Hace poco más de un mes, inicié un nuevo y transformador camino de la mano de la maestra Leyre: el yoga restaurativo terapéutico. Mi cuerpo clamaba por descongestión, y al ser parte del universo de Sa Tribu, me sumergí en sus clases especializadas en el dolor y su restauración. Lo que he descubierto ha sido mucho más que una simple rutina de ejercicios.
Estoy aprendiendo a moverme con conciencia profunda, a respirar de manera intencionada, a mirar y escuchar mi interior con atención que nunca antes había experimentado. Este proceso me ha llevado a aceptar mi realidad, a cultivarme ternura y compasión, ¡casi nada! No me considero una «yogui» al uso, no encajo en esa imagen moderna de leggings de marca y mensajes sabelotodo que a menudo rodea al mundo actual del yoga. Sin embargo, en este viaje, he tenido la fortuna de encontrar a una profesional que ha dedicado su vida a esta disciplina no por fachada, sino con verdad profunda y compromiso genuino.
Cada sesión con Leyre es oportunidad para aprender de ella y, lo que es aún más valioso, para aprender de mí misma. Sus enseñanzas van más allá de posturas físicas; me guía hacia una conexión más íntima con mi ser, ayudándome a desentrañar las capas de tensión y dolor que se habían acumulado con el tiempo. El yoga restaurativo no es solo estirar músculos, es restaurar alma, es encontrar remanso de paz en medio del ajetreo, es sanar heridas que ni siquiera sabía que existían.
A medida que avanzo en este sendero, siento cómo mi cuerpo se libera de nudos y mi mente encuentra una claridad renovada. La respiración consciente se ha convertido en ancla, permitiéndome navegar las complejidades de mi día a día con mayor serenidad. Este es un viaje hacia la autoaceptación, recordatorio constante de que merezco ser tratada con amabilidad y comprensión. Y todo esto, gracias a una decisión que, en retrospectiva, fue una de las mejores que he tomado: abrazar el yoga restaurativo.
El Viaje Transformador del Yoga Restaurativo: Una Conexión Profunda de Cuerpo, Mente y Alma
“Yoga restaurativo: la decisión que transformó mi bienestar integral”
Hace poco más de un mes, mi vida se encontró en un punto de inflexión. El camino que se abrió ante mí, de la mano de la experimentada y sensible maestra Leyre, no fue un mero desvío, sino una inmersión profunda y transformadora en la práctica del yoga restaurativo terapéutico. Mi cuerpo, que llevaba demasiado tiempo actuando como un barómetro de estrés acumulado, con señales inequívocas de fatiga crónica, rigidez y nudos de tensión persistentes, clamaba de manera urgente por una descongestión profunda y una liberación integral.
Como miembro activo de la comunidad de Sa Tribu, una escuela reconocida por su enfoque en la sanación y la gestión del dolor a través de disciplinas conscientes, no dudé ni un instante en sumergirme en sus clases especializadas. Lo que he descubierto en este breve, pero intenso, periodo ha trascendido con creces cualquier noción superficial que pudiera haber tenido sobre una simple «rutina de ejercicios» o un «estiramiento». Ha sido, en esencia, una reeducación de mi ser.El Despertar de la Conciencia: Movimiento, Respiración e Introspección
El proceso ha sido una revelación constante que opera en múltiples niveles. Estoy inmersa en el aprendizaje de un movimiento que es intrínsecamente consciente, que abandona la mecánica autómata para convertirse en un acto de intención pura. Cada microajuste, cada postura sostenida, es una conversación silenciosa con mi propia anatomía.
La respiración, por su parte, se ha erigido como el ancla vital de mi existencia. Guiada por Leyre, he aprendido a hacerla profunda, pausada y, sobre todo, consciente, utilizándola como una herramienta poderosa para navegar las sensaciones, tanto físicas como emocionales.
Pero quizás el elemento más impactante y revolucionario ha sido la invitación explícita a la introspección. Este camino me ha obligado a mirar y escuchar mi interior con una atención y una ternura radical que, hasta entonces, me había negado a experimentar. He accedido a un punto crucial y liberador: la aceptación incondicional de mi realidad presente, sin juicio ni resistencia. Este autodescubrimiento ha catalizado la capacidad de cultivarme una ternura y una compasión hacia mí misma que, lo confieso, se sentían ajenas y casi inalcanzables. Ha sido un cambio monumental, ¡un logro inmenso!La Autenticidad de la Maestría y la Práctica
Debo ser clara: no me considero una «yogui» en el sentido estricto, ni mucho menos en la acepción mediática del término. No encajo ni busco encajar en esa imagen a menudo idealizada, moderna y, seamos honestos, a veces superficial, de leggings de marca y mensajes pretenciosos o sabelotodo que, lamentablemente, ha llegado a rodear a una parte del mundo del yoga actual. Mi acercamiento es desde la vulnerabilidad y la necesidad de sanación, no desde la fachada.
Sin embargo, en este viaje, he tenido la inmensa fortuna de encontrarme con una profesional como Leyre. Ella es una maestra que ha dedicado su vida a esta disciplina no por una moda pasajera o una tendencia efímera, sino con una verdad profunda, una humildad admirable y un compromiso genuino con la sanación del ser humano. Su conocimiento se siente anclado en años de práctica y estudio honestos.
Cada sesión con Leyre no es simplemente una hora de posturas sostenidas con soportes; es una oportunidad inestimable para beber de su vasto conocimiento teórico y práctico. Y, lo que considero aún más valioso, es una guía para desvelar las capas y los bloqueos de mi propio ser. Sus enseñanzas trascienden la simple alineación física o la biomecánica; me guía sutilmente hacia una conexión más íntima, honesta y sin filtros con mi mundo interior.
Me está ayudando activamente a desentrañar los nudos de tensión y el dolor crónico que se habían acumulado a lo largo del tiempo, enquistados no solo por malas posturas físicas, sino por el estrés emocional no gestionado o por posturas psicológicas rígidas.
He comprendido que el yoga restaurativo no se limita a estirar músculos o liberar fascias, aunque lo haga de manera magistral. Es, ante todo, un bálsamo para el alma. Es encontrar un remanso de paz incondicional y absoluta en medio del ajetreo frenético de la vida diaria. Es un proceso profundo, silencioso y sostenido que actúa como un agente sanador para heridas emocionales y físicas que, hasta este momento, ni siquiera era plenamente consciente de que existían o que estaban tan profundamente arraigadas.Transformaciones Palpables: De la Tensión a la Serenidad
A medida que profundizo en este sendero, las transformaciones que experimento son palpables y multidimensionales. Siento cómo mi cuerpo se libera progresivamente de rigideces antiguas y bloqueos energéticos. La mente, que solía ser un torbellino incesante de preocupaciones y pensamientos acelerados, ha encontrado una claridad y una calma renovadas.
La respiración consciente, antes un concepto etéreo y abstracto, se ha transformado en mi ancla diaria e inquebrantable, mi primer recurso ante el desafío. Esto me permite navegar las complejidades, los desafíos y las demandas de mi día a día con una serenidad, una ecuanimidad y una resiliencia emocional que me eran completamente desconocidas hasta hace poco.
Este no es, por lo tanto, solo un viaje de bienestar físico; es un camino de autodescubrimiento profundo, de reconciliación y de autoaceptación radical. Es un recordatorio constante, susurrado por mi cuerpo en cada postura, en cada exhalación, de que merezco ser tratada con amabilidad, comprensión y respeto incondicional, empezando, invariablemente, por mí misma.
Y todo este despertar, toda esta restauración y esta nueva forma de relacionarme conmigo misma y con el mundo, ha sido posible gracias a una simple, pero poderosa, decisión. Una elección que, en retrospectiva, se ha revelado como una de las mejores y más fundamentales que he tomado en los últimos tiempos: abrazar la práctica sanadora y transformadora del yoga restaurativo.
El Ashtanga Yoga de Patanjali: Un Camino Óctuple y Profundo hacia la Unión (Samadhi)
El yoga, tal como se codifica en los seminales Yoga Sutras de Patanjali (alrededor del siglo II d.C.), se revela como un sistema filosófico, psicológico y existencial de la India cuyo propósito trasciende la mera actividad física. Su meta suprema es la liberación (moksha) del sufrimiento cíclico (el samsara) y el logro del Samadhi, el estado de superconsciencia o iluminación. En esencia, el yoga es la búsqueda activa de la unión (yoga) de la conciencia individual (Jivatma) con la Conciencia Universal (Paramatma).
Para guiar al aspirante de manera sistemática, Patanjali presenta el Ashtanga Yoga (literalmente, «yoga de ocho miembros»), una hoja de ruta progresiva y detallada. Estos ocho pasos no son necesariamente etapas secuenciales a ser completadas una tras otra, sino más bien facetas interdependientes de una práctica holística que se desarrollan simultáneamente a medida que la conciencia del practicante se expande. El camino se divide lógicamente en dos esferas interconectadas: los Miembros Externos (que asientan las bases éticas y físicas) y los Miembros Internos (enfocados en el control de la mente y la conciencia pura).—–I. Miembros Externos (Bahiranga Sādhanā): El Fundamento de la Acción Purificadora
Estos primeros cuatro pasos constituyen el cimiento ético, la purificación corporal y el control energético, preparando el vehículo (cuerpo y respiración) para el trabajo mental más sutil. A menudo, los tres primeros pasos (Yama, Niyama, Asana) se agrupan bajo el término Kriya Yoga (yoga de la acción purificadora).
- Yama (Ética Social y Restricciones Universales):
Representan la moralidad y la conducta ética del yogui en su interacción con el mundo exterior. Son abstinencias que buscan refinar el carácter, reducir el ego y establecer una base de armonía social.
- Ahimsa (No Violencia y Amor): El principio cardinal, que implica la ausencia de daño físico, verbal o mental hacia cualquier ser vivo. Es la práctica activa de la compasión y la benevolencia.
- Satya (Veracidad y Honestidad): Hablar y vivir la verdad, armonizando pensamiento, palabra y acción. Sin embargo, Patanjali subraya que Satya debe estar siempre subordinado a Ahimsa; la verdad no debe ser pronunciada si causa daño innecesario.
- Asteya (No Robar): Extendido más allá de los objetos materiales, implica no apropiarse de ideas, tiempo o energía ajena. Se relaciona con la integridad y la autosuficiencia.
- Brahmacharya (Uso Consciente de la Energía): A menudo malinterpretado como celibato, su significado profundo es la moderación y la dirección consciente de la energía vital (prana) hacia propósitos espirituales y de salud, conservando la vitalidad.
- Aparigraha (No Codicia y Desapego): La renuncia a la posesión innecesaria y el desapego de lo que se posee, reduciendo la ansiedad por el futuro y la dependencia de objetos externos.
- Niyama (Autodisciplina y Observancias Personales):
Son prácticas de purificación y desarrollo interno que el practicante adopta para su crecimiento personal.
- Saucha (Pureza): Se refiere a la limpieza externa (cuerpo y entorno) e interna (pensamientos, emociones y sistema energético). Una mente y un cuerpo limpios son esenciales para la claridad meditativa.
- Santosha (Contentamiento): La aceptación gozosa y la satisfacción con las circunstancias presentes y con lo que uno tiene. Elimina la necesidad de búsqueda externa, liberando la mente para la introspección.
- Tapas (Fervor o Austeridad): La autodisciplina ardiente que implica esfuerzo sostenido, superación de la inercia (tamas) y la voluntad de enfrentar y purificar las impurezas físicas y mentales a través de la práctica constante.
- Svadhyaya (Autoestudio): La introspección profunda y el estudio reflexivo de las escrituras sagradas para obtener conocimiento del Ser y de las verdades fundamentales.
- Ishvara Pranidhana (Devoción y Entrega): La entrega de los frutos de la acción a una Conciencia Suprema, Dios o un ideal elevado. Cultiva la humildad y el desapego del resultado.
- Asana (Posturas Físicas):
Originalmente, Asana significaba una postura firme (Sthira) y cómoda (Sukha) ideal para la meditación prolongada. Hoy, el vasto repertorio de posturas físicas (Hatha Yoga) es una herramienta indispensable. Su función es purificar los canales energéticos (nadis), equilibrar el sistema nervioso, aliviar las tensiones corporales y aumentar la vitalidad, haciendo que el cuerpo sea un asiento dócil para la mente.
- Pranayama (Control de la Respiración y de la Energía):
Es la regulación consciente y metódica de la respiración para controlar el Prana (la energía vital que impregna el universo y el cuerpo). Mediante técnicas específicas (retenciones, exhalaciones, etc.), el practicante calma el flujo de pensamientos (vṛttis) y armoniza los hemisferios cerebrales, preparando la mente para el siguiente nivel de introspección.
—–II. Miembros Internos (Antaranga Sādhanā): El Viaje de la Conciencia
Una vez establecido el control ético, físico y energético, la práctica se enfoca en el interior, culminando en los estados meditativos. Los últimos tres pasos se conocen colectivamente como Samyama (integración superior o concentración perfecta).
- Pratyahara (Retiro Sensorial):
Actúa como el puente crucial entre lo externo y lo interno. Es el proceso por el cual la mente se disocia del influjo de los estímulos sensoriales (vista, oído, tacto, etc.). En lugar de que los sentidos busquen objetos externos, se vuelven hacia adentro. Esto no es represión, sino desapego, liberando a la conciencia de su cautiverio habitual.
- Dharana (Concentración Unidireccional):
Es el primer paso del Samyama. Consiste en fijar la mente en un único punto (ekagrata) u objeto elegido. Este objeto puede ser interno (un chakra, la respiración, un sonido) o externo (la llama de una vela, una imagen). En esta etapa, el esfuerzo mental es evidente, ya que la mente lucha por evitar la dispersión (vikshepa).
- Dhyana (Meditación Profunda):
Cuando la Dharana se sostiene sin interrupción y sin esfuerzo consciente, se transforma en Dhyana. Aquí, el flujo mental hacia el objeto de meditación se vuelve continuo, como un chorro ininterrumpido de aceite. El meditador se absorbe en el proceso, y la dualidad entre el que medita y el objeto de la meditación comienza a disolverse.
- Samadhi (Absorción y Éxtasis):
La culminación del camino óctuple y el objetivo final del yoga. En Samadhi, la conciencia individual se fusiona completamente con el objeto de meditación. Es el estado de superconsciencia pura donde se trasciende la dualidad (sujeto-objeto) y se experimenta la Unidad (Kaivalya), acompañada de una bienaventuranza profunda (ananda).
- Dos Tipos Principales:
- Samprajñata Samadhi: Con apoyo, donde aún existe un vestigio sutil de conciencia sobre el objeto.
- Asamprajñata Samadhi: Sin apoyo, donde toda actividad mental cesa y el Ser (Purusha) reposa en su propia naturaleza, libre de las modificaciones de la mente (citta-vṛtti-nirodha).
El Ashtanga Yoga es, por tanto, una ciencia de la conciencia: un método práctico para disciplinar el cuerpo, pacificar la respiración, aquietar la mente y, finalmente, experimentar la realidad tal como es, logrando la liberación del sufrimiento y el establecimiento en la propia esencia.