Estoy valorando varias opciones de fisioterapia, rehabilitación, neuropsicología, medicina privada, pública… Todo es confuso.
Cada uno me cuenta una película distinta y es agotador.
Medicinas si, pregabalina no; fisioterapia si, pero cuidado que puede dañarme más; ir por privada es tan sólo negocio, pero la pública está saturada; mejor reposa, pero haz actividad física; camina, pero no salgas de casa; masajes, pero que no te toquen; duros efectos del dolor, pero los efectos de los calmantes hacen daño; incorpórate a tu vida, pero sigue de baja… No sé cómo llevar el peso de tanto oxímoron.
Yo sólo quiero estar bien, fluir y recuperar mi vida…
Tengo que hacer un cambio de vida, y tengo que hacerlo ya.
No sé por dónde empezar, pero se supone que soy Project Manager, así que me trataré a mi misma como a un proyecto y empezaré por capas a trazar un plan, o como decía Mark Gungor en The Nothing Box, por cajas, como los hombres.
Caja de la salud:
Esta es la principal, claro, y la que motiva y provoca este artículo y esta reflexión, y la razón de mi cambio de vida.
1/ He activado protocolos de neurocirugía de seguridad social, además de continuar con la segunda opinión y el plan de pago sobre la mesa. Quiero poder conocer opciones, y decidir cómo proceder, pues mi pronósticode vida no es bueno.
2/ Esta semana voy a investigar opciones de fisioterapia alternas
3/ Debo (esta es la parte más difícil para mí) hacer un cambio de hábitos saludables. Comenzar a caminar, ejercicio, vivir sano, y cuidar cuerpo y mente. El ejercicio se me hace un mundo.
4/ Ya estoy dejando la Pregabalina y cualquier medicamento agresivo. Se me ha despertado el dolor.
Caja de trabajo:
1/ Quiero conservar mi trabajo. Es mi vida. Estoy preocupada porque quiero seguir perteneciendo a esa vida y confío en poder volver y poder seguir asumiéndola.
2/ Presento mis informes y estoy en constante contacto.
3/ A medida que el agotamiento, dolor y cese de medicinas me lo permitan, quiero retomar horas al día para continuar preparando mi regreso a la empresa
4/ Quiero ser capaz de ayudar a mi padre con la fundación que hemos montado, y aportar más. Retomar funciones y empujar con él.
Caja del amor:
1/ Estos meses he pensado mucho, mucho, en todo. Mi estado natural óptimo es compartir mi vida en pareja, y es un objetivo. Me gusta estar sola, sé estar sola, pero me encantaría encontrar un modo de vida compartido pleno y feliz que mejore este estado.
2/ Quiero despertar mi ocio a medida que esté bien y conocer a personas interesantes, afines a mí y a mi vida, y tener la posibilidad de encontrar una gran historia de amor. Por supuesto soy consciente de que la estadística no está a mi favor, por edad, tipo de vida, momento social, actitudes y coherencias, principios y valores propios y ajenos, e incluso momento físico… pero quiero encontrar una gran historia de amor, bonita, limpia, sana y natural. Aún tengo tiempo a emprender un proyecto de vida con alguien, y lo voy a luchar.
Caja de entorno:
1/ Quiero cuidar mejor q mi entorno, amigos, familia, conocidos, vecinos… quiero retomarme a mi misma en ese sentido, pero con filtros. Quiero ser yo, quiero seguir dando amor y cuidando, pero controlado, sin descargarme, primero debo aprender a cuidarme a mi antes que a los demás, para poder dar de forma sana.
Caja creativa:
1/ Soy tremendamente creativa, y quiero retomar esos momentos de ocio creativo y hacer cosas bonitas. Crear me sienta bien, en casa, en mi vida, en mi ocio, en mi entorno. Pintar, escribir, hacer más bonito mi hogar, mis hobbies, producir cosas preciosas que calman mi hambre de belleza.
Caja de economía:
1/ He de potenciar maneras de ganar dinero, y de ahorro. Quiero tener una vida holgada porque si, el dinero da la felicidad al utilizarlo con coherencia para ello, da paz, da tranquilidad, da estabilidad, y provoca que se puedan asumir de la mejor manera todos los puntos anteriores y la autorrealización. Mi futuro es solitario, no tengo hermanos ni mucha familia, por lo que el dinero asumirá y me ayudará a tener un futuro con mayor calidad de vida y cubrir confort y necesidades que la faciliten, y que hagan que mi pronóstico de salud sea lo mejor posible.
Caja física:
1/ No estoy en mi mejor momento físico, por mi estado de salud y lo que conlleva (medicaciones, inactividad, etc.) y por edad y pre-menopausia.
2/ He de comenzar tratamientos de belleza y estética diversos, acompañando los de salud. Cuerpo, cabello, uñas, kilos, hormonas, etc deben empezar a recibir ayuda externa para poner todo a raya y en equilibrio y cuidar mi mejor versión acorde con mi momento y edad. Para mí es muy importante, para mi autoestima, puesto que eso ahora mismo baja mi moral y amor propio. Las medicinas agresivas de estos cinco años de operaciones me han destrozado el cuerpo, y he de mimarlo.
Tengo mucho trabajo por delante, pero pasito a pasito, trazo mi plan. No quiero estresarme y no puedo hacer todo de golpe, pero me doy 5 años para definirlo todo, desde todos los ámbitos, desde todas las perspectivas. Creo honestamente que tengo una buena base, unos buenos cimientos como persona, claridad en objetivos, así que esa debe ser mi vitamina y motivación, poco a poco.
Hoy me han regalado una caja grande con un lazo rojo. Una caja que esconde tesoros, un regalo, una ilusión. Ese cosquilleo instantes antes de abrirla y descubrir que esconde, momentos de imaginación desbordada e incontinencia de sonrisas. Mariposas agitadas en la tripa. Transpiro fantasías. Al abrirla un arrebato de felicidad: es justo lo que quería! Abro las solapas tras rasgar papel y lazo y se desbordan risas inocentes que invaden el ambiente y se posan en mi regazo. De la caja sale la más preciosa melodía y huele a flores silvestres y a sandía. Unas cuantas nubes blancas asoman tímidas y un arco iris surge de entre varias estrellas juguetonas. Peces de colores se apresuran y mis manos tocan la suavidad de plumas y algodones de azúcar. Estrellas de mar trepan por las solapas de la caja y muchas caricias y besos se posan en mi cuerpo y cara. Un poquito de lluvia fresca de verano y la ternura de un cachorrito de gato es lo siguiente que me encuentro en mi caja. Sigo rebuscando y hallo un manojo de palabras amables, un puñadito de amistad, una pizquita de solidaridad, una onza de respeto, y unos gramos de bondad. Ahora huele a hierba recién cortada y suena un piano. También encuentro las manos de un mago que me aporta sorpresa y misterio. Mi caja esconde muchas más cosas, no seré capaz de contarlas todas. Un par de momentos sensuales, un cofrecito lleno de pasión, bombones de chocolate, y la lectura de un buen libro. Llena está de saludos,de palabras hermosas y de mensajes de amor. También tiene una buena película y una mirada profunda,además de un catálogo de piropos y alguna broma absurda. Hoy me acostaré entusiasmada con mi regalo, un presente en el que todos habéis participado,todos sois parte de mi vida y me siento agradecida
Estamos en un presente social donde la falta de principios y de valores es demasiado latente, y duele…
Quizá podríamos englobar gran parte a la cobardía, el miedo paraliza, frena y perjudica, y la cobardía se define como “falta de ánimo y valor”.
En un pasado no muy lejano no nos podríamos haber planteado muchas de las actitudes que tenemos en el presente, pero, ¿por qué?
¿Por qué la gente desaparece? ¿Por qué la gente se vende con lo que no es y falta a la verdad a los demás y a ellos mismos? ¿Por qué nadie se esfuerza por nada?¿Por qué no te cuidan cuando estás enfermo y más los necesitas, cuando eres vulnerable? ¿Por qué las personas no confrontan y hablan? ¿Por qué se desvanecen en lugar de luchar o acabar una relación? ¿Por qué grandes personas en tu vida callan cuando necesitan hablar y se esfuman cuando deberían estar? ¿Por qué la gente está más sola y triste que nunca y parece que solamente son personas tras una pantalla pero luego no son de verdad? ¿Por qué no hay coherencia?
Debería ser sencillo, simplemente mantener la misma versión verdadera y auténtica entre lo que se siente, piensa, dice , hace, pero no… solamente hay tremenda cobardía, soledad, decepción, traición, sentimientos de culpa y cargos de conciencia, aburrimiento, falta de amor propio, falta de amor ajeno, incremento de violencia, mil síndromes que refuerzan la estupidez, falta de realización, falta de profesionalidad, e infinitas mierdas más que nos hacen tremendamente infelices y peores personas y sociedad.
¿Por qué lo aceptamos?
Yo creo firmemente que me he puesto enferma de nuevo porque todo esto me hace mella, estrés emocional, es como si la vida me diera un parón obligado para descargarme de peso, para inducirme a la reflexión, a aprender como lidiar con este presente que a mi me afecta mucho y me pesa, me carga, me hunde…
Quizá no hay mucho que se pueda hacer, en pequeñito, quizá solamente está en nuestra mano una cadena de favores. Intentar sembrar, desde mi parcelita, amor. Algo hará. En los demás, y en mi, algo hará. Y mientras tanto, tratar de lidiar con el egoísmo, la falta de empatía, la mediocridad, la falta de pasión, los corazones vacíos, la oscuridad que está avanzando en este mundo, y que es la peor de las pandemias…
Quiero encontrarte, si también eres así. Quiero dibujar mi mundo de personas bonitas que entienden, como yo, que el amor es lo único que de verdad nos puede salvar, lo único que nos diferencia como humanos, y nos hace ser personas. El amor debería ser la revolución.
Yo, quiero ser la resistencia en esta guerra oscura que, a través de la manipulación, está transformando a las personas en la peor versión de ellos mismos. Yo quiero ser la resistencia, y luchar por recuperar las mejores versiones, y volver a pintar con colores un mundo gris….
Y por cierto… felicito a Mercadona por una excelente estrategia de marketing, donde la manipulación a la masa vacía funcionará en la publicidad y en las ventas, de piñas, y ya que estamos aprovechemos para hacer la compra, pues las personas esperanzadas hallarán la misma mediocridad que hallan en otros canales… ¿qué diferencia a las personas con un carro y una piña a, por ejemplo, Tinder? Nada… Debemos actuar, pero de verdad, no con nuevas estrategias que lo único que hacen es mover a la masa de gente de un medio a otro. Si no actuamos, cada vez será peor, y las personas se sentirán peor con las decepciones, con los hechos, con los tratos… Debemos trabajar en la raíz del problema: nosotros.
Tras unos meses dolorosos (hoy es 20 de agosto), el 22 de abril me operaron. Ha sido y está siendo un proceso lento, duro, agrio, hostil… no obstante, es la segunda vez que paso por esto ya y soy más consciente que nunca de lo que supone, y de que la actitud es totalmente relevante en ni recuperación. Por eso, lucho cada día por ejercitar mi actitud como si se tratara de una rutina de ejercicios. No obstante, es difícil.
Pequeñas rutinas y momentos de reflexión alimentan mi día a día, aunque mis días van al revés de la normalidad.
Amanezco muy muy cansada e incluso desanimada, porque sigo pasando noches duras de dolor. Me duelen mucho las cervicales, y se extiende a los nervios de mi lado derecho, sobre todo brazo. Me despierto así varias veces cada noche. Noto como si me quemaran, abrasan, y ese dolor candente se transforma en como si alguien tirara de los nervios desde mis dedos, y siento punzadas metálicas. Se me entumece el brazo entero y me produce calambre, y he de levantarme de la cama cada vez y andar por la casa, hasta que se calma. De hecho, durante el día noto constante cosquilleo, sin que llegue a doler, pero he de moverme y cambiar de posturas.
No obstante, desde hace una semana, se me agravan las noches con lo que creo que son vértigos. Es horrible. Una sensación terrible de pérdida absoluta de control, todo da vueltas, la habitación gira muy rápido, siento náuseas, hasta llegar a vomitar.
Ahora me da miedo irme a la cama porque se repitan estos delirantes episodios.
Con mis noches de esta guisa, me despierto muy cansada e improductiva, me cuesta un mundo arrancar el día.
He acudido al médico de cabecera, que simplemente y desde el limitado conocimiento sobre neurología, me ha recetado pastillas para afecciones nerviosas tipo epilepsia. No me sirven. Mi neurocirujano está de vacaciones hasta entrado septiembre, tengo hora el 17, aunque he tratado de adelantarla, sin éxito.
Si, la actitud es clave y todos lo sabemos, pero es complicado mantenerla arriba con este panorama que parece nunca acabar.
No obstante, como os decía, trato de generar pequeñas rutinas, reflexiones y provocar situaciones que me beneficien y den un empujoncito a mi estado de ánimo.
La belleza es clave. Intento en la medida de lo posible rodearme de cosas bonitas porque la belleza visual para ni siempre ha sido importante. Paseos bellos, comprar flores para casa en el mercado de los sábados, conversaciones con personas vitamina… aún no puedo conducir, y menos con los ataques de vértigo y mareos y con el brazo derecho entumecido, pues sería peligroso para mi y para los demás, por eso busco la belleza cerca.
También voy haciendo cositas de mi trabajo, me formo, ordeno, leo, aprendo, y estoy en constante contacto con mis maravillosos compañeros.
En casa, pues los que me conocéis sabéis lo importante que es mi hogar para mi, voy (con ayuda) haciendo cositas también para mejorarla. He hecho que la vayan pintando, he hecho ordenar trasteros, armarios, limpiar, tirar trastos y cosas viejas, renovar fundas sofá, comprar velitas aromáticas, ordenar mis miles de libros, etc
Escucho mucha música, veo películas bonitas, he pintado un cuadro, he elaborado algún dulce, escribo, canto, doy paseos… cosas que puedo asumir.
Como veis, trato de hacer todo lo que está en mi mano para ejercitar y cuidar mi actitud.
La energía diaria me dura muy pocas horas, trato de encajar todo lo que puedo en estos espacios conscientes y con batería.
La verdad, pensaba que a estas alturas ya estaría recuperada y volviendo a mi trabajo y a mi vida, pero aún no… un ratito más. Espero que mi mundo me siga esperando un ratito más…
Y mientras todo ocurre, me pinto los labios de rojo…
Y no deja de doler, y no se refleja mi tez. El espejo me pisa y bajo mis ojos se desliza lo lejos que queda mi risa. Ha pasado el tiempo, despacio y deprisa, y el viento se ha llevado mi sonrisa y con ritmo lento, mi espacio. Y no dejan de doler en el calendario aún con los meses de ayer, el calvario, con los jueces del dolor que no crece y no perece, temerario. Y los días pasan lentos, y dibujan tormentos en el reloj, en los deseos, y los pensamientos van a un ritmo, y los lamentos y el cuerpo a otro distinto. La frustración quema el corazón, la condena abrasa la razón, la melena pierde su fulgor porque las medicinas, dañinas, cansinas, llenan la agonía de querer la recuperación y lucharla con tesón, pero no conseguirla, no con la prisa de la falsa intuición. Y es por ello que pierdo la razón, el carisma, y las sombras bajo mis ojos atisban el temor. Dudas de futuro, es duro, tiembla mi mundo y me ahogo en mi rumbo, pero de pronto, una chispa, una pista, que enciende una sonrisa pícara porque veo que la brisa me trae un destello de vida, ícara, y de mi filosofía, intrínseca en mi esencia, perfecta en mi sabiduría seca, resiliencia, que ya refleja lo que sé de mí: sé sobrevivir, sé sentir, sé resurgir… y aprendo paciencia, toda una ciencia, todo un reto escueto que me enseña evolución y redención, y que es la confirmación de mi superación, de mi mejora y de mi aurora. Aquí estoy, y es suficiente, latente y consciente, y voy, voy con todo de nuevo, voy a alcanzar mis sueños.
En la medida de mis posibilidades estoy tratando de enfocar mi día a día, en pequeños pasitos en mi recuperación, en cosas bonitas. Suena simple, pero no lo es. Es una especie de filtrado general y de enfoque de energía en crear una reconstrucción bella, rodeada de cosas agradables, de personas bonitas, de flores, de pequeños paseos en entornos atractivos, y de que cada gesto y cada decisión vaya reconstruyendo mi mundo de colores y luz, de tranquilidad, de paz, de belleza…
He empezado por comprar hierbas naturales que me ayuden a descansar bien por las noches (llevo casi 4 meses sin dormir bien y sin descansar y eso acerca más a la oscuridad que a la luz), y también otro remedio para reforzar la buena energía durante el día, la vitalidad y la agilidad física y mental. Hago todo lo que puedo por mi recuperación.
Cada día paseo lo que resisto, pero en entornos de nuestra sierra o del mar, planos, tranquilos, y en los que mis ojos aprecian hermosura y mis pasos se acercan q los 10K diarios recomendados. Parece poco y sencillo, pero para mi ahora es un mundo.
Arreglo mi casa a pedacitos, muy despacito, sin esfuerzos, y he cogido ayuda para lo que requiere lo que yo no puedo hacer, pero que todo se vaya limpiando y ordenando bonito. He comprado flores en el mercado de mi pueblo, para pintar de colores mi mundo. Incluso voy mirando y buscando en publicaciones y anuncios una nueva casa para mi, un nuevo hogar que también me reconstruya y me aporte una nueva perspectiva de vida y de luz, belleza, naturaleza… Busco una casita coqueta en la que volver a empezar, tras haber renacido.
Leo cosas bonitas, escucho música bonita y miro películas bonitas…
Cada mañana me visto y me arreglo para ver una imagen bella en el espejo.
Tengo largas conversaciones agradables con personas positivas de mi entorno y conmigo misma, y he dejado de hacerlo con personas que me roban esa energía ahora tan necesaria para mi, o que me aportan zonas oscuras, no, no son bienvenidos.
Quiero aprovechar esta reconstrucción para mejorar cosas de mi misma y mis autocríticas y autorreflexiones, y rehacerme a mi y a mi entorno más hermoso.
Hace ya dos meses que me operaron por segunda vez, que volví a nacer por segunda vez, y me parece que hace muuuuucho más.
Pretendía pedir ya el alta, pero me doy cuenta que no estoy recuperada, que dos meses, parezcan lo que parezcan, es muy poco.
Hoy, por ejemplo, he tenido un día muy malo, con bastante dolor, no sé si es por el tiempo (de la otra clase, me refiero al clima) o por alguna mala postura involuntaria, pero hoy duele.
Aún no puedo incorporarme a toda mi vida, he de hacerlo progresivamente, y necesito tiempo. Y sí, es en parte subjetivo, relacionado a actitud y percepción, pero debe ser desde un prisma realista, claro, y creo que a veces me creo más fuerte de lo que soy, aunque lo soy, pero debo ser más razonable y menos visceral.
El tiempo… hoy también hace un año que tomé una de las decisiones más difíciles de mi vida, separarme de alguien que me hacía mucho mal, y tratar de romper ese hilo rojo para siempre. Supongo que lo hice, que lo he mantenido, pero que no lo he conseguido del todo porque el hilo rojo es indestructible, y aquí sigo, pensando en él. No obstante, fue la decisión más sabia y coherente, aunque dura y dolorosa, pero no me merece. No obstante, a mi me parece que hace 1 minuto de eso, y no un año.
Ha hecho también un año recientemente que cambié mi vida laboral, y aunque también ha sido duro el cambio y la adaptación, a pesar de ello, siempre me he sentido en casa y en el lugar que debo estar y para el que me he preparado toda mi vida. Ahora hace poco más de tres meses que estoy ausente por mi dolencia, y me parece que hace muchísimo más, porque lo echo de menos. El tiempo…
Y otro tipo de tiempo, el relacionado al clima. También relativo, subjetivo, en una noche de San Juan en junio en la que ahora mismo os escribo desde mi sofá cubierta con una mantita fina, y en ese mismo sofá perdida entre estas palabras hace un minuto he mirado el reloj y un minuto después, había pasado una hora.
Hace también un año que se fue una persona que para mi siempre fue referente de nobleza, bondad, solidaridad, humildad y muchos valores más que admiro profundamente, Jordi, y le mando un abrazo y le regalo un pedacito de mi tiempo muchos días, en mis pensamientos.
El tiempo… relativo, subjetivo, a veces justo, a veces injusto, en ocasiones duele, pasa rápido o lento según se siente, efímero, eterno, intenso, aburrido, esperanzador, y a veces se escurre entre los dedos, como un reloj de arena… El tiempo, un bien de lo más preciado, y más en los tiempos que corren (valga la redundancia), en que dedicar tiempo a alguien es la mejor de las atenciones y regalos.
Yo ahora tengo tiempo, para reconstruirme, para reponerme, para reflexionar y para volver más fuerte… ¿cuánto tiempo necesitaré? No lo se, pero en cualquier caso se me hará largo…
Ya son unos dos meses que emprendí la aventura de operarme de nuevo, como un dejavú.
Una de las cosas difíciles, a parte del dolor, es luchar por no entrar en bucle en la cabeza. Todos te hablan de la actitud, del ánimo, y el papel tan importante que ejerce, y estoy de acuerdo, claro, pero el bucle es un mal aliado y es inevitable, y requiere un esfuerzo combatirlo que se hace minuto a minuto, hora a hora, día a día, en cosas muy pequeñitas, y otras más grandes.
Cuando te guías por la recogida de basuras de los vecinos para ubicarte en día de la semana, y no eres del todo consciente de si estás reposando la espalda en una siesta o es de noche, te das cuenta de lo importante que es crear pequeños rutinas y estrategias para que no te coma el bucle y no pierdas la cabeza.
Por eso, yo me propongo una pequeña gran agenda que me permite pelear, con acciones y citas que puedo asumir física, pero también mentalmente. No dormir bien y descansar durante meses porque dormir duele hace que una esté tan cansada y espesa, que intelectualmente no esté plena, por eso he de generar pequeñas rutinas en las que pueda poner piloto automático pero que me permitan realizar cositas que den resultados, y por ende, me hagan sentir bien y útil, resolutiva.
Por ello, cada día limpio una pequeña zona de la casa: una estantería o algún rincón que no sea muy pesado ni de gran esfuerzo o postura: hoy tocan los cubiertos; cada día pinto algún pedacito de mi cuadro numerado, porque es un momento creativo controlado en el que no tengo que pensar y que viene guiado con los números, hasta que la postura me lo permite; cada día duermo ratos, puesto que las noches son intermitentes; cada día leo un pedazo de libro, para tratar la concentración (aunque no duro mucho porque mi razón no se centra); cada día hago mi ritual de belleza con rosa mosqueta para combatir la cicatriz del cuello, y de paso extiendo a cara, manos, pelo…en mi piel seca por las medicinas; cada día riego mi jardín, en pequeños viajes de regadera para no llevar peso, pero que siga verde; cada día intento echar un ojo a las redes sociales para estar conectada con la comunidad y las personas de mi entorno, incluso publico algo de vez en cuando para sentirme parte de ella; cada día peleo contra el bucle y a favor del ánimo…
No se puede evitar que la mente se vaya muchos ratos de paseo a quién sabe dónde, hasta que algún mensaje mimoso de alguien te trae de vuelta. Gracias a Dios que te traen de vuelta, porque si no, una se perdería en su soledad, sus recuerdos, sus añoranzas, sus sueños no alcanzados, y se mezclaría con los colores de su cuadro, hasta quién sabe cuándo…
La cabeza en una situación así también hay que cuidarla, como se pueda, como se sepa, no hay un manual de instrucciones, solamente instinto y sentido común, ganas y perseverancia en que el bucle no sea de desidia, procrastinación, o desgana. Hay que guerrear por la motivación y por dar apoyo mental al plano físico de la recuperación, que es igual o más importante.
Pronto volverá mi vida, y los bucles serán otros menos dolorosos. Soy afortunada de estar superando esto de nuevo y de tener consciencia de todo.
Dos semanas hace, si, pero a mi me parecen siglos… A pesar de que todo está siendo rápido, pues comencé con dolores antes de Semana Santa, el Jueves Santo 28 de marzo fui a urgencias por primera vez, el lunes 15 de abril cursé mi baja laboral ya con dolor insoportable y el lunes 22 de abril me operaron, a mi se me está haciendo pesado y largo… pero en realidad, dependiendo del prisma y la perspectiva, es poco tiempo.
Sigo con bastante dolor, dolores diferentes: las cervicales y el lugar de la operación, el corte en el cuello por donde me intervinieron que está totalmente inflamado, el lado derecho de mi cuerpo donde sobretodo el brazo sigue con los nervios pinzados, el estado de ánimo que también está pinzado, mi ojo derecho y lado derecho de la cara que hace unos días está inflamado por una estúpida casualidad que, gracias a Dios, nada tiene que ver con los nervios, la energía cansada…
Esta vez me está costando más tener la actitud optimista y social, esta vez, me he convertido en un bichobola. No lo puedo evitar, es el ánimo que tengo, a pesar de mis reflexiones. Y os aseguro que reflexiono, y busco la parte bonita de todo esto, pero esta vez se me hace más pesado verla. Eso compite con mi esencia, pues casi ni me reconozco, no estoy segura de que me ocurre dentro, pero puede ser también una secuela de mi proceso y supongo que también tengo derecho a flaquear, aunque no esté acostumbrada.
Tengo muchas personas y cosas bellas a mi alrededor, soy consciente y estoy agradecida, pero no saco ánimos para expresarlo y para sentirme mejor. Me preocupa, pues sé que la actitud es parte importante del proceso, y quiero encontrar ese ánimo, pero ¿cómo?
Creo que en este tipo de situaciones sería importante el apoyo psicológico y el seguimiento también, mucho, pues no solamente cuenta la sanación física, sino la emocional y mental cobran la misma o más importancia. Pero nos dejan a nuestra suerte, para lidiar con todo, solos, y con sensación de abandono por parte del ecosistema de salud que nos atiende, y me parece algo grave y delicado. Ojalá este presente que vivimos valorara más a las personas, y a las emociones, y no nos hubiéramos convertido en fríos, en dinero, en especulaciones y negocio, en asuntos… Ojalá mis doctores, la clínica Rotger donde me han atendido por segunda vez con un cuadro como el mío, con notas en rojo en mi expediente de “alto riesgo de tetraplejia”, fueran razón suficiente para intuir que este trance es traumático para mi y me ofrecieran acompañamiento psicológico por defecto, pues es lo que quizá el paciente no solicita por creerse más fuerte de lo que es y es recomendable, incluso imprescindible a su lucha y recuperación.
¿Por qué nos olvidamos de cuidar nuestros dolores emocionales y nuestras almas como cuidamos nuestros dolores físicos?
Supongo que pensaréis que si es el caso debo pedirlo y buscar esta ayuda, pero comenzar ahora otro proceso médico de listas de espera interminables, procesos burocráticos etc. no es lo que necesito, y mucho menos por alguien externo a mi situación. Creo que debería estar sincronizado con mis neurocirujanos y con el historial de mi caso puesto en común entre ellos y el profesional que me asignaran. Pero claro, supongo que eso sería en un mundo ideal figurado en mi mente…
El día 17 tengo cita con ellos, y a pesar de que me reciban con la frialdad habitual de los cirujanos exitosos que hacen la extraordinaria labor de operar a tanta gente, y de realizarlo con el tremendo éxito que marca su prestigio, trataré de transmitir mis emociones. Quizá consiga defender o despertar alguna reflexión en ellos, quizá les evoque o traslade a algún instante “Ratatouille” en alguna vivencia propia o de algún ser querido por ellos y pueda hacer que comprendan que, además de pedacitos de carne y desenlaces físicos exitosos, nuestras cicatrices por dentro y por fuera son muy humanas y complicadas de gestionar, y nos hemos puesto en sus manos totalmente perdidos y sin ningún control de la situación, y eso, es duro y frustrante, y necesita humanidad y empatía también.
Ya sabéis que este lienzo es un vómito de emociones y reflexiones, simplemente eso, y me ayuda a ponerlas en orden…
Y de repente llega un momento “Ratatouille” y tu mente viaja a un momento del pasado, uno de esos que son sensacionales, donde querrías estar, paseando con mi amigo por las callecitas blancas de Priego, que lo llenan las emociones y las personas que lo componen, y se te dibuja una sonrisa.
Es cierto que esta segunda experiencia con mis malditas vértebras me tiene esta vez compungida y muy enfadada, me cuesta buscar mi optimismo habitual, pues también estoy agotada de sentir dolor constante.
Pero el cartero llama a mi puerta…
Y de repente aparece alguien de ese momento “Ratatouille” y te recuerda que, efectivamente: “En los momentos difíciles a veces la felicidad la encuentras en las cosas pequeñas….” y encima te añade una coletilla muy suya:
“Marta, ponte buena, del tó, pa siempre”
Y entonces sonrío y pienso, en efecto, tener duendecillos como José Luis en mi vida es de esas cosas tan tan bonitas que todo cobra sentido, que merece la pena, que se disipan los males y que algo como mis patatas preferidas, las de San Nicasio, cambian mi perspectiva. Hoy mi estado de ánimo se refuerza porque esta caja que acaba de llegar a mi casa viene llenita del amor más puro: el de la empatía y de una ración de lo más valioso que tiene una persona, el tiempo y las ganas de invertirlo en proporcionar una sonrisa tierna y un momento de absoluta certeza de que ahí fuera, queda mucha humanidad, personas preciosas, y sentimientos bonitos como la amistad que mueven todo, que son el motor de la vida, que marcan el amor como la mejor medicina.
Gracias amigo, ¡no sabes cuántas! Aunque no lo creas y parezca desmesurado, esto es una parte muy importante de mi recuperación. Un golpe de humildad y resiliencia, de reflexionar, que lo necesitaba como el aire, para seguir guerreando con fuerza y positividad.
Hoy hace una semana que estoy en casa tras mi operación. Sinceramente me parecen meses…
Esta vez está siendo diferente también a nivel emocional, quizá no me siento tan bien, fuerte o positiva, no lo sé, pero lo estoy encajando peor.
Siento necesidad de estar sola, de sentirme acompañada, pero en la distancia, de estar sola en casa. De hacerme bichobola, en mi rinconcito. Es como si estuviera agotada de ser siempre fuerte, positiva y llena de polvos de hada, ahora necesito flaquear y sentirme casi casi miserable, y regodearme un poco en mi lamento, que también está bien, que también soy humana.
Estoy enfadada con mis cervicales, con mi dolor, con mis médicos o conmigo misma, no lo sé, pero el caso es que estoy furiosa. Y no quiero que nadie me vea así.
Hoy además me he despertado, por si no tuviera poco, con un ojo totalmente hinchado y más dolor, no sé si con un orzuelo o qué. Me duele toda la parte derecha de la cabeza y cara y me preocupa que pueda tener que ver con la situación de mi sistema nervioso derecho, o si tan sólo es la mala suerte combinada con un orzuelo o picadura o algo ligero pero vistoso y doloroso…
Parece que mi cuerpo se resiente y me pone freno, pero no entiendo las señales. ¿Por qué?
Estaba en un buen momento, luchando mi cambio profesional con tremenda ilusión, conociendo a alguien (que gracias a Dios se ha reflejado antes de ir a más, por mucho que duela, pero yo estaba muy ilusionada), me sentía delgada y bonita (e incluso acababa de comprar algo de ropa nueva), arreglando cosas en casa para hacerla aún más preciosa… en fin… ¿por qué la vida me está parando? ¿Con qué objetivo?
No lo comprendo, no entiendo el castigo, el aprendizaje, el dolor, tremendo, con nuevas cosas añadidas cada día que me frenan más y más.
Estoy paralizada porque, aunque intelectualmente estoy despierta, el sentir daño constante paraliza también la cordura, no poder apenas dormir dos horas seguidas paraliza el intelecto, la morfina agota las neuronas y movimientos, me vuelve lenta y espesa. Una cosa es escribir por ejemplo estos artículos privados y tardar dos horas, relajarme en mi escritura, pero para realizar otras tareas me siento demasiado pesada y densa. Por el momento poco puedo resolver, y ahora menos, con sólo un ojo.
El día 17 tengo cita con mis neurocirujanos, espero que me puedan dar respuestas a nuevos hábitos, a procesos, a cuidados, o no sé si a medicinas que me ayuden. No creo que este dolor constante de los nervios sea lo normal, no lo sé, pero yo me siento en deterioro, no en evolución. Quisiera que me ayuden a encajarlo y resolverlo. me podrían dirigir a urgencias a ver, pero es que por mi experiencia no creo me resuelva nada un médico general…
La parte psicológica es también densa, porque además de todo me siento con una especie de culpa por no estar activa, positiva y agradecida. Pero no lo estoy, esa es la verdad, y lo siento. No interactúo en las redes ni en privado, no tengo ganas. Supongo que también tengo derecho a hacerme bolita, pero no puedo evitar sentir que fallo a todos.
El haber escogido estar sola en casa es algo que mi entorno tampoco comprende, lo respetan porque no les queda otra, me vigilan y están pendientes en la distancia próxima, pero para ellos es incomprensible y dificultoso también, pero es lo que siento que necesito. Tengo movilidad, más que en la otra operación, me puedo apañar, y no sé explicarlo, no se trata de una falta de humildad de no poder pedir ayuda, de no dejarme cuidar, sino la necesidad de recogerme y estar conmigo misma y digerirme.
Lo siento, me disculpo, esta vez no lo estoy encajando tan bien, pero lo haré, dadme algo de tiempo, pues sólo hace una semana…
Dos meses antes de descubrir que me había roto de nuevo tenía un amor.
Uno de esos que era precioso, que me adulaba, que me regalaba palabras tan bonitas y me acompañaba de paseo a las nubes, que nada podía salir mal. Uno de esos a los que yo podía ser yo, y darle, y quererle, con todo lo que soy, con todo lo que doy, con todo lo que quiero.
Y me lo había ganado, a pulso, tras mi última terrible experiencia de traición y mentira, de dolor, me había ganado tener un amor bonito y disfrutar los aleteos de las mariposas.
Estaba pletórica, feliz. Estaba conociendo a una persona bonita. Nos gustaban las mismas cosas, hablábamos mucho, nos comprendíamos y hacíamos planes que iban mucho más allá del fin de semana, planes de vida. Él alentaba mi confianza, mi amor propio, y mi amor ajeno. Juntos empezábamos a ser más invencibles, más bellos, mejores personas.
Nos admirábamos con largas tazas de café o copas de vino en nuestro sofá de un rincón favorito o paseábamos a la deriva por las calles bajo la luz de los farolitos, para parar en algún resquicio a robarnos besos. Idílico.
Hasta que caí enferma, que el amor eterno se fue disipando en la indiferencia, hasta el silencio. Nunca supo si sobreviví o si necesité algo, nunca me apoyó o ayudó en forma alguna, no le importó si me sentía bien o mal, si se me complicó, o si sufría, nunca le interesó acompañarme, simplemente se desvaneció, y las promesas de amor incondicional y la certeza que me aseguraba sentir al haberme encontrado se convirtieron en nada, en medio de mi dolor.
Ya no sé siquiera si me duele más la columna o el corazón, no sé si la morfina ha mitigado también eso, pues ya es solamente una bruma de otro sueño que quiso ser y no fue, de otra promesa vacía más, de otra mentira … nunca comprenderé por qué despertó mi amor, sin intención de amarme.
Me ha obligado a lidiar con un dolor más, otra nueva cicatriz donde la rosa de mosqueta no puede suavizar, un dolor que se suma a mi recuperación, donde tenía que estar lo más fuerte posible, donde necesitaba toda mi energía positiva para sobrellevar mi post operatorio, y él, lo ha complicado.
Las decisiones y actuaciones de las personas crean consecuencias, deberíamos tenerlo en cuenta, la empatía debería formar parte de nosotros y nuestras formas de tratar y de actuar. Los valores y principios deberían considerar las conductas y sus consecuencias, el respeto al prójimo, y a uno mismo. Yo no comprendo estos comportamientos, que están a la orden del día. No entiendo muchos comportamientos sociales presentes, y seguramente hago también muchas cosas mal, pero intento ser coherente en pensamientos, sentimientos, palabras y actos. Intento no dañar a nadie conscientemente, nunca, y mucho menos, cuando ese alguien está en un momento tan frágil.
A pesar de todo, espero que la vida le ayude a encontrar esa coherencia, a pesar de todo, no creo que sea mala persona, solamente un cobarde más.
Llevo casi 20 días tomando opiáceos, morfina, corticoides… cuando se aconseja un máximo de 5 a 10 días.
¿Dolor vs efectos secundarios?
Pues depende… ayer dejé de tomarlos, porque hace dos días me duelen y sangran las encías; porque tengo hambre voraz y estoy inflada; porque mi pelo, uñas y ojos ya no brillan; porque me siento muy abatida; porque me mengua la energía que necesito para ser positiva; porque hoy me operan, y espero no necesitarlos más.
Pasar esta historia no es pequeño, y aunque sea mi segunda vez, una no está preparada para todo lo que conlleva, se prepara minuto a minuto, día a día, para combatir efectos como estos:
Morfinoides: náuseas, vómitos, dolor de cabeza, confusión, pérdida de energía, somnolencia, fatiga, inquietud, irritabilidad, debilidad muscular, espasmos o calambres. hambre, dolor de cabeza, sudoración, temblor de una parte de su cuerpo que no puede controlar, irritabilidad o dificultad para concentrarse. pérdida del conocimiento
Corticoides: incremento del riesgo de osteoporosis, inhibición del crecimiento, debilidad muscular, aumento de peso, aumento del riesgo de infección, diabetes melitus, catarátas y lentitud en el proceso de cicatritzación de las heridas. También alteraciones del humor y del sueño como irritabilidad, ansiedad, euforia, dificultad para dormir o insomnio y, en ciertas ocasiones, también puede ocurrir depresión, pérdida de memoria o disminución de la concentración. Físicamente adelgazamiento de la piel, pérdida de color en la piel y dolor intenso, aparición de estrías rojizas, atrofia de la piel y/o de telangiectasias (capilares).
Pero también hay efectos secundarios positivos, que es en los que quiero e intento enfocar, y que engloban y desembocan en un pensamiento de gratitud y esperanza: estoy viva y la vida merece la pena y es maravillosa, a pesar de todo, y la lucharé en sus efectos primarios: amor, belleza, valores, paz, bienestar, ilusión, sueños…
Me dirijo a vosotros para tratar de transmitir, desde el agradecimiento y la humildad, también mis miedos con el fin de ser constructiva y quizá poder hacer reflexionar a alguien.
Ponerse una en la piel de paciente no es fácil, de hecho, es una de las cosas más complicadas de la existencia, a mi modo de ver. No solamente pierdes el control absoluto sobre tu vida y tu persona, sino que en ocasiones como la mía actualmente, además lo haces con dolor, por segunda vez, sabiendo lo que viene (eso es un arma de doble filo, en efecto, pero el filo malo es muy malo…).
Haber potenciado y convertido la clínica en puro negocio Quirón no ayuda, yo sigo recordando nuestra Rotger con sus monjitas cariñosas, con si humanidad, cuando llevaban leche con galletas y abrazos, bromas y caricias a mi abuelo y mucha esperanza. Pero no solamente eran las siervas de Dios, que podrían estar justificadas, sino en general. Era como estar en una casa, personal y cálida, que sosegaba el proceso, fuera cual fuera. Ingresar en hospital no suele deberse a algo leve que uno pueda gestionar en la paz de su hogar, siempre es algo más complicado en lo que dependes de terceros y debes ponerte en sus manos.
Ahora el trato es frío, impersonal, pragmático y económico. Y en este lado de la película, eso es terrible y complica mucho nuestra lucha por resaltar una actitud positiva que nos ayude en tremendo proceso.
Señores Rotger, es cierto que su hospital tiene las mejores tecnologías, los mejores especialistas, instalaciones óptimas, mucho equipo humano, buena localización, incluso vistas… Es verdad que ponerse en sus manos es prestigio, es profesionalidad, es resolución, es tranquilidad… Pero necesitamos su humanidad.
Cuando una persona está enferma, dolorida, preocupada, asustada, y tremendamente cansada no puede desplazarse como he hecho yo 7 veces para pruebas y burocracias que podrían resolverse ingresándome unos días antes de mi intervención y realizándolas mientras palian mi dolor, pero claro, yo no sería rentable.
Cuando una persona está angustiada y se rompe en pedacitos con el diagnóstico fatal, como en mi caso, de tener que paralizar su vida y arriesgarla por segunda vez, un gesto, un abrazo, un consuelo cariñoso, un aliento de ánimo no estaría de más, pero claro, enviar un detalle consolador personalizado o humanizar el encuentro es inviable, no sería rentable ni económicamente, ni supongo que objetivamente.
Cuando una persona está en la incertidumbre sobre su propia vida, sobre los procesos, sobre lo que ocurrirá y cómo ocurrirá, sobre el dolor, sobre riesgos y ventajas, sobre incluso sistemas y herramientas que se usarán y su agresividad en el cuerpo y mente, sobre los efectos secundarios… una reunión o carta informativa de aliento y explicación cara a cara cambiaría la percepción de seguridad y confianza, la actitud, pero no sería rentable.
Señores salvadores, yo confío en que me salvarán de nuevo, si, pero podrían salvar también mi presente para mejorar mi futuro, el mío y el de todos los pacientes, porque eso marcaría tremenda diferencia, y les aseguro que, a la larga, les sería mucho más rentable.
Me llamo Marta Bonet, tengo 46 años y muchos sueños, muchos objetivos, muchas ganas de vivir. Soy Marta y tengo mucho sentido del humor, me gustan las personas, soy cálida y comunicativa, soy amor, y así mismo quisiera ser tratada, y sentirme humanamente rentable.
Se encoge la entraña cuando ves la guadaña. No se acerca, la oyes pasear y murmurar, y no se refleja en el espejo. No quieres que se enoje, que quede lejos, que no acongoje los tormentos ni camine hasta más adentro. Allí está bien, en la distancia, con la mirada rancia, con el va y ven de su silencio. Tras la capucha nos escucha, nerviosa, rencorosa, aguardando el momento donde la prosa torne lamento e impulso y ya no ande, corra al encuentro, y tosas, y le eches un pulso, y sientas muy adentro que estás a su merced en un cuerpo de papel, a su querer, orando por no merecerlo, por no saber, y que se calme en su hacer. No me da miedo, sentir terror no puedo, no debo, no hay honor en querelo, ni espero merecerlo. El miedo paraliza, no es una baliza, es un tormento, no te deja pensar ni respirar, no te deja brillar, y ella lo sabe, y sonríe, inestable. Ella lo huele, lo pide, lo quiere, lo suele, se alimenta de ello y quiere morder tu cuello con impaciencia, con prudencia, sin ciencia. La guadaña se mueve, tiembla, revuelve y siembra. No vendrás, no te acercarás, no podrás, no te temo, no te anhelo, no quiero tu duelo, ni tu consuelo…
Separa las vidas, separa las almas, separa los días y separa las ganas. Gracias por el viaje, he querido hacerlo contigo, gracias por el aprendizaje, y por todo lo vivido. Sigo adelante, sigo sola, sigo caminante en un campo de amapolas. Una brizna de hierba y un rayo de sol conservan mi entereza y mi corazón. Sigo adelante y soy mejor persona porque he aprendido de tu talante y de tu sombra. Desde ahora el ego lo dejo a un lado, no me apego a ningún pasado, y si me añoras piensa que te he amado y guarda mi recuerdo en el corazón y en un cajón. El fuego crepita y decapita los recuerdos o los magnifica, depende de los momentos, pero quiero vivir la vida y quiero seguir aportando, dando, convencida de que servirá para algo…
Cambios que provoca el viento, vientos que cambian los cambios, miedos que albergan recuerdos y nuevos sueños que rozan los labios. Abismos de mariposas golosas y de dragones glotones que engullen prosas, que cargan de losas que luego rebosan, pero las crisálidas te muestran las salidas, porque hay más de una, porque alguna te lleva a la luna. Vida de color ámbar que no se define, almíbar de trabas y zancadillas agridulces, pastillas que relucen en los subconscientes de la gente, y una luz, candente, inocente, que te mece. Cántame una nana y vuelve mañana, cuando abra los ojos sin los despojos de una mala mañana, de una noche de derroche o de un día sin alma, vuelve con el viento que ya no recuerda aquel tiempo y que renueva sentimientos y acaricia las entrañas, en una maraña de brisas sin prisas ni lágrimas, ni reproches…
Dibujos de Nonnetta ( http://nonnetta.deviantart.com)