Esta mañana, desde mi habitación con vistas a las Ramblas, reflexiono y comparo mis dos experiencias, que afortunadamente no tienen nada que ver.
Hace cinco años el informe general interno de la clínica ponía una alerta en rojo de alto riesgo de posible tetrapléjica. Lo vi ayer, porque ni siquiera entonces era tan consciente de a lo que me exponía de verdad.
Esta vez no es así. No me han puesto 14 grapas en el cuello, sino varios puntos internos/externos. No me han puesto una prótesis de titanio en una vértebra, sino que han “apañado” lo que me queda de disco. No he estado 5 horas en la operación sino 2 y pico. No me he hospedado 5 días en UCI sino uno y medio. No he estado casi una semana hospitalizada en habitación, sino que creo que me dan hoy el alta (2 días). Puedo andar, y me acabo de duchar sola. Esta vez seré mucho más autosuficiente, y el dolor no es tan potente, de momento (quizá son las drogas, veremos cuando me las retiren). He tenido mucho dolor previo, eso si, más que la primera operación porque esta vez me ha pinzado todo el sistema nervioso derecho del cuerpo y eso duele mucho, pero ahora tras operarme tengo dolor soportable con los tramadoles, corticoides, paracetamoles y enantyums, la otra vez era terrible. Veremos al llegar a casa, sin goteos. Dormir sigue siendo una odisea, eso si, me despierto cada par de horas a lo sumo, y a las 4 ya estoy sentada en la butaca. No aguanto la cama.
Esta vez creo que mi recuperación no durará un año, lucharé por fortalecerme antes. Varios meses no me los quita nadie, porque no voy a arriesgarme, pero esta vez el dolor es más escaso e intelectualmente estoy mucho más despierta, cansada por no poder descansar como toca, pero más espabilada.
Esta vez la recuperación la haré en mi casa, con ayuda de los míos, la otra vez tuve que mudarme a casa de mi madre porque no podía valerme por mi misma. Esta vezquiero estar en mi casa, con ayuda, pero sola si puede ser.
Esta vez he vivido una experiencia más ligera, y estoy agradecida, mucho, porque cuando me dijo mi Dr. que esto se me había reproducido, me asusté mucho, me vine abajo, y esta vez pintaba a que no estaría tan positiva, sinceramente, pero saqué fuerzas y sonrisas y adapté mi actitud, y esta vez, también lo estoy viviendo bonito … ¿sabéis también por qué? Porque me he apoyado en vosotros…
Mi noche de ayer en la UCI fue intensa. En lugar de 9 hs desde que menguaron la intensidad de las luces, parece que pasó el triple, se hizo largo…
Y es que se está tan bien cuando se está bien…
Me duelen lugares del cuerpo que ni conozco, y los cortes, pinchazos y posturas también. Pero lo que más duele es la falta de dignidad, control, orgullo… eso es difícil de gestionar. Aunque muestro buena cara, porque para mi una de las cosas más importantes de mi vida es transmitir belleza, contagiar los demás de cosas bellas, convertirles los momentos en sonrisas… Pero no poder ir al baño cuando lo necesitas, no poder asearte, so poder ser coqueta como soy, no poder siquiera levantarme de esta cama, no poder hablar largo y tendido con las personas de allí, no poder saborear algo rico, no poder mirarme a un espejo, no poder hablar con voz por teléfono, no poder leer ni entretenerme más allá del mov sin voz llevar el cuerpo medio desnudo, expuesto, pero no en versión sensual precisamente, cables colgando de las extremidades, pedazos de algodón que camuflan pinchazos, restos de … en fin… parecen banalidades, y seguramente lo son, pero son complicadas de gestionar….
La falta de sensibilidad en algunos tratos (gracias a Dios no todos, hay también almas muy vocacionales y humanas, bonitas, como mi precioso Lucas, Raúl, Clara, o Silvia, Oscar, o Jessica y tantos otros), se nota en el ruido, como si los pacientes no estuviéramos allí. Supongo que se protegen, supongo que su trabajo es tan duro, y no pueden empatizar con el dolor. Supongo que cuando más objetivos son, menos sufrimiento, pero vaya, a veces eso a nosotros, en este lado, nos cuesta… Hoy no he podido dormir apenas una hora seguida, de los ruidos, conversaciones, gritos, risas que acontecían en el pasillo tras mi puerta corredera … a parte de la incomodidad obvia y dolores… de las interrupciones bruscas para alguna prueba o medida (que comprendo necesarias, pero quizá no comprendo bruscas)…
No obstante, también cabe contar que de repente, en medio de todo, aparece una duendecilla como Jessica que le da una vuelta de tuerca a estas sensaciones, y con su corazón y cortesía, mimo y vocación, su trato cariñoso, te hace sentir tan tan bien que de repente te duele todo menos. Gracias preciosa hada por tu trato amable y bondadoso.
O aparece Lucas, mágico y precioso, empático como que más, un médico de corazón, que además me soluciona un verdadero problema implicándose personalmente, este problema si lo cuento resumido aquí, pero traerá cola, pues no lo dejaré estar puesto que me parece muy grave.
Lucas viene ayer a mediodía a mi unidad 1 a la Uci, entiendo que él es el médico encargado de la unidad o el responsable de la misma, y me cuenta que no hay camas disponibles en el hospital y que o me quedaré en Uci hasta que mi cirujano considere, o me darán el alta y a casa. Él no es partidario de eso puesto que no estoy bien y me están reduciendo medicación para ver el dolor real y analizar progreso y consecuencias etc. Cabe denotar también que mis cirujanos no han venido en ningún momento a verme. Él piensa que puede ser peligroso mandarme a casa y no a planta, y empieza a mover todos los hilos que puede.
Me parece absolutamente denunciable señores de Quirón, y así lo haré, debo contar esta historia oficialmente.
No pueden negarme cama, no pueden siquiera plantearse mandarme a casa cuando ni mi médico me ha visitado aún. No pueden poner en peligro mi vida y salud por su economía y/o mala gestión. Mi seguro debe saber que no lo acepto y quedar denunciado para que esté al tanto, lo siento, pero me parece un asunto muy muy grave.
Gracias Lucas porque no sé cómo consiguió una cama en una hab de la 4ª planta pero, sin ánimo de sonar arrogante o sin ánimo de sonar nada, a Lucas me lo gané yo con mi cariño, igual que suelo hacer, y conseguí que fuera subjetivo conmigo como casi nunca suelen hacer. Ese mérito es nuestro, no del sistema, burocracia o gestión del gran Grupo Quirón.
Esta clínica ha sido la clínica de todas las generaciones de mi familia, nacimientos, problemas y muertes. Mi abuela se fue aquí mientras entre morfina organizaba con nosotros uno de sus eventos en sus delirios. Aquí, desde Mare Nostrum, desde la calle General Riera, hemos vivido tanto… las monjitas le pedían allí a mi tía qué postre quería con su cena mientras sufría uno de los hechos más traumáticos de su existencia…
Ahora ya no es, invierte en tecnología pero deja a las personas de lado, invierte en instalaciones pero no nos dan habitación cuando la precisamos, invierte en médicos de prestigio y renombre pero no nos reciben con agilidad porque ese prestigio precisamente los tiene saturados…
Ya no somos personas, somos dinero. Es muy triste señores, y muy tangible. Lo estoy viviendo.
No creo que fuera la idea que, en 1944, el Dr. Ramón Rotger Moner y su esposa Dª Catalina Salas tuvieran al fundar la Clínica Rotger original. Pero si Fernando Rotger y Rosa María Regí siguen siendo la directiva, a pesar de haber vendido junto a Clinica Planas a los alemanes de Helios, si de veras se han quedado al frente, deberían estar al tanto de estas situaciones y seguir humanizando, si es que es eso posible ya… ¿o solamente se han quedado al frente por ego y dinero? Yo creo que no, yo creo que defendieron continuar una gestión que siempre tuvo fama de intachable y pulcra, de calidad, y de humanidad… al menos eso siempre admiré de ellos, incluso cuando quedaron tras la venta…
Quizá encuentre la manera de hablar con alguien que reciba mi historia, y no sea una locución mecanizada al otro lado… veremos…
Me dirijo a vosotros para tratar de transmitir, desde el agradecimiento y la humildad, también mis miedos con el fin de ser constructiva y quizá poder hacer reflexionar a alguien.
Ponerse una en la piel de paciente no es fácil, de hecho, es una de las cosas más complicadas de la existencia, a mi modo de ver. No solamente pierdes el control absoluto sobre tu vida y tu persona, sino que en ocasiones como la mía actualmente, además lo haces con dolor, por segunda vez, sabiendo lo que viene (eso es un arma de doble filo, en efecto, pero el filo malo es muy malo…).
Haber potenciado y convertido la clínica en puro negocio Quirón no ayuda, yo sigo recordando nuestra Rotger con sus monjitas cariñosas, con si humanidad, cuando llevaban leche con galletas y abrazos, bromas y caricias a mi abuelo y mucha esperanza. Pero no solamente eran las siervas de Dios, que podrían estar justificadas, sino en general. Era como estar en una casa, personal y cálida, que sosegaba el proceso, fuera cual fuera. Ingresar en hospital no suele deberse a algo leve que uno pueda gestionar en la paz de su hogar, siempre es algo más complicado en lo que dependes de terceros y debes ponerte en sus manos.
Ahora el trato es frío, impersonal, pragmático y económico. Y en este lado de la película, eso es terrible y complica mucho nuestra lucha por resaltar una actitud positiva que nos ayude en tremendo proceso.
Señores Rotger, es cierto que su hospital tiene las mejores tecnologías, los mejores especialistas, instalaciones óptimas, mucho equipo humano, buena localización, incluso vistas… Es verdad que ponerse en sus manos es prestigio, es profesionalidad, es resolución, es tranquilidad… Pero necesitamos su humanidad.
Cuando una persona está enferma, dolorida, preocupada, asustada, y tremendamente cansada no puede desplazarse como he hecho yo 7 veces para pruebas y burocracias que podrían resolverse ingresándome unos días antes de mi intervención y realizándolas mientras palian mi dolor, pero claro, yo no sería rentable.
Cuando una persona está angustiada y se rompe en pedacitos con el diagnóstico fatal, como en mi caso, de tener que paralizar su vida y arriesgarla por segunda vez, un gesto, un abrazo, un consuelo cariñoso, un aliento de ánimo no estaría de más, pero claro, enviar un detalle consolador personalizado o humanizar el encuentro es inviable, no sería rentable ni económicamente, ni supongo que objetivamente.
Cuando una persona está en la incertidumbre sobre su propia vida, sobre los procesos, sobre lo que ocurrirá y cómo ocurrirá, sobre el dolor, sobre riesgos y ventajas, sobre incluso sistemas y herramientas que se usarán y su agresividad en el cuerpo y mente, sobre los efectos secundarios… una reunión o carta informativa de aliento y explicación cara a cara cambiaría la percepción de seguridad y confianza, la actitud, pero no sería rentable.
Señores salvadores, yo confío en que me salvarán de nuevo, si, pero podrían salvar también mi presente para mejorar mi futuro, el mío y el de todos los pacientes, porque eso marcaría tremenda diferencia, y les aseguro que, a la larga, les sería mucho más rentable.
Me llamo Marta Bonet, tengo 46 años y muchos sueños, muchos objetivos, muchas ganas de vivir. Soy Marta y tengo mucho sentido del humor, me gustan las personas, soy cálida y comunicativa, soy amor, y así mismo quisiera ser tratada, y sentirme humanamente rentable.
La situación con la pandemia es complicada, mucho, y sufrimos en muchos sectores ya que Mallorca va vinculada al turismo, a la hostelería, como casi única industria. Todos los sectores se ven afectados directa o indirectamente en la situación económica actual.
La gastronomía es mi vida. Le he dedicado todo, en diferentes perspectivas, pero todo de mí desde que comencé a trabajar en la hostelería a los 14 años. Me he curtido a mí misma, he aprendido, he sufrido, me he apasionado, y, sobre todo, la he amado. La amo.
Ayer me preguntaron ¿quién eres tú? ¿qué eres tú? Soy creativa, soy comunicación y soy gastronomía, en toda su magnitud. Estoy triste, siento que se me rasga el corazón con todo lo que está ocurriendo y con lo que está sufriendo mi mayor amante, mi gastronomía, mi vida… No sé cómo puedo aportar luz, cómo cantar una nana a tantos compañeros, tantos aventureros, tantos clientes, tantos amantes de la cuchara, trovadores de fogones, calmadores de manteles, aderezadores de risas, amasadores de emociones, repartidores de orgasmos… Estoy aquí queridos, para todo lo que pueda hacer, para todo lo que pueda acompañar, os doy mi mano y mi esencia…
Me aplico como tópico personal la cooperación, la unión de talentos, el conjunto de iniciativas y cabezas pensantes, porque siempre he pensado que juntos multiplicamos, no sumamos, y porque siempre en toda mi trayectoria he tratado de generar iniciativas colaborativas donde podamos funcionar en sintonía, en equipo, donde pueda implicar en mis proyectos a tantos compañeros como sea posible y repartir pedacitos del pastel entre todos. Por lo tanto, en esta declaración de intenciones, me abro en canal una vez más para que, si de algo sirvo, si puedo aportar algo, acudáis a mí. Yo humildemente también tengo cosas que aportar, y estaré encantada de poder hacerlo.