Quizá suene a tema banal, pero para mí no lo es en el sentido del amor propio y la autoestima.
El tema físico siempre, desde pequeña, ha sido peliagudo para mí. Quizá desde el colegio, donde algunos niños un poquito más crueles se cebaron en la gordita blandita morenita peludita y de carácter fuerte y decidido para todo, menos para eso, que les plantaba cara como podía, pero que en el fondo se comenzaba a plantar cara a si misma y sus flaquezas. No hablo de bulling ni mucho menos, no dramatizo ni lo exagero como acostumbramos hoy en día a magnificar estas cosas porque no fue el caso, mi infancia fue feliz en general, mis amiguitos del cole siguen presentes a día de hoy (si si, los mismos que me decían cosas, yo soy así, siempre le doy la vuelta a las personas y los rencores no existen en mis emociones) y crecí con fortaleza y no tengo traumas importantes que hicieran de mi una persona machacada y dañada, pero si que es cierto que las mofas y burlas de unos pocos en mi primer camino condicionaron mis complejos e inseguridades físicas que se instalaron en mi para siempre, y aún, a día de hoy, me afloran a veces y me hacen sentir inestable en mi día a día, empujándome a luchar mis fortalezas mucho más y a trabajar el espejo. Quizá en realidad, esos niños me hicieron un favor que ha forjado mi potencia y personalidad, mi carisma, e incluso que aprendiera a resaltar de mi físico las virtudes que me caracterizan y a sacarles el máximo partido posible disimulando los muchos defectos. Pero me siento bonita en general, y soy una persona fuerte, he aprendido a trabajar esta autoestima y amor propio, y a día de hoy, me gusto más y me reconozco físicamente aceptando mis defectos y viéndome cosas bellas en el espejo, y creo que transmito mi propia coquetería, feminidad y sensualidad, y me gusta cuidarlas y transmitirlas. Lo mío me ha costado quererme así. Y gracias niños del cole, por hacerme fuerte desde mis principios.
Esta operación hace estragos en ese sentido también, y es algo que debo combatir y asimilar, y me cuesta, os soy sincera.
Hoy voy a intentar aguantar la pila de teñir en la peluquería, la postura cervical, o estoy segura que buscaremos la manera con mi querida Tere de que no sufra mientras colorea mis pedacitos grises sin salirse del dibujo.
Y sé lo que viene, pues ya ha comenzado. He de asimilarlo de nuevo, y tratar de combatir salir físicamente lo mejor parada posible.
La morfina, los corticoides y cortisonas no ayudan. Ya son dos semanas tomándolos, y ya noto sus efectos, La cortisona me ha inflado 5 kl, no he engordado, sino que estoy hinchada con líquidos, como un globo de agua. El Tramadol de morfina me daña el brío del cabello, me descontrola el vello corporal, las uñas, la piel… De momento creo que solamente lo noto yo, pero lo noto mucho y regreso, sin quererlo, a aquellos momentos de niña donde me sentía patito feo.
Hiervo agua con jengibre, ramas de canela, peladuras cítricas, y voy bebiendo el brebaje porque es antiinflamatorio y digestivo, me hace bien, me sacia y despista mi ansiedad de dulces y guarreos. Todo ayuda.
No dormir apenas también dibuja trazos extraños en mi rostro, me miro en la profundidad de mis ojos en el espejo que cargan bolsas y mi color es más opaco. Espero no perder el brillo.
La reflexión sobre lo que viene también es escabrosa, pues la operación tiene lugar desde una incisión en el cuello, en la garganta, que la vez pasada me colocó 14 grapas y una cicatriz que consiguieron disimular muy bien con el pliegue natural del cuello, la verdad, pero supongo que una segunda cicatriz será más difícil de camuflar, veremos. Rosa de mosqueta, ya la he encargado.
En cuanto a la convalecencia, pues es lenta, pesada, farragosa y con movilidad muy reducida, a pesar de intentar andar lo que pueda, los músculos se resienten, la flacidez, y me vuelvo más blandita. No puedo hace ejercicio en este estado, aunque para qué engañarnos, no lo hago tampoco normalmente, pero ya tengo 46 años y la cosa cambia a pasos acelerados. Tendré que replantearme este aspecto de mi vida y hacer cambios, y encontrar algo que me motive a moverme y trabajar mi cuerpo. Esto se me hace una montaña verdaderamente, no sé ni por dónde empezar. Quizá alguien me puede guiar a modo de entrenador personal que me acompañe, o prestarme una elíptica o algo que pueda probar, o no lo sé.
En definitiva, mis galanes y pretendientes, sigo siendo una mujer preciosa pero hago una pausa física para volver a trabajar mis encantos alrededor de esta situación de crisis. Esperadme, que volveré bonita, es parte de mi recuperación. Mientras tanto, os agradezco piropos y halagos bonitos y respetuosos, que yo si soy de esas que los reciben con una sonrisa…