Mañana cumplo 47 años, y dentro de mi reflexión, me doy cuenta que sólo quiero que suenen a tranquilidad. Tan simple y tan complejo; la calma, el sosiego, la paz, la armonía… Ha sido un año duro, de hecho, han sido cinco años duros entre salud, 3 operaciones, pandemia, cambios, nuevas perspectivas laborales y cerrar mi empresa de 20 años, amores fallidos que han dolido, se fueron mis gatitos con 17 años a mi lado, robo en casa, fallecimientos de familiares y varios amigos… pero llenos de vivencias y reflexiones que simplemente me llevan a valorar la serenidad, que es la verdadera esencia del bienestar. Llenos también de cosas positivas, claro, las que intento ver más sólidas siempre que las cosas feas. Si hago balance de mi vida hasta ahora, ha estado constantemente llena de emociones, de experiencias, de límites, aventuras, de decisiones, de inicios, de equivocaciones, de aciertos, de eso: ¡de vida! ¡No he parado, ha sido desenfrenado, expuesto, público , apasionado y ahora estoy agotada y quiero dejarme llevar con paz y mecerme un poco en la inercia. Con el avance de los años me doy cuenta de que la armonía reside en estar cubierta y en calma desde todas las aristas de mi persona; desde la salud, imprescindible, y ahora mucho más valorada que antes; desde la economía, obligatoria en una era social donde el dinero si se ha convertido casi en la felicidad, digamos lo que digamos los románticos; y para mi, sobre todo y ante todo, desde el constante anhelo del amor, ¡ah el amor!, pero el de verdad, el que te da una vuelta de campana y te revuelve hasta las entrañas, porque “lo más grande que te puede suceder es que ames y seas correspondido”; desde la belleza, pues tener la capacidad de intentar (con humildad lo digo) hacer bonito todo lo que toco es también armonía y motivación , y yo quiero cosas bonitas alrededor siempre; desde la empatía, porque tratar de comprender y cuidar al prójimo antes incluso que a uno mismo a mi me da paz, dar amor me da paz; desde el aprendizaje constante en aciertos y errores y la capacidad de auto crítica que enseña y sana con la sabiduría y valentía de mirarse uno mismo de verdad en el espejo; desde la falta de frío o calor que produce también sensación de felicidad con la suerte de tener un buen hogar y entorno que lo proporcionan, y mis personas alrededor que lo facilitan con un abrazo literal y figurado, en tantos formatos; desde, en definitiva, mis principios y valores que son míos, inalterables, intocables, inamovibles, para bien o para mal, los mejores que puedo tener, que me sostienen, y que evolucionan, pero desde los mismos cimientos. Paz, tan simple y tan complejo, tan importante y tan necesario, sin aspavientos, sin hazañas, sin grandes movimientos, sin más ensayos, simplemente ser, y hacerlo con respeto por mi misma, y por ti. ¡Gracias por estar aquí!