrofiada, todo era mucho más bonito. No había comenzado aún mi pesadilla de estos 5 años, o si, pero aún no con toda la magnitud a la que me enfrentaba (mi primera operación fue en el 2019…).
No obstante, rememorar mi iniciativa con la #cestadetrueque y mi energía de aquella vivencia me recuerda un enfoque que ahora me cuesta, pero que necesito. Un enfoque bonito de esperanza en mi misma y en el ser humano en general, de autoestima, de empatía, de fraternidad, de consuelo, de valores, de principios, de lucha positiva…Si clicáis en #cestadetrueque rememoraremos lo bello que fue. Un pequeño gran momento de amor que lideré, pero que creamos entre todos…
Ahora necesito encontrar una nueva cesta, cuyo esfuerzo pueda asumir, que me empuje, que me motive, a pesar de que ahora no puedo tener el ritmo que tuve entonces, no puedo hacer mucho (de hecho no puedo hacer casi nada) , pero a ratitos (cuando la medicación, la energía y el dolor me lo permiten) puedo crear, pensar, puedo planear el futuro, puedo sentir, puedo luchar y puedo soñar… Necesito volver a encontrar la #cestadetrueque de este momento, la que me active, y levantarme de nuevo cuando la salud me lo permita… Necesito dejar de sentirme apaleada en todos los sentidos.
*Por cierto, hoy 30 de abril 2025 el tribunal médico me ha notificado que determinan que debo seguir de baja, que no estoy bien y no puedo reincorporarme…
Siempre he sido una gran lectora, y también me gusta escribir. Llevo más de un año en que ni casi lo uno, ni casi lo otro.
Imagino que este bloqueo es una mezcla de espesura, de agotamiento, de dolor paralizante y de desmotivación también. Se está haciendo muy duro, acabo de cumplir un año de baja de esta situación terrible tras mi segunda operación, pero en realidad, llevo sufriendo 5 años y estoy realmente exhausta.
Bueno, pues ayer hice un intento, comencé a leer un libro.
Imagino que os parecerá al tan chiquitito y carente de sustancia e importancia, pero os aseguro que para mi, es una enorme hazaña. Por el momento, he conseguido sonreírle a mi bloqueo lector y he podido leer casi 100 páginas de una novelita sencilla y cómoda sin tener que volver atrás cada dos páginas para recordar lo ya leído, sin que la cabeza se me vaya a otros mil pensamientos o a ninguno en absoluto mientras mis ojos leen, y he logrado meterme en la historia que narra el libro. Si, para mi es una grandiosa hazaña.
Tenemos que tener en cuenta que actualmente sigo un tratamiento de Pregabalina (Lyrica) que anula el sistema nervioso central y neuronal, otro de cortisona que anula casi todo y que me provoca alteraciones de muchas índoles, un antiinflamatorio bastante potente, protector de estómago que duerme incluso las mariposas de la tripa, y si me dan picos de dolor, morfina… por lo tanto, poder leer un libro es maravilloso, y me siento orgullosa y radiante.
Además, por unos pequeños ratitos al día (pues no consigo mantener la concentración mucho tiempo seguido) consigo evadirme del dolor, el malestar, la pesadez de alma…
Intento crear momentos bonitos constantemente, y mi ritual de lectura no es ta sólo sofá y libro, sino sofá, velas de fragancias bonitas, algún pedacito de chocolate, café, flores en la mesa, luz tenue, y mucha consciencia y presencia. Cuando todo está preparado, me pongo las gafas de leer, y me siento poderosa.
Si,he podido empezar un libro, tan simple y tan complejo…
Tras meses de médicos, medicamentos, consejos, recomendaciones, frustraciones, dudas, desconciertos… y mucho dolor… he decidido volver a mi vida y medir mi nueva realidad.
Vistos tres neurólogos, dos neurocirujanos, tres fisioterapeutas, la conclusión es que cuando comenzó mi pesadilla hace 5 años, se tomaron malas decisiones. Nadie sabe o quiere decirme qué decisiones o qué fue malo, o qué debería haber sido o cómo, pero sea como sea, mi nueva realidad ahora y para siempre es de dolor crónico, ya que no se puede restaurar mi estropicio en mi tramo de vértebras cervical y la zona afectada.
Bueno, si esta es mi nueva realidad, la acepto. No tiene sentido continuar con la baja pues, así que he decidido pedir el alta voluntaria después de fiestas, y así lo he comunicado a mi empresa.
Intentaré medir lo que me hace bien y mal, hasta dónde puedo llegar etc. y trataré de ir adaptando mi vida a una más sana, en general.
La fisioterapia es algo que creo que me acompañará toda la vida, me hace bien, y prefiero un fisio a 150 gramos de morfina o pregabalina… tomarme las cosas menos a pecho, medir y controlar mis emociones, mi estrés, mis descansos etc también debe formar parte de mi nueva realidad.
Además, mi cabecita necesita volver al ruedo. No quiero procastinar, no me hace bien. Aunque me parezca que estar en casa tranquila, con el dolor calmado por falta de movimiento, con el ánimo en paz en mi soledad, no es real ni cierto. No tengo el ánimo tranquilo ni me sienta bien estar aparcada en un rincón, prefiero el dolor físico del movimiento que el del ánimo y los pensamientos, que es mucho más peligroso. La pereza es un mal pecado capital, no te permite cometer los otros 6, y todos sabemos que son la salsa de la vida… jajajaja
Si Dios quiere, vuelvo a mi vida el 20 de enero. Y espero volver bien, que me quieran bien, y, aunque me siento muy rara y no sé explicarlo, espero que mi esencia siga bien y no se haya roto por el camino de esta historia fea…
Yo sé muy bien que la actitud es lo más importante, pero esta vez, la he tenido muy cansada… Han sido 5 años muy duros.
Pero ya está, vuelvo, y tengo ganas, y espero que volver desencadene de nuevo la búsqueda de mi mejor versión, con todo lo aprendido.
Felices fiestas a todos, y gracias por acompañarme.
Estoy valorando varias opciones de fisioterapia, rehabilitación, neuropsicología, medicina privada, pública… Todo es confuso.
Cada uno me cuenta una película distinta y es agotador.
Medicinas si, pregabalina no; fisioterapia si, pero cuidado que puede dañarme más; ir por privada es tan sólo negocio, pero la pública está saturada; mejor reposa, pero haz actividad física; camina, pero no salgas de casa; masajes, pero que no te toquen; duros efectos del dolor, pero los efectos de los calmantes hacen daño; incorpórate a tu vida, pero sigue de baja… No sé cómo llevar el peso de tanto oxímoron.
Yo sólo quiero estar bien, fluir y recuperar mi vida…
Hoy me levanto y el silencio de la habitación parece retumbar más que de costumbre, como si el mundo supiera que he decidido quitarme la venda. Me bajo de la cama con los calcetines arrugados y con el temor de quien sabe lo que va a encontrar, y ahí está, el viejo dolor, como un amigo que no fue invitado pero insiste en quedarse. Duele la espalda, las cervicales… el lado derecho de mi cuerpo se convierte en un mar de punzadas, un hormigueo lento y continuo que me hace cerrar los ojos y contener el aliento.
Lo había adormecido durante un tiempo, tapado como quien coloca una manta sobre una ventana rota para no sentir el frío. Además me he acostumbrado a sentirlo. Pero yo ya no quiero el calor falso de la medicación, no quiero acallar al monstruo, quiero que se marche de una vez, quiero que me arreglen, que me devuelvan un cuerpo que funcione sin tantos parches, que me dañan de muchas otras maneras.
Mientras me preparo para enfrentar otro día en esta especie de limbo, recuerdo las veces que me he prometido que nunca dejaría que el dolor me definiera. Y aquí estoy, batallando en la oscuridad, con la piel sensible al más leve roce, pero también con una voluntad de hierro. No pienso dejar que me gane, aunque confieso que a veces siento miedo, y estoy agotada. El camino es incierto, y las opciones médicas se desvanecen y reaparecen como lucecitas lejanas que no puedo alcanzar. Hay días en los que el mundo se vuelve borroso, y cada movimiento parece un esfuerzo hercúleo, un recordatorio de mi fragilidad, de esa vulnerabilidad que no se cura con una pastilla.
Sigo de baja en el trabajo, y siento el peso de lo que se acumula en mi ausencia, e incluso una punzada de culpa por mis compañeros y responsabilidades. Pero en mi mente no hay descanso, y la vida sigue girando, implacable, esperando que yo tome una decisión, que me decida entre más tratamientos, más exploraciones, fisioterapias, neuropsicologías, más citas con médicos que tienen respuestas técnicas, pero no soluciones reales, pues sigue el dolor. Algo no va bien. Tampoco comprenden la parte humana, ni la contemplan, y no me ayudan a sobre llevar cinco años de dolor. Es duro.
Es una encrucijada donde todo es dolor y resiliencia. Donde a cada paso le pregunto al universo cuánto más puedo soportar, y sin embargo sigo. Porque, aunque duela, no voy a renunciar a buscar la forma de liberarme de esta sombra. Porque soy una guerrera. Porque merezco más que un adormecimiento. Merezco despertar, sin el peso de esta carga en cada rincón de mi cuerpo, y de mis emociones cansadas y maltrechas.
Tengo que hacer un cambio de vida, y tengo que hacerlo ya.
No sé por dónde empezar, pero se supone que soy Project Manager, así que me trataré a mi misma como a un proyecto y empezaré por capas a trazar un plan, o como decía Mark Gungor en The Nothing Box, por cajas, como los hombres.
Caja de la salud:
Esta es la principal, claro, y la que motiva y provoca este artículo y esta reflexión, y la razón de mi cambio de vida.
1/ He activado protocolos de neurocirugía de seguridad social, además de continuar con la segunda opinión y el plan de pago sobre la mesa. Quiero poder conocer opciones, y decidir cómo proceder, pues mi pronósticode vida no es bueno.
2/ Esta semana voy a investigar opciones de fisioterapia alternas
3/ Debo (esta es la parte más difícil para mí) hacer un cambio de hábitos saludables. Comenzar a caminar, ejercicio, vivir sano, y cuidar cuerpo y mente. El ejercicio se me hace un mundo.
4/ Ya estoy dejando la Pregabalina y cualquier medicamento agresivo. Se me ha despertado el dolor.
Caja de trabajo:
1/ Quiero conservar mi trabajo. Es mi vida. Estoy preocupada porque quiero seguir perteneciendo a esa vida y confío en poder volver y poder seguir asumiéndola.
2/ Presento mis informes y estoy en constante contacto.
3/ A medida que el agotamiento, dolor y cese de medicinas me lo permitan, quiero retomar horas al día para continuar preparando mi regreso a la empresa
4/ Quiero ser capaz de ayudar a mi padre con la fundación que hemos montado, y aportar más. Retomar funciones y empujar con él.
Caja del amor:
1/ Estos meses he pensado mucho, mucho, en todo. Mi estado natural óptimo es compartir mi vida en pareja, y es un objetivo. Me gusta estar sola, sé estar sola, pero me encantaría encontrar un modo de vida compartido pleno y feliz que mejore este estado.
2/ Quiero despertar mi ocio a medida que esté bien y conocer a personas interesantes, afines a mí y a mi vida, y tener la posibilidad de encontrar una gran historia de amor. Por supuesto soy consciente de que la estadística no está a mi favor, por edad, tipo de vida, momento social, actitudes y coherencias, principios y valores propios y ajenos, e incluso momento físico… pero quiero encontrar una gran historia de amor, bonita, limpia, sana y natural. Aún tengo tiempo a emprender un proyecto de vida con alguien, y lo voy a luchar.
Caja de entorno:
1/ Quiero cuidar mejor q mi entorno, amigos, familia, conocidos, vecinos… quiero retomarme a mi misma en ese sentido, pero con filtros. Quiero ser yo, quiero seguir dando amor y cuidando, pero controlado, sin descargarme, primero debo aprender a cuidarme a mi antes que a los demás, para poder dar de forma sana.
Caja creativa:
1/ Soy tremendamente creativa, y quiero retomar esos momentos de ocio creativo y hacer cosas bonitas. Crear me sienta bien, en casa, en mi vida, en mi ocio, en mi entorno. Pintar, escribir, hacer más bonito mi hogar, mis hobbies, producir cosas preciosas que calman mi hambre de belleza.
Caja de economía:
1/ He de potenciar maneras de ganar dinero, y de ahorro. Quiero tener una vida holgada porque si, el dinero da la felicidad al utilizarlo con coherencia para ello, da paz, da tranquilidad, da estabilidad, y provoca que se puedan asumir de la mejor manera todos los puntos anteriores y la autorrealización. Mi futuro es solitario, no tengo hermanos ni mucha familia, por lo que el dinero asumirá y me ayudará a tener un futuro con mayor calidad de vida y cubrir confort y necesidades que la faciliten, y que hagan que mi pronóstico de salud sea lo mejor posible.
Caja física:
1/ No estoy en mi mejor momento físico, por mi estado de salud y lo que conlleva (medicaciones, inactividad, etc.) y por edad y pre-menopausia.
2/ He de comenzar tratamientos de belleza y estética diversos, acompañando los de salud. Cuerpo, cabello, uñas, kilos, hormonas, etc deben empezar a recibir ayuda externa para poner todo a raya y en equilibrio y cuidar mi mejor versión acorde con mi momento y edad. Para mí es muy importante, para mi autoestima, puesto que eso ahora mismo baja mi moral y amor propio. Las medicinas agresivas de estos cinco años de operaciones me han destrozado el cuerpo, y he de mimarlo.
Tengo mucho trabajo por delante, pero pasito a pasito, trazo mi plan. No quiero estresarme y no puedo hacer todo de golpe, pero me doy 5 años para definirlo todo, desde todos los ámbitos, desde todas las perspectivas. Creo honestamente que tengo una buena base, unos buenos cimientos como persona, claridad en objetivos, así que esa debe ser mi vitamina y motivación, poco a poco.
Hace ya 6 meses que me operaron, y cinco años que empezó esta pesadilla. Hoy se me ha abierto una ventana, y al menos puedo respirar y ver un poco de luz…
Como he ido reflejando en mis escritos en este lienzo o diario donde vomito con palabras casi ordenadas mis cosas, algo no va bien. La deshumanización del equipo médico que me ha tratado en ambas ocasiones ha ido en completo deterioro, y me he visto desamparada. Mi cuadro de dolor, pero también de frustración, me han llevado a decidir buscar una segunda opinión y me he apoyado en buenos amigos para dar con el nuevo equipo médico que pudiera, sobre todo, aportar claridad de una vez por todas. Se trata del Dr. Pedro Llinás y su clínica especializada en columna: IMAR
Aún no sé si estoy viviendo un escenario de negligencia médica por parte del Grupo Olabe y el grupo Quirón, o simplemente es una fusión de mala suerte y genética, pues nunca sabes quién tiene razón en temas que ignoras y todo son saltos de fe, pero desde luego cobra más sentido toda la información de mis nuevos médicos. Es como si de repente, se hubiera montado el puzzle.
Hace 5 años que me rompí por primera vez, y comenzó mi odisea. Todo apunta a que en aquel momento podrían haber curado las vértebras afectadas pero también protegido las colindantes con una placa de titanio que las abrazara y las resguardara, pero no se optó por eso sino que se puso un cajetín de titanio entre vértebras. Cinco años después, me he vuelto a romper en un efecto dominó, en las vértebras colindantes, y se me ha formado una artrosis crónica, entre otras cosas. Desconozco si esto se podría haber previsto, y eso voy a tratar de averiguar, pero el problema de mi columna ya era perfectamente visible y creo que si, que se podría haber pensado en el futuro que, desafortunadamente, ha ocurrido. Mi presente es duro, pero mucho más duro es pensar que ya no tiene solución lo que se podría haber evitado y que la vida me depara sufrimiento, dolor y mala calidad en deterioro, hasta el fin de mis días.
Sobre la posibilidad de negligencia y mala praxis, es algo que también debo reflexionar, y asesorarme. Estoy en ello.
Ahora veré qué opciones tengo sobre la mesa, y cómo decido y avanzo, porque de estas decisiones dependerán mi mejoría, mi calidad de vida, y mi gestión del dolor.
Lo voy a encarar con valentía y fuerza, y soy consciente de que he de trabajar en un cambio de hábitos y forma de vivir para luchar por que mi deterioro inminente se retrase lo más posible, y sea llevadero, o incluso nunca se manifieste el peor escenario si lucho con constancia, esfuerzo, actitud y cabeza. No puedo ignorar mi realidad pero sí puedo mejorarla, combatirla, depende de mi. Mi actitud es fuerte y buena, así que se ha acabado el lamento y ahora me toca confrontar y reaccionar. Esto incluye mucho trabajo, alimentación, peso, fisioterapia, neuropsicología, ejercicio, horarios, gestión de estrés… pero soy una guerrera, y haré lo necesario.
Este es el informe de mi situación:
Informe Dr. Llinás
Este informe médico resume el historial y el estado actual de la columna cervical de Marta Bonet Barceló. Te explico cada sección en términos sencillos:
1. Antecedentes:
• Artrodesis cervical C5-6 en 2019: Marta tuvo una cirugía en 2019 para fusionar las vértebras C5 y C6, lo cual es común para estabilizar la columna y reducir el dolor. Se le implantó prótesis de Titanio.
• Foraminotomía C6-7 en 2024: En abril 2024, le hicieron otra cirugía en las vértebras C6 y C7 para aliviar presión en el nervio que causaba dolor en el lado derecho del cuerpo con énfasis en brazo derecho.
2. Situación actual:
• A pesar de las cirugías, Marta sigue teniendo dolor en el cuello y en la parte derecha, lo cual indica que el dolor es de tipo neuropático (relacionado con los nervios).
3. Resultados de las pruebas recientes:
• Resonancia magnética (RMN): Revela una estrechez en el canal de las vértebras C4 a C7, pero sin afectar la médula espinal, de momento. También hay un pequeño “artefacto” de Titanio (relacionado con la intervención quirúrgica previa) en la zona C5-6.
• TAC: La columna cervical está completamente recta, lo cual es anormal ya que la columna debe tener una curva natural. Además, se observa desgaste avanzado en las articulaciones entre las vértebras C4-5 y C6-7.
4. Diagnóstico:
• Se concluye que Marta tiene espondilosis cervical (desgaste de la columna) con disc artrosis severa (desgaste de los discos entre las vértebras) en varios niveles.
Recomendaciones: • Se indica que Marta siga un protocolo de rehabilitación y realice una profunda valoración psicológica, lo cual podrá ayudarle a manejar el dolor crónico y su nueva realidad. Tratamiento de fisioterapia y neuro psicología , de 6-12 meses.
En resumen, el informe indica que, a pesar de las intervenciones previas, Marta sigue teniendo dolor en la columna cervical, y el desgaste de las vértebras ha avanzado. También cansancio agudo. Le proponen rehabilitación y apoyo psicológico para mejorar su nueva realidad y calidad de vida, teniendo en cuenta el cuadro de dolor crónico. Ser debe complementar con una re-educación de higiene postural y nuevos hábitos de vida. De momento no se recomienda nueva intervención, hasta ver resultados de rehabilitación.
La incorporación laboral debe ser progresiva, requiriendo Marta un tiempo aún para reducir medicación (Pregabalina) hasta hacerla desaparecer, mientras la rehabilitación la fortalece y en el caso de que lo permita la mejoría.
A medida que se vaya incorporando a su ritmo de vida habitual y laboral con viajes y transportes en los próximos meses, recomiendo encarecidamente utilizar collarín en los desplazamientos y momentos de cansancio y sobre esfuerzo.
La incorporación al trabajo y a la vida cotidiana activa no debe ser inmediata, sino cuando de forma natural, al menos los dos primeros meses de rehabilitación, permitan ir ampliando esfuerzos, recuperando sueño de calidad, eliminando medicación agresiva y reforzando posturas y protección muscular que palie el dolor.
Mañana cumplo 47 años, y dentro de mi reflexión, me doy cuenta que sólo quiero que suenen a tranquilidad. Tan simple y tan complejo; la calma, el sosiego, la paz, la armonía… Ha sido un año duro, de hecho, han sido cinco años duros entre salud, 3 operaciones, pandemia, cambios, nuevas perspectivas laborales y cerrar mi empresa de 20 años, amores fallidos que han dolido, se fueron mis gatitos con 17 años a mi lado, robo en casa, fallecimientos de familiares y varios amigos… pero llenos de vivencias y reflexiones que simplemente me llevan a valorar la serenidad, que es la verdadera esencia del bienestar. Llenos también de cosas positivas, claro, las que intento ver más sólidas siempre que las cosas feas. Si hago balance de mi vida hasta ahora, ha estado constantemente llena de emociones, de experiencias, de límites, aventuras, de decisiones, de inicios, de equivocaciones, de aciertos, de eso: ¡de vida! ¡No he parado, ha sido desenfrenado, expuesto, público , apasionado y ahora estoy agotada y quiero dejarme llevar con paz y mecerme un poco en la inercia. Con el avance de los años me doy cuenta de que la armonía reside en estar cubierta y en calma desde todas las aristas de mi persona; desde la salud, imprescindible, y ahora mucho más valorada que antes; desde la economía, obligatoria en una era social donde el dinero si se ha convertido casi en la felicidad, digamos lo que digamos los románticos; y para mi, sobre todo y ante todo, desde el constante anhelo del amor, ¡ah el amor!, pero el de verdad, el que te da una vuelta de campana y te revuelve hasta las entrañas, porque “lo más grande que te puede suceder es que ames y seas correspondido”; desde la belleza, pues tener la capacidad de intentar (con humildad lo digo) hacer bonito todo lo que toco es también armonía y motivación , y yo quiero cosas bonitas alrededor siempre; desde la empatía, porque tratar de comprender y cuidar al prójimo antes incluso que a uno mismo a mi me da paz, dar amor me da paz; desde el aprendizaje constante en aciertos y errores y la capacidad de auto crítica que enseña y sana con la sabiduría y valentía de mirarse uno mismo de verdad en el espejo; desde la falta de frío o calor que produce también sensación de felicidad con la suerte de tener un buen hogar y entorno que lo proporcionan, y mis personas alrededor que lo facilitan con un abrazo literal y figurado, en tantos formatos; desde, en definitiva, mis principios y valores que son míos, inalterables, intocables, inamovibles, para bien o para mal, los mejores que puedo tener, que me sostienen, y que evolucionan, pero desde los mismos cimientos. Paz, tan simple y tan complejo, tan importante y tan necesario, sin aspavientos, sin hazañas, sin grandes movimientos, sin más ensayos, simplemente ser, y hacerlo con respeto por mi misma, y por ti. ¡Gracias por estar aquí!
En un mundo de sombras, donde el frío se asienta,
el romanticismo, cual estrella, se ausenta.
Los corazones laten, pero en un eco distante,
buscando en la niebla un amor que sea constante.
Hoy, la prisa nos abraza, nos envuelve en su danza,
y en la inmediatez, se pierde la esperanza.
Los valores se desvanecen, como hojas perennes,
y el alma, en su búsqueda, se siente endeble.
No debería ser así, el frío me envuelve,
en un mundo baladí, donde el alma se disuelve.
El hastío me abraza, como sombra en la bruma,
buscando en la penumbra, una luz que se una.
Y yo alzo la voz, como canto sincero,
defendiendo en el romanticismo, un refugio certero.
Es paz en el abrazo, es felicidad pura,
es el brillo en los ojos, la ternura que dura.
En tiempos de frialdad, donde el amor se disfraza,
quiero recordar que el cariño no es sólo una farsa.
Es el roce de manos, el susurro en la brisa,
es el arte de amar, en cada sonrisa.
El amor propio florece en el jardín del alma,
y en la lucha por sentir, encontramos la calma.
Es un viaje profundo, un retorno a lo bello,
donde cada latido se siente como un destello.
Así que, en esta era de frías conexiones,
defendamos el romanticismo con nuestras pasiones.
Que el amor sea un faro, que ilumine el sendero,
y que en cada corazón, renazca el ser verdadero.
Por un mundo más cálido, donde el amor sea el sol, donde el romanticismo brille, y nunca se apague el fervor. Luchemos con calor, con la fuerza del viento, por un mañana lleno de amor, y también de sentimiento.
Hoy me han regalado una caja grande con un lazo rojo. Una caja que esconde tesoros, un regalo, una ilusión. Ese cosquilleo instantes antes de abrirla y descubrir que esconde, momentos de imaginación desbordada e incontinencia de sonrisas. Mariposas agitadas en la tripa. Transpiro fantasías. Al abrirla un arrebato de felicidad: es justo lo que quería! Abro las solapas tras rasgar papel y lazo y se desbordan risas inocentes que invaden el ambiente y se posan en mi regazo. De la caja sale la más preciosa melodía y huele a flores silvestres y a sandía. Unas cuantas nubes blancas asoman tímidas y un arco iris surge de entre varias estrellas juguetonas. Peces de colores se apresuran y mis manos tocan la suavidad de plumas y algodones de azúcar. Estrellas de mar trepan por las solapas de la caja y muchas caricias y besos se posan en mi cuerpo y cara. Un poquito de lluvia fresca de verano y la ternura de un cachorrito de gato es lo siguiente que me encuentro en mi caja. Sigo rebuscando y hallo un manojo de palabras amables, un puñadito de amistad, una pizquita de solidaridad, una onza de respeto, y unos gramos de bondad. Ahora huele a hierba recién cortada y suena un piano. También encuentro las manos de un mago que me aporta sorpresa y misterio. Mi caja esconde muchas más cosas, no seré capaz de contarlas todas. Un par de momentos sensuales, un cofrecito lleno de pasión, bombones de chocolate, y la lectura de un buen libro. Llena está de saludos,de palabras hermosas y de mensajes de amor. También tiene una buena película y una mirada profunda,además de un catálogo de piropos y alguna broma absurda. Hoy me acostaré entusiasmada con mi regalo, un presente en el que todos habéis participado,todos sois parte de mi vida y me siento agradecida
Estamos en un presente social donde la falta de principios y de valores es demasiado latente, y duele…
Quizá podríamos englobar gran parte a la cobardía, el miedo paraliza, frena y perjudica, y la cobardía se define como “falta de ánimo y valor”.
En un pasado no muy lejano no nos podríamos haber planteado muchas de las actitudes que tenemos en el presente, pero, ¿por qué?
¿Por qué la gente desaparece? ¿Por qué la gente se vende con lo que no es y falta a la verdad a los demás y a ellos mismos? ¿Por qué nadie se esfuerza por nada?¿Por qué no te cuidan cuando estás enfermo y más los necesitas, cuando eres vulnerable? ¿Por qué las personas no confrontan y hablan? ¿Por qué se desvanecen en lugar de luchar o acabar una relación? ¿Por qué grandes personas en tu vida callan cuando necesitan hablar y se esfuman cuando deberían estar? ¿Por qué la gente está más sola y triste que nunca y parece que solamente son personas tras una pantalla pero luego no son de verdad? ¿Por qué no hay coherencia?
Debería ser sencillo, simplemente mantener la misma versión verdadera y auténtica entre lo que se siente, piensa, dice , hace, pero no… solamente hay tremenda cobardía, soledad, decepción, traición, sentimientos de culpa y cargos de conciencia, aburrimiento, falta de amor propio, falta de amor ajeno, incremento de violencia, mil síndromes que refuerzan la estupidez, falta de realización, falta de profesionalidad, e infinitas mierdas más que nos hacen tremendamente infelices y peores personas y sociedad.
¿Por qué lo aceptamos?
Yo creo firmemente que me he puesto enferma de nuevo porque todo esto me hace mella, estrés emocional, es como si la vida me diera un parón obligado para descargarme de peso, para inducirme a la reflexión, a aprender como lidiar con este presente que a mi me afecta mucho y me pesa, me carga, me hunde…
Quizá no hay mucho que se pueda hacer, en pequeñito, quizá solamente está en nuestra mano una cadena de favores. Intentar sembrar, desde mi parcelita, amor. Algo hará. En los demás, y en mi, algo hará. Y mientras tanto, tratar de lidiar con el egoísmo, la falta de empatía, la mediocridad, la falta de pasión, los corazones vacíos, la oscuridad que está avanzando en este mundo, y que es la peor de las pandemias…
Quiero encontrarte, si también eres así. Quiero dibujar mi mundo de personas bonitas que entienden, como yo, que el amor es lo único que de verdad nos puede salvar, lo único que nos diferencia como humanos, y nos hace ser personas. El amor debería ser la revolución.
Yo, quiero ser la resistencia en esta guerra oscura que, a través de la manipulación, está transformando a las personas en la peor versión de ellos mismos. Yo quiero ser la resistencia, y luchar por recuperar las mejores versiones, y volver a pintar con colores un mundo gris….
Y por cierto… felicito a Mercadona por una excelente estrategia de marketing, donde la manipulación a la masa vacía funcionará en la publicidad y en las ventas, de piñas, y ya que estamos aprovechemos para hacer la compra, pues las personas esperanzadas hallarán la misma mediocridad que hallan en otros canales… ¿qué diferencia a las personas con un carro y una piña a, por ejemplo, Tinder? Nada… Debemos actuar, pero de verdad, no con nuevas estrategias que lo único que hacen es mover a la masa de gente de un medio a otro. Si no actuamos, cada vez será peor, y las personas se sentirán peor con las decepciones, con los hechos, con los tratos… Debemos trabajar en la raíz del problema: nosotros.
Tras unos meses dolorosos (hoy es 20 de agosto), el 22 de abril me operaron. Ha sido y está siendo un proceso lento, duro, agrio, hostil… no obstante, es la segunda vez que paso por esto ya y soy más consciente que nunca de lo que supone, y de que la actitud es totalmente relevante en ni recuperación. Por eso, lucho cada día por ejercitar mi actitud como si se tratara de una rutina de ejercicios. No obstante, es difícil.
Pequeñas rutinas y momentos de reflexión alimentan mi día a día, aunque mis días van al revés de la normalidad.
Amanezco muy muy cansada e incluso desanimada, porque sigo pasando noches duras de dolor. Me duelen mucho las cervicales, y se extiende a los nervios de mi lado derecho, sobre todo brazo. Me despierto así varias veces cada noche. Noto como si me quemaran, abrasan, y ese dolor candente se transforma en como si alguien tirara de los nervios desde mis dedos, y siento punzadas metálicas. Se me entumece el brazo entero y me produce calambre, y he de levantarme de la cama cada vez y andar por la casa, hasta que se calma. De hecho, durante el día noto constante cosquilleo, sin que llegue a doler, pero he de moverme y cambiar de posturas.
No obstante, desde hace una semana, se me agravan las noches con lo que creo que son vértigos. Es horrible. Una sensación terrible de pérdida absoluta de control, todo da vueltas, la habitación gira muy rápido, siento náuseas, hasta llegar a vomitar.
Ahora me da miedo irme a la cama porque se repitan estos delirantes episodios.
Con mis noches de esta guisa, me despierto muy cansada e improductiva, me cuesta un mundo arrancar el día.
He acudido al médico de cabecera, que simplemente y desde el limitado conocimiento sobre neurología, me ha recetado pastillas para afecciones nerviosas tipo epilepsia. No me sirven. Mi neurocirujano está de vacaciones hasta entrado septiembre, tengo hora el 17, aunque he tratado de adelantarla, sin éxito.
Si, la actitud es clave y todos lo sabemos, pero es complicado mantenerla arriba con este panorama que parece nunca acabar.
No obstante, como os decía, trato de generar pequeñas rutinas, reflexiones y provocar situaciones que me beneficien y den un empujoncito a mi estado de ánimo.
La belleza es clave. Intento en la medida de lo posible rodearme de cosas bonitas porque la belleza visual para ni siempre ha sido importante. Paseos bellos, comprar flores para casa en el mercado de los sábados, conversaciones con personas vitamina… aún no puedo conducir, y menos con los ataques de vértigo y mareos y con el brazo derecho entumecido, pues sería peligroso para mi y para los demás, por eso busco la belleza cerca.
También voy haciendo cositas de mi trabajo, me formo, ordeno, leo, aprendo, y estoy en constante contacto con mis maravillosos compañeros.
En casa, pues los que me conocéis sabéis lo importante que es mi hogar para mi, voy (con ayuda) haciendo cositas también para mejorarla. He hecho que la vayan pintando, he hecho ordenar trasteros, armarios, limpiar, tirar trastos y cosas viejas, renovar fundas sofá, comprar velitas aromáticas, ordenar mis miles de libros, etc
Escucho mucha música, veo películas bonitas, he pintado un cuadro, he elaborado algún dulce, escribo, canto, doy paseos… cosas que puedo asumir.
Como veis, trato de hacer todo lo que está en mi mano para ejercitar y cuidar mi actitud.
La energía diaria me dura muy pocas horas, trato de encajar todo lo que puedo en estos espacios conscientes y con batería.
La verdad, pensaba que a estas alturas ya estaría recuperada y volviendo a mi trabajo y a mi vida, pero aún no… un ratito más. Espero que mi mundo me siga esperando un ratito más…
Y mientras todo ocurre, me pinto los labios de rojo…
Y no deja de doler, y no se refleja mi tez. El espejo me pisa y bajo mis ojos se desliza lo lejos que queda mi risa. Ha pasado el tiempo, despacio y deprisa, y el viento se ha llevado mi sonrisa y con ritmo lento, mi espacio. Y no dejan de doler en el calendario aún con los meses de ayer, el calvario, con los jueces del dolor que no crece y no perece, temerario. Y los días pasan lentos, y dibujan tormentos en el reloj, en los deseos, y los pensamientos van a un ritmo, y los lamentos y el cuerpo a otro distinto. La frustración quema el corazón, la condena abrasa la razón, la melena pierde su fulgor porque las medicinas, dañinas, cansinas, llenan la agonía de querer la recuperación y lucharla con tesón, pero no conseguirla, no con la prisa de la falsa intuición. Y es por ello que pierdo la razón, el carisma, y las sombras bajo mis ojos atisban el temor. Dudas de futuro, es duro, tiembla mi mundo y me ahogo en mi rumbo, pero de pronto, una chispa, una pista, que enciende una sonrisa pícara porque veo que la brisa me trae un destello de vida, ícara, y de mi filosofía, intrínseca en mi esencia, perfecta en mi sabiduría seca, resiliencia, que ya refleja lo que sé de mí: sé sobrevivir, sé sentir, sé resurgir… y aprendo paciencia, toda una ciencia, todo un reto escueto que me enseña evolución y redención, y que es la confirmación de mi superación, de mi mejora y de mi aurora. Aquí estoy, y es suficiente, latente y consciente, y voy, voy con todo de nuevo, voy a alcanzar mis sueños.
En la medida de mis posibilidades estoy tratando de enfocar mi día a día, en pequeños pasitos en mi recuperación, en cosas bonitas. Suena simple, pero no lo es. Es una especie de filtrado general y de enfoque de energía en crear una reconstrucción bella, rodeada de cosas agradables, de personas bonitas, de flores, de pequeños paseos en entornos atractivos, y de que cada gesto y cada decisión vaya reconstruyendo mi mundo de colores y luz, de tranquilidad, de paz, de belleza…
He empezado por comprar hierbas naturales que me ayuden a descansar bien por las noches (llevo casi 4 meses sin dormir bien y sin descansar y eso acerca más a la oscuridad que a la luz), y también otro remedio para reforzar la buena energía durante el día, la vitalidad y la agilidad física y mental. Hago todo lo que puedo por mi recuperación.
Cada día paseo lo que resisto, pero en entornos de nuestra sierra o del mar, planos, tranquilos, y en los que mis ojos aprecian hermosura y mis pasos se acercan q los 10K diarios recomendados. Parece poco y sencillo, pero para mi ahora es un mundo.
Arreglo mi casa a pedacitos, muy despacito, sin esfuerzos, y he cogido ayuda para lo que requiere lo que yo no puedo hacer, pero que todo se vaya limpiando y ordenando bonito. He comprado flores en el mercado de mi pueblo, para pintar de colores mi mundo. Incluso voy mirando y buscando en publicaciones y anuncios una nueva casa para mi, un nuevo hogar que también me reconstruya y me aporte una nueva perspectiva de vida y de luz, belleza, naturaleza… Busco una casita coqueta en la que volver a empezar, tras haber renacido.
Leo cosas bonitas, escucho música bonita y miro películas bonitas…
Cada mañana me visto y me arreglo para ver una imagen bella en el espejo.
Tengo largas conversaciones agradables con personas positivas de mi entorno y conmigo misma, y he dejado de hacerlo con personas que me roban esa energía ahora tan necesaria para mi, o que me aportan zonas oscuras, no, no son bienvenidos.
Quiero aprovechar esta reconstrucción para mejorar cosas de mi misma y mis autocríticas y autorreflexiones, y rehacerme a mi y a mi entorno más hermoso.