El proyecto más complejo que he dirigido: mi salud

El proyecto más complejo que he dirigido: mi salud

Durante años fui directora de mis propios proyectos.
Coordiné clientes, equipos, campañas, aperturas, cronogramas.
Gestioné presupuestos, imprevistos y ese intangible que todo lo sostiene: las personas.
Sabía cómo planificar, prever, resolver, crear…
Hasta que la vida decidió asignarme el proyecto que ningún máster enseña: mi propio cuerpo.

En 2019 empezó la primera tormenta. Una hernia cervical se desparramó dentro de la médula y, sin previo aviso, mi cuerpo dejó de obedecer y comenzó a doler. Aguanté un año entero —dolor, parálisis, vértigo y mil síntomas más—, porque los autónomos no enfermamos; solo posponemos el colapso. Hasta que me quebré, literalmente, me desplomé en el centro de salud. Allí comenzó todo. La primera operación me salvó la vida, pero me dejó una cicatriz en el cuello y otra más profunda: la de saber que no todo se arregla con voluntad.

Pensé que ahí terminaba la pesadilla. Pero el cuerpo, como un proyecto mal cerrado, guarda siempre tareas pendientes. El COVID llegó después, arrasando lo poco que quedaba en pie. Y, como buena gestora, intenté reconstruir desde las ruinas. Acepté un nuevo cargo como Project Manager en una cadena hotelera. Volví a la acción, convencida de que el cuerpo estaba preparado. No lo estaba.

Cinco años después, la historia se repitió. Otra operación, otro parón, otro aprendizaje forzado. Esta vez sin titanio, pero con las mismas preguntas: ¿qué pasa cuando quien dirige proyectos se convierte en su propio caso de emergencia?

La nueva hoja de ruta

He aprendido que los proyectos personales también exigen fases, recursos y planificación.
Cuatro neurocirujanos, dos operaciones, traumatología, fisioterapia, resonancias incontables, millones de pruebas, me han mirado por fuera, por dentro… El veredicto: artrosis crónica, pérdida de curvatura cervical, daño neurológico en el lado derecho. No hay tercera cirugía posible. El plan ya no consiste en reparar, sino en sostener.

El equipo humano

Formé mi propio comité interdisciplinar, un engranaje de apoyo que funciona a base de ciencia y ternura:

• Ester Valencia, médica de cabecera y directora de orquesta.
• Pedro Llinás y Mario Gestoso, neurocirujano y traumatólogo.
• Alberto Rivas, fisioterapeuta

• Los servicios de ejercicio y salud de Sa Tribu, en Esporles.
• Leyre, profesora de yoga con una rama de yoga restaurativo terapéutico.
• Miguel Tejero, anestesista en la clínica y unidad del dolor Aliviam.
• Juan Arbona, osteópata especializado en la técnica Mackenzie.
• Natalia y Mari, psicólogas.

• En espera de la unidad del dolor de Son Espases

Ellos son mi comité de crisis, mi engranaje de reconstrucción.

El laboratorio interno

He pasado por un arsenal de medicamentos digno de una farmacia itinerante: meses de cortisona, Pregabalina (Lyrica) para apagar el incendio de los nervios, antiinflamatorios de caballo, infiltraciones con anestésicos y corticoides, Tramadol, morfina… pastillas que aliviaban un dolor mientras fabricaban otros y producían estragos en la autoestima física y emocional.

Hasta que un día di un golpe sobre la mesa: ¡basta!. Porque la medicación también duele. A veces repara, a veces destruye; a menudo ambas cosas a la vez.

Ahora solo mantengo un pequeño aliado: Duloxetina, un duendecillo químico que equilibra el dolor crónico y me deja respirar entre los picos. Y cuando el cuello ya no aguanta, recurro a un collarín unas horas, o a una esterilla de calor que silencia el grito físico por unos minutos, a cremas que alivian, y a alguna dosis de morfina si no puedo más. Vivir así es un ejercicio de logística: aprender a negociar con el cuerpo cada jornada.

La otra fractura

El dolor físico es solo la mitad del mapa. La otra mitad se libra dentro.

La mente y el corazón también se inflaman. El cansancio se vuelve emocional, la tristeza ocupa espacios que antes eran movimiento. Te cambia el espejo, la energía, la manera de mirarte. Te vuelve invisible en un mundo que no tiene tiempo ni ganas para quien camina más despacio, y más triste.

Hay días en que el cuerpo resiste y el alma se desmorona. Y otros en que el alma sostiene lo que el cuerpo ya no puede. Por eso cuido mi salud mental y emocional con la misma disciplina con que gestiono un cronograma: psicoterapia, escritura, silencio, lágrimas cuando toca, y ternura cuando puedo.

Porque la salud no es una cuestión de fuerza, sino de permisos: el de parar, el de llorar, el de volver a intentarlo.

Sostenibilidad y vida cotidiana

He entendido que no se trata de curar, sino de convivir con el dolor. Cada día tiene su propio acta de reunión: lo que se ha conseguido, lo que sigue pendiente, lo que duele y lo que aún da sentido.

He reducido el tabaco, casi eliminado el alcohol, y trato de que la comida sea aliada, no castigo. Uso geles de árnica, CBD, una máquina TENS, y paciencia como herramienta de trabajo. El sueño sigue siendo unos de mis KPI más débiles. Y mi casa —con calor, con amor, con colchón cansado— mi rincón de recogimiento. Recuerda que también hay que cuidar la infraestructura emocional del hogar, es muy importante sentirte bien en tu nido.

Aun así, sigo. Con dolor constante, con vértigos, con cansancio crónico. Y con algo que no recetan: actitud.

Crear para sobrevivir

De este largo expediente nació Pelusa, la versión más tierna y más lúcida de mí misma.

Ella es la que observa, la que cuenta sin dramatizar, la que escribe cuando yo no puedo. A través de sus Pelusamientos relato —o relatamos— esta bitácora de reconstrucción: una mezcla de medicina, resiliencia, humor, ironía y prosa poética.

Pelusa es mi memoria emocional, mi manera de convertir el dolor en lenguaje y la fragilidad en relato. No busca compasión ni aplausos; busca sentido. A veces se queja, a veces se ríe, pero siempre cuenta su verdad.

Porque lo que no se cuenta, pesa más. Y lo que se nombra, duele menos.

Conclusión abierta

Sigo sin saber qué dictará el tribunal médico ni qué versión de mí aprobará el futuro. Pero sé que sigo dirigiendo este proyecto con la misma seriedad con que he dirigido todos los demás.

He aprendido que el éxito no siempre está en cumplir los plazos, sino en sostener el propósito. Y el mío es claro: seguir viva con conciencia, belleza y algo de humor, incluso cuando el cuerpo protesta.

Este es mi proyecto más complejo, mi tesis más íntima, mi empresa más frágil y más verdadera.

Y Pelusa, esa criatura de tinta y corazón, es la bitácora donde todo se traduce: mi forma de decir, con suavidad pero con fuerza, que sigo aquí. Dirigiendo, sintiendo, reconstruyendo, y creando. Me estaba muriendo de pena sin crear, soy creativa, y lo necesito. Siempre escribo, porque es mi manera de vomitar emociones, es mi forma de sentirme mejor.

Si os apetece, Pelusa os da la bienvenida a sus Pelusamientos:

https://www.instagram.com/pelusamientos

Mi propósito de vida

Mi propósito de vida

Este año y medio de convalecencia, hecha bicho bola en casa, aprendiendo del dolor, me ha permitido mucha reflexión. Muy profunda.

Cuando la vida te obliga a frenar, a parar en seco, a ser resiliente, a combatir y enfrentarte a todos tus fantasmas que hacen fila para hablarte, día a día, hay una pregunta master que suena estridente en el silencio y deja muchos ecos: ¿Quién soy y cuál es mi propósito en la vida?

Es una pregunta tremenda, en mi meridiano de camino, en mi momento más vulnerable, blandita, herida, y en el silencio de la soledad más absoluta que suena tan estridente, me produce tal inquietud que me sumerjo de lleno en lecturas, investigaciones, videos, conocimiento de nuevas herramientas, indagaciones, reflexiones y un sin fin de cosas que me permitan darme respuestas. Me cuesta mucho concentrarme, el dolor hace mucho ruido, me encuentro mal, muy mal, pero he de seguir viviendo y he de buscar la forma de hacerlo en equilibrio con mi nueva realidad, y con la mayor dignidad posible.

Para ello, hay una pregunta muy intensa que rige mi investigación: si tú fueras amor ¿qué dirías? ¿Qué harías? ¿Qué decidirías?

Porque haga lo que haga, quiero siempre hacerlo desde el amor, no desde el ego u otros aspectos, sino desde los valores y principios que rigen el amor.

Lo cierto es que flaqueo muchos días, es tremendo vivir en el dolor, pero trato de conversar con mis pensamientos y sumergirme en los que son positivos, porque trato de reconstruirme en mi mejor versión, que solamente incluya belleza y buenos sentimientos, que se disipe la oscuridad de mi experiencia y se transforme en serenidad y aceptación, en paz, y en amor.

Y para poder producir amor, todo comienza por una misma y el amor propio. Por ello, tras esta poda que ha hecho mi salud en mi, me siento injertada y quiero que lo que resulte de mi nueva yo sea un nuevo brote vital, lleno de flores, y que de frutos reforzados y mucho más jugosos, sabrosos y bellos.

Soy consciente de que me queda un largo camino aun, dificilísimo, duro, atroz, pero lo único que puedo hacer dentro de mis limitaciones es pensar y positivizar mis pensamientos, y transformar mis emociones en belleza. No puedo ni quiero dejar que el agotamiento y la oscuridad sean latentes en mi nueva proyección.

Mi manera de expresarme tiene tres fortalezas muy puras y notorias en mi desde siempre: mi creatividad, mi sentido del humor y mi escritura. Son mis armas y mis armaduras en toda esta gran batalla que es la vida.

Dentro de mi dolor he creado un alter ego que es mi voz y me permite expresarme, se llama Pelusa, y es un reflejo de mi misma y de cómo me siento. Pelusa no tiene boca porque está en un momento de observación y de constante reflexión. Pelusa es mi niña interior, pero piensa en adulto, se ríe de la vida y sus durezas, es tierna y se mueve en un entorno bonito y de colores suaves, tiene el pelo alborotado porque todo lo que merece la pena en la vida, despeina, tiene su pronunciado sentido del humor ácido e inteligente, y va acompañada de su mariposa Berta. Berta representa a toda la red segura de apoyo que me acompaña en mi proceso de recuperación y resiliencia, es su metamorfosis y su conciencia.

No sé cuando podré volver a funcionar, ni cómo podré hacerlo. No sé cómo seguir sacando fuerzas para combatir con el dolor, con la atrofia, con la espesura, con las limitaciones, con los efectos secundarios, con la autoestima…

Ojalá pudiera volver a sentirme bien, dejar de sufrir, pero esta es mi realidad y he dejar tratar de transformarla en aprendizaje y en aceptación, e intentar crear cosas bonitas con estas nuevas herramientas que estoy aprendiendo.

Quiero volver a estar serena, estoy muy cansada, agotada, pero no derrotada.

Quiero vivir.

Mi propósito en la vida, desde el amor:

Soy Marta Bonet, una comunicadora inquieta que siempre ha unido pasión y estrategia. Tras años en hoteles y restaurantes, lancé Pepper Mallorca, la burrita embajadora de destino en un agroturismo de Mallorca. Su campaña se convirtió en caso de éxito mundial, catalogada entre las diez campañas de comunicación más influyentes del sector Turismo.
Ese hito me llevó a fundar Rebuzzna Comunicación, a impartir conferencias, formaciones, liderar cientos de proyectos, y a crear el primer posgrado en comunicación digital de la UIB (Universidad de las Islas Baleares).

Después de un periodo de salud largo y difícilque me obligó a detenerme, quiero regresar serena y renovada, con la coherencia como mantra: sentir, pensar, comunicar y hacer van de la mano. No estoy recuperada ni activa todavía: el dolor es latente, y vivo en un compendio de tratamientos físicos, mentales, emocionales y médicos. Aún no estoy lista para volver a la batalla, pero sí para la reflexión sobre mi reconstrucción.
Soy Ave Fénix.

Necesito un tiempo más y no sé  cuánto ni en qué condiciones podré regresar a mi vida. De hecho, no se si podré hcerlo. No sé cómo valdré ni cómo continuaré, no sé cómo hacerlo con dolor crónico y con tods mis secuelas. Pero sé que lucho como una guerrera, cad día, y que buscaré la forma de ser fiel a mis principios, valores y a mi nueva realidad, con dignidad. Y volveré a crear. Porque soy creativa, y eso es un sello que me define.

Mi propósito no está escrito en la vida laboral ni en el DNI, aunque esos papeles muestren las huellas de lo mucho que ya he caminado. Lo que en ellos se repite es una constante: emprender, crear, comunicar, dar forma a ideas y convertirlas en belleza.

He abierto hoteles y agencias, he creado y dirigido cientos de proyectos, fundaciones, eventos y personajes; he imaginado tantas cosas que después hice tangibles… Siempre con pasión, con esa mezcla de creatividad y servicio a los demás.
Y ahora, en este momento más lento y frágil, siento que mi propósito ya no es solo hacer, sino también serreconstruirme, aprender a sostener el dolor, dar voz a mi resiliencia y compartir lo aprendido.

Dicho de otro modo: mi propósito es transformar experiencias —las mías y las de mi tierra— en historias, proyectos y comunidades que inspiren, ilusionen y emocionen. A veces desde la empresa, a veces desde lo poético, a veces desde lo cotidiano, a veces a través de algún personaje.

La pasión sigue siendo mi ingrediente principal, y la comunicación, el eje de todo. La escritura es mi esencia, la creatividad mi gasolina.

Ahora soy una pelusilla, un pajarillo con las plumas mojadas, aprendo paciencia con óxido en la armadura. No estoy rota, estoy injertada, el dolor hizo poda y ahora todo lo que brota es  nuevo y esencial. La herida me hace crecer, y volveré con una nueva mejor versión de mi misma. 

Otra herramienta en mi camino…

Otra herramienta en mi camino…

Ayer empecé yoga terapéutico guiado por Alberto, mi fisio, y por Leyre, mi maestra en este nuevo camino. Entro con pies de respeto, principalmente por eso, por ellos.

Soy muy escéptica a todo el mundo yogui occidental, la verdad, porque creo que no es cosa de broma, y que el yoga engloba una cultura, una filosofía de vida, ancestral, de tierras lejanas, de culturas sabias, y pienso honestamente que lo hemos acogido sin ningún conocimiento ni historia, sin trayectoria ni entendimiento, sin respeto, y lo hemos banalizado y degradado a un ámbito superficial y mundano, cuando es todo lo contrario. 

Desconfío del “yogui de escaparate”:el yoga no es una coreografía con leggins, es un linaje, filosofía, disciplina, siglos, humildad, sabiduría …

Yo lo miro sin prisa, con hambre de aprender y con la humildad de quien no sabe nada.

En general tengo mucho respeto a lo desconocido, a lo que no se, y especialmente cuando es algo que tiene milenios de historia y cultura, y que engloba tanta importancia incluso ancestral, antropológica, lejana…

Dicho esto, mi momento es muy delicado y como sabéis, sufro, y mi presente es frágil y ruidoso. Convivo con el dolor .

Absorbo conocimientos saludables ajenos para mi transición y aceptación de mi nueva realidad con el dolor crónico. Me abro a remedios y costumbres para configurar un nuevo camino saludable. Me he rodeado de especialistas en salud, profesionales, recojo herramientas, y todos, me han recomendado está práctica para cuerpo, mente, emociones.

Necesito trabajar mi flexibilidad tras año y medio de quietud forzada y sedentarismo obligado, necesito aprender a respirar y buscar la paz interior, necesito almacenar nuevos conocimientos sobre mi misma, mi equilibrio, mi escucha interior, aprender la gramática de mi cuerpo: pausa, escucha, medida. Debo convivir con la gestión de mi dolor, mis emociones, mi psicología, mi calma… y el yoga terapéutico puede ayudarme en mi proceso, un gesto bien hecho, un músculo que despierta, un hilo de aire que me cose por dentro… 

Obviamente con una maestra formada, desde el conocimiento, la sensibilidad, profesional, capaz, y que tiene muchos años de práctica, credenciales y aprendizaje, trayectoria de humildad, y que vive en esta filosofía en cada poro de si misma y de su vida. 

Ayer comencé mi primera práctica, de su mano, y me sentí tan abrumada de mi misma, de mi proceso, de un silencio muy sonoro con un eco que solamente escuchaba yo y que me decía “tu puedes”, que rompí a llorar profundamente. No de derrota, sino de desarme.

Me desnudé por dentro y me quedé sola entre la demás gente, con silencio estridente, y con una voz dentro de mi que susurraba “enfréntate a tus miedos” que dejaba un halo de eco “miedos… miedos… miedos…” y es que mis miedos son muchos, son grandes, poderosos, son imponentes, crueles, pero yo, yo soy más fuerte.

Gracias, maestros.

 

 

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Soy la resistencia

Soy la resistencia

Hoy me pesan especialmente las cervicales como si cargaran la tristeza del mundo. He dormido fatal.

Vi la noticia de Irina y no se me borra de la cabeza ese vagón lleno de cuerpos presentes y almas ausentes.

Tantos ojos abiertos, tantas manos completas, y ni una se tendió, ni una la asistió, y no lo entiendo. El silencio se volvió verdugo, y esa piedra muda cayó sobre su último aliento y su mirada asustada. No sé por qué me afecta, pero me afecta. Casi puedo sentir lo que sintió ella en esos terribles minutos.

Se nos llena la boca de discursos solemnes: Gaza, la paz mundial, el cambio climático…Pero la humanidad no se mide en pancartas, banderas en los balcones, ni en titulares, sino en la reacción mínima ante un grito que se apaga. Simplemente mínima humanidad, empatía, reacción aunque fuera por impulso, que yo consideraría inevitable, incluso involuntaria, como cuando te golpean la rodilla y esta se agita. Por defecto, mínimo, por diferenciar al ser humano de las bestias en el ciclo de la vida.

Y ahí, en ese vagón, no hubo nada. Ni un gesto, ni una grieta de compasión. Solo un vacío que hiela. Sólo la nada contra la que combatía Atreyu.

Me asusta pensar que no hacen falta guerras nucleares ni meteoritos para acabar con nosotros. No pereceremos por el cambio climático: nos bastará con la erosión moral, con el hábito de no mirar, de no sentir, de no escuchar….

Mirad el mundo, más allá de Gaza y de vuestras narices, mirad los gestos cotidianos de las personas en el autobús cuando no ceden el asiento a un anciano, mirad las caras de sorpresa cuando entras en un comercio y das los buenos días, observad la basura en las calles, sed conscientes de todos los trucos de ilusionismo que nos desvían la atención cada día y nos segregan…

La autodestrucción viaja sentada a nuestro lado,camuflada entre pantallas y prisas, y nosotros seguimos fingiendo que no la vemos.

Yo no sé adaptarme a ese gris. Yo no soy gris, quizá soy Momo.

Soy torpe para la indiferencia; me atraviesa como viento en puertas mal cerradas.

Dicen que los altamente sensibles sentimos todo multiplicado, pero ¿no debería ser esa la medida de lo humano? Duele… duele todo… vemos lo que los demás no ven, observamos todo, pequeños detalles, momentos, instantes, miradas, gestos, como Irina, como el gesto en sus ojos que decían: no entiendo nada. Vivimos constantemente en una dimensión diferente, como más intensa, no lo se explicar, y duele constantemente.

De hecho ¿No es más extraño lo contrario: ese entumecimiento que convierte a los vivos en estatuas, en seres inertes que traicionan la naturaleza humana con cada pincelada gris de incivismo, con cada ataque a los valores humanos, a los derechos humanos, al amor? ¿No es eso sentido común?

Por eso insisto en pintar colores. Con palabras, con ternura, con la obstinación de quien sabe que un solo trazo puede rescatar un paisaje. Con lo que puedo.

No sé si sirve, no sé si inspira, si ayuda a alguien, si merece la pena, pero me niego a entregar la paleta al gris.

Escribo para recordarle al mundo que aún respira, para encender una llamita aunque el viento sople con furia. Escribo porque es mi manera de pintar colores y que alguno sobresalga. Escribo porque en esta guerra, soy la resistencia.

Quizá nadie vea mi lucecita o mis colores, o quizá alguien la encuentre en su propio vagón oscuro y le ilumine el camino.

Y entonces, aunque sea solo por una persona, habrá valido la pena.

Soy una pelusilla…

Desde que me operaron por segunda vez hace dos abriles, hace ya un año y medio que parece un siglo (o al menos un montón de días grises), me he convertido en una especie de guerrera, armada con la paciencia que no tenía, con un arsenal de medicamentos y escudada con mi sentido del humor que, aunque a veces se tambalea, sigue latente.

El “cortisona, morfinas, antiinflamatorios y lyrica’s party” con los que he lidiado tantos meses me han regalado muchas secuelas físicas, psíquicas, emocionales complicadas. Inflada, con el lado derecho del cuerpo paralizado y muy dolorido, el sistema nervioso atrofiado, sin apenas dormir un par de horas seguidas desde hace año y medio, con el cabello sin mis rizos habituales, las uñas no crecen, la piel es trágica, las emociones nubladas, estoy espesa en pensamientos y movimientos… La autoestima, claro, a veces se resiente, porque ya sabéis que una es coqueta y le gusta verse bonita y también fuerte, pero aquí estoy, cada día sobre las ocho de la mañana, discutiendo con el ejercicio físico y hablando con los pajaritos, algo que en mi vida hubiera imaginado, pero que ahora es parte de mi nueva normalidad, y dejándome cuidar aparcando la fortaleza a un ladito, por segunda vez.

Mi fisioterapeuta se ha convertido en mi cómplice de batallas, mi mejor aliado y mi maestro, dirigiendo mis movimientos, enseñándome a convivir con este cuerpo que me parece ajeno, feo, desgastado, cruel y muy cansado y también cuento con especialistas aliados en esta travesía emocional. La resiliencia es ahora mi bandera, y aunque me cueste mucho hacerlo, comparto este video, donde no me siento en mi mejor versión física, incluso me doy vergüenza, pero quiero que se vea mi realidad, esa lucha diaria, esa transformación, ese camino de intentar volver a ser yo, o al menos la mejor versión posible de esta nueva yo. Porque en realidad llevo cinco años luchando (una operación en 2019 y la segunda en 2024), y enfrentando a todo tipo de demonios, y trato de hacerlo con una sonrisa.

Sigo de baja desde hace año y medio, ausente, sin saber qué me depara el futuro, con terrible dolor crónico que se ha vuelto mi sombra, pero con la esperanza de que, con cada pequeño esfuerzo, con cada mañana de ejercicio, con cada sesión de fisio, con cada palabra de aliento, con cada pensamiento bonito, con cada pequeña creatividad, estoy, de alguna manera, moldeando una nueva Marta, más fuerte, más valiente y, sin duda, más auténtica y bonita. Todo es aprendizaje, muchas veces duro, pero las cosas pasan por algo. La semana pasada me volvieron a hacer muchas pruebas, un nuevo neurocirujano, pruebas dolorosas y complicadas para tratar de valorar los daños pasajeros y permanentes. Tengo miedo, pero afrontaré los resultados.

Mi vida de antes se ha quebrado, se ha roto, he dejado de ser “útil” para la sociedad, pero no es importante. Es pasado, y, de hecho, no lo quiero, no quiero volver a aquel ritmo, a algunas de aquellas personas, ni a aquella vida. Lo realmente relevante es conservar mi esencia y potenciar una nueva versión de mi misma, con una utilidad diferente y aferrada a mis principios y valores, a mi paz, a la humildad que me provee mi situación, y al amor de mi entorno de aquellas personas que han querido acompañarme porque para ellos no es relevante cuán útil soy, sino mi persona con total profundidad, solidaridad, y empatía incluso en mis peores momentos y versión, y la fe en que volveré a resurgir, la fe en mi. Yo comparto esa misma fe, aunque esté cansada, agotada , aunque el camino sea complicado y duro y a veces flaquee, pero lucho cada día por remontar, y lo haré. Gracias por acompañarme, por esperarme, por confiar en mi, por quererme, por apoyarme, por valorarme, por respetarme… Gracias vida por ponerme a prueba, cada día la supero un poquito más buscando esas caricias que me motivan a continuar la tremenda lucha. Tendemos a preocuparnos y no ocuparnos, a no vivir en presencia cada instante, a desaprovechar y malgastar el amor, tendemos a ser idiotas, pero en una fracción de segundo puede cambiar todo, y lo único que prevalece, es la propia esencia y el amor en todas sus versiones. Es lo único que importa, es la única impronta que anhelo dejar en este mundo: haber funcionado siempre en base al eje del amor (propio y ajeno). Lo demás, es irrelevante.
Aunque exhausta seguiré batallando porque soy una guerrera, pero aún me queda un ratito más…

Os echo de menos, disculpad mi ausencia, pero a veces es tremendamente importante la introspección. A veces no es momento de volar, sino de coger impulso en silencio…

Mi arsenal en la batalla

Mi arsenal en la batalla

Ya vamos hacia un año y tres meses de tortura. Un largo periodo en el que el sufrimiento es latente desde muchos (o todos) los aspectos de mi vida: el dolor rige, la paralización, la autoestima, el amor propio, la perspectiva, el miedo, la tristeza, la soledad, la debilidad, la profesionalidad, la vulnerabilidad, el amor… todo duele.

No obstante, trato de ser todo lo positiva que que puedo, pues soy consciente de que la actitud es más de la mitad del proceso, aunque es muy difícil. Tengo el ánimo muy cansado, exhausto, y libro una batalla interior que nadie comprende, desde hace ya 5 años.

Haciendo acopio de todas las armas con las que cuento para luchar en esta revuelta, voy a escribir una lista. Escribir me reconforta ( y contabiliza como una de las fortalezas de mi arsenal). Hacer una lista por escrito es una manera de coger fuerza.

Vamos allá:

Expresarme ( siempre me he apoyado en la comunicación, como persona y como profesional, explicar, conversar, escribir, orar … la comunicación en todas sus vías. Bien es cierto que estoy en silencio desde hace meses, en silencio digital y público, sigo comunicando de forma íntima, escribo; comunico con mi gente (la que está, la que me apoya); y voy al psicólogo para expresar y vomitar mi dolor también y aprender de nuevos recursos para continuar la lucha)

Rodearme de personas vitamina y de buenos profesionales (a pesar de tener una vida solitaria y no compartirla actualmente con nadie, si que me apoyo en personas de mi entorno personal y también estoy formando una red de profesionales (médica, fisio, psicóloga, traumatólogo…) que me ofrecen recursos y herramientas. Me nutro del amor y el cariño de los familiares y amigos que han decidido estar, acompañarme, cada uno a su manera y todas ellas, bellas. Me nutro de consejos profesionales y apoyo, herramientas y medicinas morales y físicas de mis médicos, terapeutas y profesionales de la salud, con la experiencia para acompañarme en mi nueva realidad y su dureza: el dolor crónico)

La creatividad la tengo bastante dormida, no tengo fuerzas, pero en realidad siempre ha sido mi gasolina y me hace falta. Trato de pensar y hacer cositas creativas que me vayan despertando, que me ilusionen, y es posible que cuando pueda retomar mi vida en la medida que sea, alguna de estas ideas cobre vida y me ayude con mi nuevo camino.

Cada día trato de tener rutinas y cambio de hábitos que me templen y me muestren un equilibrio, un eje, para no caer en la depresión, la desidia, la tristeza del caos, la procrastinación… Es muy importante para la mente tener una vida organizada lo máximo que ahora es posible, desde hacer la cama y adecentar la casa cada mañana, hasta mis rutinas de paseos, fisioterapia, ejercicios , nutrición … mi vida se ha desequilibrado completamente, he pasado de 1000 a 0 en un segundo, y eso es tremendo. Buscar estabilidad en pequeñas rutinas me da paz, y me hace sentir responsable y útil.

Reflexión, también muy importante. La autocrítica, pensar y analizar, sopesar, valorar, medir, sentir con consciencia… Trato de hacer que todo lo que estoy viviendo tenga presencia, de ser consciente y buscar puntos de mejora, de fortaleza, de conocimiento y aprendizaje.

Mi casa , que siempre ha sido importante para mi. Cuido mucho mi nido, mi espacio, mi hogar. Es mi eje físico más importante, mi ancla, y por eso siempre trato su estética y confort, y trabajo para que sea bonita. Ahora no puedo hacer muchas cosas, no tengo fuerzas ni recursos, pues me habría encantado pintar el jardín, decorarlo, crear un rincón para disfrutarlo, reformarlo… no he podido. Pero con lo que tengo intento que sea agradable, y cada mañana me tomo el café al sol entre plantas y pajaritos.

Aprendizaje, no tengo retención de lectura, concentración, no puedo. Supongo que las medicinas y mi proceso me han anulado temporalmente las neuronas (tomo Pregabalina, o Lyrica, en alta dosis, y es terrible). No obstante intento cada día dedicar un ratito a aprender cosas que puedan ayudarme en mi nueva realidad y mi futuro, cuando pueda recolocarme profesionalmente en algo.

Seguramente tengo más armas en mi arsenal para librar esta batalla, pero quizá estas son las que más valoro.

No obstante, hay dos que son las más poderosas y quizá son los mejores escudos, más que armas en si mismas: mis valores y mis principios.

Uno de los aprendizajes más duros de todo lo que estoy viviendo es precisamente aprender a manejarlos y a templarlos. Posiblemente estaban algo desbordados o demasiado potenciados de cara a los demás, a muchos pesos ajenos que he ido cargando en mi espalda. Mi carácter cuidador, detallista, romántico, empático… al final ha ido acumulando muchísimo peso en mi espalda, y se me ha roto ya dos veces. Es un recurso muy bello ser así, siempre y cuando sepa equilibrarlo, y manejarlo. Todo pasa por algo, quizá la vida tenía como objetivo enseñarme esto, no lo se. He pagado un precio muy alto de ser así, pero he de aprender a aprovecharlo.

Vuelvo a las barricadas un rato más, tratando de utilizar estas, y nuevas armas…

Venceré!

Debo encontrar el click…

Debo encontrar el click…

Hoy una preciosa vecina me ha traído flores.

Mi momento de convalecencia ya no es un “momento”. Llevo ya un año muy difícil, de confinamiento, de dolor, y de lo que supone la carga emocional (y física) de haber tenido que detener toda mi vida. Esta vez mi ánimo se resiente, me duele el alma, cuesta el día a día.

Hoy he pensado en precisamente eso, el confinamiento, y he navegado por mis redes sociales para recordar y acercar mi ánimo durante el momento Covid, que paradójicamente, para mi, era un ánimo bonito en un momento también duro de crisis. Por supuesto entonces me encontraba bien de salud y no tenía dolor, ni estaba medicada como ahora, ni atrofiada, todo era mucho más bonito. No había comenzado aún mi pesadilla de estos 5 años, o si, pero aún no con toda la magnitud a la que me enfrentaba (mi primera operación fue en el 2019…).

No obstante, rememorar mi iniciativa con la #cestadetrueque y mi energía de aquella vivencia me recuerda un enfoque que ahora me cuesta, pero que necesito. Un enfoque bonito de esperanza en mi misma y en el ser humano en general, de autoestima, de empatía, de fraternidad, de consuelo, de valores, de principios, de lucha positiva…Si clicáis en #cestadetrueque rememoraremos lo bello que fue. Un pequeño gran momento de amor que lideré, pero que creamos entre todos…

Ahora necesito encontrar una nueva cesta, cuyo esfuerzo pueda asumir, que me empuje, que me motive, a pesar de que ahora no puedo tener el ritmo que tuve entonces, no puedo hacer mucho (de hecho no puedo hacer casi nada) , pero a ratitos (cuando la medicación, la energía y el dolor me lo permiten) puedo crear, pensar, puedo planear el futuro, puedo sentir, puedo luchar y puedo soñar… Necesito volver a encontrar la #cestadetrueque de este momento, la que me active, y levantarme de nuevo cuando la salud me lo permita… Necesito dejar de sentirme apaleada en todos los sentidos.

¿Me ayudáis a levantarme en mi resiliencia?

https://www.facebook.com/hashtag/cestadetrueque

*Por cierto, hoy 30 de abril 2025 el tribunal médico me ha notificado que determinan que debo seguir de baja, que no estoy bien y no puedo reincorporarme…

¿Me empiezo a desbloquear?

¿Me empiezo a desbloquear?

Siempre he sido una gran lectora, y también me gusta escribir. Llevo más de un año en que ni casi lo uno, ni casi lo otro.

Imagino que este bloqueo es una mezcla de espesura, de agotamiento, de dolor paralizante y de desmotivación también. Se está haciendo muy duro, acabo de cumplir un año de baja de esta situación terrible tras mi segunda operación, pero en realidad, llevo sufriendo 5 años y estoy realmente exhausta.

Bueno, pues ayer hice un intento, comencé a leer un libro.

Imagino que os parecerá al tan chiquitito y carente de sustancia e importancia, pero os aseguro que para mi, es una enorme hazaña. Por el momento, he conseguido sonreírle a mi bloqueo lector y he podido leer casi 100 páginas de una novelita sencilla y cómoda sin tener que volver atrás cada dos páginas para recordar lo ya leído, sin que la cabeza se me vaya a otros mil pensamientos o a ninguno en absoluto mientras mis ojos leen, y he logrado meterme en la historia que narra el libro. Si, para mi es una grandiosa hazaña.

Tenemos que tener en cuenta que actualmente sigo un tratamiento de Pregabalina (Lyrica) que anula el sistema nervioso central y neuronal, otro de cortisona que anula casi todo y que me provoca alteraciones de muchas índoles, un antiinflamatorio bastante potente, protector de estómago que duerme incluso las mariposas de la tripa, y si me dan picos de dolor, morfina… por lo tanto, poder leer un libro es maravilloso, y me siento orgullosa y radiante.

Además, por unos pequeños ratitos al día (pues no consigo mantener la concentración mucho tiempo seguido) consigo evadirme del dolor, el malestar, la pesadez de alma…

Intento crear momentos bonitos constantemente, y mi ritual de lectura no es ta sólo sofá y libro, sino sofá, velas de fragancias bonitas, algún pedacito de chocolate, café, flores en la mesa, luz tenue, y mucha consciencia y presencia. Cuando todo está preparado, me pongo las gafas de leer, y me siento poderosa.

Si,he podido empezar un libro, tan simple y tan complejo…

Recaída…

Recaída…

Hace tiempo que no hablamos… la verdad es que no he tenido energías ni para escribir.

Traté de reincorporarme voluntariamente a mi vida, pedí el alta el día 20 de enero y ese mismo día mi empresa me envió a Italia, a Milán, para la apertura de un nuevo hotel. Estuve allí 13 días.

La reincorporación fue mucho más física de lo esperado, y sufrí una fatal recaída.

La semana de regreso, la del 3 de marzo, volví a la baja, al dolor, a la medicación, y a retomar casi desde el inicio todo el trabajo hecho durante dos meses con el fisio, y con el tratamiento.

Han sido unas semanas muy muy duras, casi más duras que los meses anteriores. Con el ánimo muy desparramado, pero semanas de lucha. Soy más fuerte de lo que me parezco.

No sé cuánto tiempo me queda de batalla, pero si se que lucho y lucharé con todas mis ganas para retomar mi vida, mi trabajo, mi creatividad, y muchas cosas que han estado pausadas todos estos meses.

Solamente un empujón más, y aunque a veces parece que no tengo fuerzas para levantarme de la cama, lo hago, me levanto cada día, e incluso intento dar pequeños paseos por la naturaleza de alrededor de mi casa, paseos muy cortos, pero que me llenan los pulmones de paz y de perspectiva.

Esto, también pasará.

Vuelvo por la puerta grande…

Vuelvo por la puerta grande…

Tal como contaba en mi último artículo, vuelvo a mi vida y a mi trabajo, para tomarme las nuevas medidas de mi nuevo traje.

He de medir el ancho de mi capacidad, el largo de mi resistencia, el dobladillo de mi dolor, la costura de mi motivación, los colores de mi nueva realidad y muchas cosas más. ¡Qué nervios!

Estos últimos dos meses he tenido un ayudante, un Pepito Grillo brillante que me ha sostenido y me ha dado la fuerza para seguir adelante. Alberto es una de las personas más extraordinarias que he conocido, dice siempre justo lo que tiene que decir, en el tono e idioma de las emociones de una, habla con mi corazón, me empuja pero con delicadeza, y sus manos me transportan a un mundo de seguridad, bienestar y sin dolor. Alberto es mucho más que un fisioterapeuta: es mi lucecita, mi farolito, y se va a quedar en mi para siempre. Gracias ❤️

Cuando aquel día desesperada visité Sa Tribu, en Esporles, me di cuenta de que Biel me abría un ecosistema a un mundo en el que nunca antes me había asomado, pero que ahora formaría parte de mi nueva realidad. Empezando por Alberto, mi Alberto, y continuando con un espacio donde él marcará mi nuevo camino, mis nuevos cuidados y mis nuevas metas.

Y la idea era regresar progresivamente a mi puesto de trabajo, poco a poco, tomando esas medidas, no obstante no ha sido así. Mañana lunes 20 pido el alta voluntaria y mañana mismo viajo a Italia, a Milán, con la apertura de un hotel. Las aperturas son duras y complejas, veremos cómo me va. Voy con la actitud y la ilusión cargaditas, pero también el miedo. Se hace duro tras 9 meses inmovilizada comenzar así, tan de golpe, tan gordo, pero haré lo que pueda sin descuidar en ningún momento la empatía para mi misma, y compensar las carencias de ella en el exterior. ¡Me daré a mi misma doble dosis!

Fuera bromas, no, no es un juego. Mi salud ha pasado por un cuadro muy complicado estos 5 años, con dos operaciones muy graves. Sé que me he de cuidar, lo entienda quién lo entienda, le pese a quién le pese. Y así lo haré.

No obstante, me ilusiona y también volver a la aventura, y ese cosquilleo de curiosidad, de emociones por lo que habrá en esta aventura nueva me alborota las mariposas. Hacía tiempo que no me sentía así.

Gracias vida por seguir contando conmigo. Gracias por enseñarme cosas. Gracias por mostrarme diferentes perspectivas y caras del dolor y el amor.

Espero poder mantener más controladas mis emociones, que es una parte clave de mi bienestar y de no volverme a romper. He de acariciar mis nervios, y susurrarles de por vida, y no dejar que mis nervios se pongan nerviosos. Así de fácil, así de difícil. He de seguir con fisioterapia, y acariciarlos también físicamente. He de ir adaptando mi nueva realidad crónica y vivir más bonito y saludable.

Vamos a ello.

Vuelvo…

Vuelvo…

Tras meses de médicos, medicamentos, consejos, recomendaciones, frustraciones, dudas, desconciertos… y mucho dolor… he decidido volver a mi vida y medir mi nueva realidad.

Vistos tres neurólogos, dos neurocirujanos, tres fisioterapeutas, la conclusión es que cuando comenzó mi pesadilla hace 5 años, se tomaron malas decisiones. Nadie sabe o quiere decirme qué decisiones o qué fue malo, o qué debería haber sido o cómo, pero sea como sea, mi nueva realidad ahora y para siempre es de dolor crónico, ya que no se puede restaurar mi estropicio en mi tramo de vértebras cervical y la zona afectada.

Bueno, si esta es mi nueva realidad, la acepto. No tiene sentido continuar con la baja pues, así que he decidido pedir el alta voluntaria después de fiestas, y así lo he comunicado a mi empresa.

Intentaré medir lo que me hace bien y mal, hasta dónde puedo llegar etc. y trataré de ir adaptando mi vida a una más sana, en general.

La fisioterapia es algo que creo que me acompañará toda la vida, me hace bien, y prefiero un fisio a 150 gramos de morfina o pregabalina… tomarme las cosas menos a pecho, medir y controlar mis emociones, mi estrés, mis descansos etc también debe formar parte de mi nueva realidad.

Además, mi cabecita necesita volver al ruedo. No quiero procastinar, no me hace bien. Aunque me parezca que estar en casa tranquila, con el dolor calmado por falta de movimiento, con el ánimo en paz en mi soledad, no es real ni cierto. No tengo el ánimo tranquilo ni me sienta bien estar aparcada en un rincón, prefiero el dolor físico del movimiento que el del ánimo y los pensamientos, que es mucho más peligroso. La pereza es un mal pecado capital, no te permite cometer los otros 6, y todos sabemos que son la salsa de la vida… jajajaja

Si Dios quiere, vuelvo a mi vida el 20 de enero. Y espero volver bien, que me quieran bien, y, aunque me siento muy rara y no sé explicarlo, espero que mi esencia siga bien y no se haya roto por el camino de esta historia fea…

Yo sé muy bien que la actitud es lo más importante, pero esta vez, la he tenido muy cansada… Han sido 5 años muy duros.

Pero ya está, vuelvo, y tengo ganas, y espero que volver desencadene de nuevo la búsqueda de mi mejor versión, con todo lo aprendido.

Felices fiestas a todos, y gracias por acompañarme.

❤️

No quiero seguir en bucle, quiero fluir…

No quiero seguir en bucle, quiero fluir…

Hoy tengo la cabeza en bucle.

Estoy valorando varias opciones de fisioterapia, rehabilitación, neuropsicología, medicina privada, pública… Todo es confuso.

Cada uno me cuenta una película distinta y es agotador.

Medicinas si, pregabalina no; fisioterapia si, pero cuidado que puede dañarme más; ir por privada es tan sólo negocio, pero la pública está saturada; mejor reposa, pero haz actividad física; camina, pero no salgas de casa; masajes, pero que no te toquen; duros efectos del dolor, pero los efectos de los calmantes hacen daño; incorpórate a tu vida, pero sigue de baja… No sé cómo llevar el peso de tanto oxímoron.

Yo sólo quiero estar bien, fluir y recuperar mi vida… 

Sigue el dolor

Sigue el dolor

Hoy me levanto y el silencio de la habitación parece retumbar más que de costumbre, como si el mundo supiera que he decidido quitarme la venda. Me bajo de la cama con los calcetines arrugados y con el temor de quien sabe lo que va a encontrar, y ahí está, el viejo dolor, como un amigo que no fue invitado pero insiste en quedarse. Duele la espalda, las cervicales… el lado derecho de mi cuerpo se convierte en un mar de punzadas, un hormigueo lento y continuo que me hace cerrar los ojos y contener el aliento.

Lo había adormecido durante un tiempo, tapado como quien coloca una manta sobre una ventana rota para no sentir el frío. Además me he acostumbrado a sentirlo. Pero yo ya no quiero el calor falso de la medicación, no quiero acallar al monstruo, quiero que se marche de una vez, quiero que me arreglen, que me devuelvan un cuerpo que funcione sin tantos parches, que me dañan de muchas otras maneras.

Mientras me preparo para enfrentar otro día en esta especie de limbo, recuerdo las veces que me he prometido que nunca dejaría que el dolor me definiera. Y aquí estoy, batallando en la oscuridad, con la piel sensible al más leve roce, pero también con una voluntad de hierro. No pienso dejar que me gane, aunque confieso que a veces siento miedo, y estoy agotada. El camino es incierto, y las opciones médicas se desvanecen y reaparecen como lucecitas lejanas que no puedo alcanzar. Hay días en los que el mundo se vuelve borroso, y cada movimiento parece un esfuerzo hercúleo, un recordatorio de mi fragilidad, de esa vulnerabilidad que no se cura con una pastilla.

Sigo de baja en el trabajo, y siento el peso de lo que se acumula en mi ausencia, e incluso una punzada de culpa por mis compañeros y responsabilidades. Pero en mi mente no hay descanso, y la vida sigue girando, implacable, esperando que yo tome una decisión, que me decida entre más tratamientos, más exploraciones, fisioterapias, neuropsicologías, más citas con médicos que tienen respuestas técnicas, pero no soluciones reales, pues sigue el dolor. Algo no va bien. Tampoco comprenden la parte humana, ni la contemplan, y no me ayudan a sobre llevar cinco años de dolor. Es duro.

Es una encrucijada donde todo es dolor y resiliencia. Donde a cada paso le pregunto al universo cuánto más puedo soportar, y sin embargo sigo. Porque, aunque duela, no voy a renunciar a buscar la forma de liberarme de esta sombra. Porque soy una guerrera. Porque merezco más que un adormecimiento. Merezco despertar, sin el peso de esta carga en cada rincón de mi cuerpo, y de mis emociones cansadas y maltrechas.

Si he de caer, será peleando.

Cambio de vida

Cambio de vida

Tengo que hacer un cambio de vida, y tengo que hacerlo ya.

No sé por dónde empezar, pero se supone que soy Project Manager, así que me trataré a mi misma como a un proyecto y empezaré por capas a trazar un plan, o como decía Mark Gungor en The Nothing Box, por cajas, como los hombres.

Caja de la salud:

Esta es la principal, claro, y la que motiva y provoca este artículo y esta reflexión, y la razón de mi cambio de vida.

1/ He activado protocolos de neurocirugía de seguridad social, además de continuar con la segunda opinión y el plan de pago sobre la mesa. Quiero poder conocer opciones, y decidir cómo proceder, pues mi pronóstico de vida no es bueno.

2/ Esta semana voy a investigar opciones de fisioterapia alternas

3/ Debo (esta es la parte más difícil para mí) hacer un cambio de hábitos saludables. Comenzar a caminar, ejercicio, vivir sano, y cuidar cuerpo y mente. El ejercicio se me hace un mundo.

4/ Ya estoy dejando la Pregabalina y cualquier medicamento agresivo. Se me ha despertado el dolor.

Caja de trabajo:

1/ Quiero conservar mi trabajo. Es mi vida. Estoy preocupada porque quiero seguir perteneciendo a esa vida y confío en poder volver y poder seguir asumiéndola.

2/ Presento mis informes y estoy en constante contacto.

3/ A medida que el agotamiento, dolor y cese de medicinas me lo permitan, quiero retomar horas al día para continuar preparando mi regreso a la empresa

4/ Quiero ser capaz de ayudar a mi padre con la fundación que hemos montado, y aportar más. Retomar funciones y empujar con él.

Caja del amor:

1/ Estos meses he pensado mucho, mucho, en todo. Mi estado natural óptimo es compartir mi vida en pareja, y es un objetivo. Me gusta estar sola, sé estar sola, pero me encantaría encontrar un modo de vida compartido pleno y feliz que mejore este estado.

2/ Quiero despertar mi ocio a medida que esté bien y conocer a personas interesantes, afines a mí y a mi vida, y tener la posibilidad de encontrar una gran historia de amor. Por supuesto soy consciente de que la estadística no está a mi favor, por edad, tipo de vida, momento social, actitudes y coherencias, principios y valores propios y ajenos, e incluso momento físico… pero quiero encontrar una gran historia de amor, bonita, limpia, sana y natural. Aún tengo tiempo a emprender un proyecto de vida con alguien, y lo voy a luchar.

Caja de entorno:

1/ Quiero cuidar mejor q mi entorno, amigos, familia, conocidos, vecinos… quiero retomarme a mi misma en ese sentido, pero con filtros. Quiero ser yo, quiero seguir dando amor y cuidando, pero controlado, sin descargarme, primero debo aprender a cuidarme a mi antes que a los demás, para poder dar de forma sana.

Caja creativa:

1/ Soy tremendamente creativa, y quiero retomar esos momentos de ocio creativo y hacer cosas bonitas. Crear me sienta bien, en casa, en mi vida, en mi ocio, en mi entorno. Pintar, escribir, hacer más bonito mi hogar, mis hobbies, producir cosas preciosas que calman mi hambre de belleza.

Caja de economía:

1/ He de potenciar maneras de ganar dinero, y de ahorro. Quiero tener una vida holgada porque si, el dinero da la felicidad al utilizarlo con coherencia para ello, da paz, da tranquilidad, da estabilidad, y provoca que se puedan asumir de la mejor manera todos los puntos anteriores y la autorrealización. Mi futuro es solitario, no tengo hermanos ni mucha familia, por lo que el dinero asumirá y me ayudará a tener un futuro con mayor calidad de vida y cubrir confort y necesidades que la faciliten, y que hagan que mi pronóstico de salud sea lo mejor posible.

Caja física:

1/ No estoy en mi mejor momento físico, por mi estado de salud y lo que conlleva (medicaciones, inactividad, etc.) y por edad y pre-menopausia.

2/ He de comenzar tratamientos de belleza y estética diversos, acompañando los de salud. Cuerpo, cabello, uñas, kilos, hormonas, etc deben empezar a recibir ayuda externa para poner todo a raya y en equilibrio y cuidar mi mejor versión acorde con mi momento y edad. Para mí es muy importante, para mi autoestima, puesto que eso ahora mismo baja mi moral y amor propio. Las medicinas agresivas de estos cinco años de operaciones me han destrozado el cuerpo, y he de mimarlo.

Tengo mucho trabajo por delante, pero pasito a pasito, trazo mi plan. No quiero estresarme y no puedo hacer todo de golpe, pero me doy 5 años para definirlo todo, desde todos los ámbitos, desde todas las perspectivas. Creo honestamente que tengo una buena base, unos buenos cimientos como persona, claridad en objetivos, así que esa debe ser mi vitamina y motivación, poco a poco.

Segunda opinión médica

Segunda opinión médica

Hace ya 6 meses que me operaron, y cinco años que empezó esta pesadilla. Hoy se me ha abierto una ventana, y al menos puedo respirar y ver un poco de luz…

Como he ido reflejando en mis escritos en este lienzo o diario donde vomito con palabras casi ordenadas mis cosas, algo no va bien. La deshumanización del equipo médico que me ha tratado en ambas ocasiones ha ido en completo deterioro, y me he visto desamparada. Mi cuadro de dolor, pero también de frustración, me han llevado a decidir buscar una segunda opinión y me he apoyado en buenos amigos para dar con el nuevo equipo médico que pudiera, sobre todo, aportar claridad de una vez por todas. Se trata del Dr. Pedro Llinás y su clínica especializada en columna: IMAR

Aún no sé si estoy viviendo un escenario de negligencia médica por parte del Grupo Olabe y el grupo Quirón, o simplemente es una fusión de mala suerte y genética, pues nunca sabes quién tiene razón en temas que ignoras y todo son saltos de fe, pero desde luego cobra más sentido toda la información de mis nuevos médicos. Es como si de repente, se hubiera montado el puzzle.

Hace 5 años que me rompí por primera vez, y comenzó mi odisea. Todo apunta a que en aquel momento podrían haber curado las vértebras afectadas pero también protegido las colindantes con una placa de titanio que las abrazara y las resguardara, pero no se optó por eso sino que se puso un cajetín de titanio entre vértebras. Cinco años después, me he vuelto a romper en un efecto dominó, en las vértebras colindantes, y se me ha formado una artrosis crónica, entre otras cosas. Desconozco si esto se podría haber previsto, y eso voy a tratar de averiguar, pero el problema de mi columna ya era perfectamente visible y creo que si, que se podría haber pensado en el futuro que, desafortunadamente, ha ocurrido. Mi presente es duro, pero mucho más duro es pensar que ya no tiene solución lo que se podría haber evitado y que la vida me depara sufrimiento, dolor y mala calidad en deterioro, hasta el fin de mis días.

Sobre la posibilidad de negligencia y mala praxis, es algo que también debo reflexionar, y asesorarme. Estoy en ello.

Ahora veré qué opciones tengo sobre la mesa, y cómo decido y avanzo, porque de estas decisiones dependerán mi mejoría, mi calidad de vida, y mi gestión del dolor.

Lo voy a encarar con valentía y fuerza, y soy consciente de que he de trabajar en un cambio de hábitos y forma de vivir para luchar por que mi deterioro inminente se retrase lo más posible, y sea llevadero, o incluso nunca se manifieste el peor escenario si lucho con constancia, esfuerzo, actitud y cabeza. No puedo ignorar mi realidad pero sí puedo mejorarla, combatirla, depende de mi. Mi actitud es fuerte y buena, así que se ha acabado el lamento y ahora me toca confrontar y reaccionar. Esto incluye mucho trabajo, alimentación, peso, fisioterapia, neuropsicología, ejercicio, horarios, gestión de estrés… pero soy una guerrera, y haré lo necesario.

Este es el informe de mi situación:

Informe Dr. Llinás

Este informe médico resume el historial y el estado actual de la columna cervical de Marta Bonet Barceló. Te explico cada sección en términos sencillos:

1. Antecedentes:

• Artrodesis cervical C5-6 en 2019: Marta tuvo una cirugía en 2019 para fusionar las vértebras C5 y C6, lo cual es común para estabilizar la columna y reducir el dolor. Se le implantó prótesis de Titanio.

• Foraminotomía C6-7 en 2024: En abril 2024, le hicieron otra cirugía en las vértebras C6 y C7 para aliviar presión en el nervio que causaba dolor en el lado derecho del cuerpo con énfasis en brazo derecho.

2. Situación actual:

• A pesar de las cirugías, Marta sigue teniendo dolor en el cuello y en la parte derecha, lo cual indica que el dolor es de tipo neuropático (relacionado con los nervios).

3. Resultados de las pruebas recientes:

• Resonancia magnética (RMN): Revela una estrechez en el canal de las vértebras C4 a C7, pero sin afectar la médula espinal, de momento. También hay un pequeño “artefacto” de Titanio (relacionado con la intervención quirúrgica previa) en la zona C5-6.

• TAC: La columna cervical está completamente recta, lo cual es anormal ya que la columna debe tener una curva natural. Además, se observa desgaste avanzado en las articulaciones entre las vértebras C4-5 y C6-7.

4. Diagnóstico:

• Se concluye que Marta tiene espondilosis cervical (desgaste de la columna) con disc artrosis severa (desgaste de los discos entre las vértebras) en varios niveles.

  1. Recomendaciones:
    • Se indica que Marta siga un protocolo de rehabilitación y realice una profunda valoración psicológica, lo cual podrá ayudarle a manejar el dolor crónico y su nueva realidad. Tratamiento de fisioterapia y neuro psicología , de 6-12 meses.

En resumen, el informe indica que, a pesar de las intervenciones previas, Marta sigue teniendo dolor en la columna cervical, y el desgaste de las vértebras ha avanzado. También cansancio agudo. Le proponen rehabilitación y apoyo psicológico para mejorar su nueva realidad y calidad de vida, teniendo en cuenta el cuadro de dolor crónico. Ser debe complementar con una re-educación de higiene postural y nuevos hábitos de vida. De momento no se recomienda nueva intervención, hasta ver resultados de rehabilitación.

La incorporación laboral debe ser progresiva, requiriendo Marta un tiempo aún para reducir medicación (Pregabalina) hasta hacerla desaparecer, mientras la rehabilitación la fortalece y en el caso de que lo permita la mejoría.

A medida que se vaya incorporando a su ritmo de vida habitual y laboral con viajes y transportes en los próximos meses, recomiendo encarecidamente utilizar collarín en los desplazamientos y momentos de cansancio y sobre esfuerzo.

La incorporación al trabajo y a la vida cotidiana activa no debe ser inmediata, sino cuando de forma natural, al menos los dos primeros meses de rehabilitación, permitan ir ampliando esfuerzos, recuperando sueño de calidad, eliminando medicación agresiva y reforzando posturas y protección muscular que palie el dolor.

#MisNotitas

#MisNotitas

Hoy me visto de gala con la elegancia de un atuendo hecho con tela de deseos, cachemir de sueños y paño de días imperfectos; porque son esos días los que activan la sangre, los que te regala la vida en un enjambre de adrenalina. Como complementos, un sombrero que esconde las tinieblas y un pañuelo de anhelos que es suave al tacto y regio de impacto, y cuando lo ves, tiemblas. También llevo zapatos de los que dejan huella al paso, huella de decisión y trazo de emoción por allá donde camino y observo el destino. Y es que hoy voy a recorrer un sendero de baldosas amarillas y me maquillaré de sonrisa con esmero, porque tengo prisa y se que me dirijo al resto de mi vida y de mi lucero. Y hoy es un día cualquiera, no penséis que ocurre algo extraordinario, no, simplemente, sea el día que sea, quiero andar con entusiasmo y escribir mi diario para que cuando envejezca, sepa que viví una vida plena, en la que cada día vestía sueños y fantasías que cumplía en cada paso, desde el amanecer al ocaso, y con el alma llena.

47 otoños

47 otoños

Mañana cumplo 47 años, y dentro de mi reflexión, me doy cuenta que sólo quiero que suenen a tranquilidad. Tan simple y tan complejo; la calma, el sosiego, la paz, la armonía… Ha sido un año duro, de hecho, han sido cinco años duros entre salud, 3 operaciones, pandemia, cambios, nuevas perspectivas laborales y cerrar mi empresa de 20 años, amores fallidos que han dolido, se fueron mis gatitos con 17 años a mi lado, robo en casa, fallecimientos de familiares y varios amigos… pero llenos de vivencias y reflexiones que simplemente me llevan a valorar la serenidad, que es la verdadera esencia del bienestar. Llenos también de cosas positivas, claro, las que intento ver más sólidas siempre que las cosas feas. Si hago balance de mi vida hasta ahora, ha estado constantemente llena de emociones, de experiencias, de límites, aventuras, de decisiones, de inicios, de equivocaciones, de aciertos, de eso: ¡de vida! ¡No he parado, ha sido desenfrenado, expuesto, público , apasionado y ahora estoy agotada y quiero dejarme llevar con paz y mecerme un poco en la inercia. Con el avance de los años me doy cuenta de que la armonía reside en estar cubierta y en calma desde todas las aristas de mi persona; desde la salud, imprescindible, y ahora mucho más valorada que antes; desde la economía, obligatoria en una era social donde el dinero si se ha convertido casi en la felicidad, digamos lo que digamos los románticos; y para mi, sobre todo y ante todo, desde el constante anhelo del amor, ¡ah el amor!, pero el de verdad, el que te da una vuelta de campana y te revuelve hasta las entrañas, porque “lo más grande que te puede suceder es que ames y seas correspondido”; desde la belleza, pues tener la capacidad de intentar (con humildad lo digo) hacer bonito todo lo que toco es también armonía y motivación , y yo quiero cosas bonitas alrededor siempre; desde la empatía, porque tratar de comprender y cuidar al prójimo antes incluso que a uno mismo a mi me da paz, dar amor me da paz; desde el aprendizaje constante en aciertos y errores y la capacidad de auto crítica que enseña y sana con la sabiduría y valentía de mirarse uno mismo de verdad en el espejo; desde la falta de frío o calor que produce también sensación de felicidad con la suerte de tener un buen hogar y entorno que lo proporcionan, y mis personas alrededor que lo facilitan con un abrazo literal y figurado, en tantos formatos; desde, en definitiva, mis principios y valores que son míos, inalterables, intocables, inamovibles, para bien o para mal, los mejores que puedo tener, que me sostienen, y que evolucionan, pero desde los mismos cimientos. Paz, tan simple y tan complejo, tan importante y tan necesario, sin aspavientos, sin hazañas, sin grandes movimientos, sin más ensayos, simplemente ser, y hacerlo con respeto por mi misma, y por ti. ¡Gracias por estar aquí!

#MisNotitas

#MisNotitas

Ya suena el otoño, ocre, armónico. Es un eco de susurros que atraviesan el aire, mientras el viento arrastra consigo memorias antiguas de estaciones pasadas. El bosque se mece con leves gemidos en una sinfonía de hojas secas y ramas crujientes, el suelo se convierte en un pentagrama donde cada paso es una nota única. Las hojas danzan en espirales, a merced del aire, similares a pensamientos errantes que, sin rumbo fijo, buscan algún rincón donde reposar. Se oyen murmuros de secretos al viento y los atardeceres tienen prisa. El sol, extenuado, se despide con destellos fugaces, pintando el cielo con una paleta efímera, donde cada color refleja una emoción que se desvanece lentamente, vistiendo las noches de estrellas más brillantes, y las lunas más importantes.

La naturaleza se convierte en una paleta de colores cálidos, como si las manos de un artista invisible aplicaran pinceladas delicadas, dejando rastros de calidez en medio del frío que se avecina. Desde el rojo intenso de las hojas, hasta el dorado de las espigas, la tierra se viste de gala, en una ceremonia íntima donde todo perece parece volverse eterno, al menos por un instante. Huele distinto, huele a musgo y tierra húmeda, a manzanas caramelizadas, como si el aire mismo se hubiera transformado en un postre otoñal, a castañas y a leña. Es un aroma que no solo llena los pulmones, sino que acaricia el alma, un recordatorio de tiempos cálidos que se desvanecen entre brisas frescas. Se perciben texturas diferentes, como la rugosidad de la corteza de un árbol o de las hojas secas. Todo es más intenso.

Las cristaleras se estremecen y crujen. Son los murmullos de un hogar que también siente el cambio, como si la madera, que alguna vez fue árbol, recordara el lamento de las ramas bajo el viento de otoño . La piel se eriza con la brisa fresca que lleva consigo retazos de recuerdos olvidados, y los labios saborean la primera taza de chocolate caliente, dulce, tibia, como si con cada sorbo se intentara atrapar el verano, que ya no está. Los ojos se pierden en los atardeceres de tonos ocres y rojizos, donde el cielo parece una pintura que se va desvaneciendo con cada parpadeo, y la mirada, sin querer, se convierte en parte del paisaje, otra hoja más que cae tras las pestañas.

Mientras los dedos acarician las páginas de un buen libro, el sonido del papel se fusiona con el crujir de las hojas en el bosque, componiendo una melodía sutil que sólo quienes escuchan con el alma y la calma, pueden percibir.  Es una sinfonía, en realidad. La ropa comienza a pesar y los pies descalzos pierden el sentido, ya no buscan la frescura del suelo, sino el calor que les falta, mientras las capas de tela abrazan el cuerpo con una ternura necesaria y cálida. Los hombros se cubren y se destiñen las pieles y algunas sonrisas. El otoño colorea también los rostros, no solo los paisajes, y en las sombras que proyecta la luz crepuscular, las emociones se vuelven más profundas, más intensas, más sentidas, y el romanticismo se vuelve a apoderar de una, en todo su esplendor y ensoñación.

Sin embargo, es sensual, como un susurro íntimo que se desliza entre las ramas y en los corazones de quienes lo escuchan. La luz del otoño magnifica las facciones y resalta pómulos, labios y pestañas, haciendo que los rostros parezcan esculpidos por un artista caprichoso, que juega con las sombras y las luces como si fueran sus herramientas.

Los amantes entrelazan los calcetines y los abrazos, se acurrucan en el calor compartido, en la cercanía que el frío parece exigir, como si el cuerpo pidiera compensar la pérdida del calor solar con el calor humano. Se recogen en los refugios y en la intimidad, donde las palabras susurradas adquieren otro significado, y los silencios se llenan de complicidad, los rojos intensos favorecen los atardeceres y las copas de vino son más burdeos, y en el fondo del cristal parece encontrarse el sabor del otoño, donde cada sorbo es una caricia al alma.

Las calabazas asoman en los rincones  y los fuegos preparan sus melodías, chispas que bailan en el aire, y crepitan, componiendo una sinfonía efímera que calienta tanto el hogar, como el cuerpo y el espíritu. Los fogones traman nuevas recetas con ingredientes más pesados, más aromáticos, y se combinan salados con notas dulces de frutos y confituras, y la intensidad de la caza. Los delantales con encajes vuelven a vestir las tardes, y los cuerpos.

Es bello, es romántico, es intenso, un suspiro de la naturaleza que, aunque apaga la luz lentamente, lo hace con una elegancia y una pasión que solo el otoño puede ofrecer, y modifica los colores, los olores, los sabores y convierte los días en susurros…

#MisNotitas

#MisNotitas

En un mundo de sombras, donde el frío se asienta,
el romanticismo, cual estrella, se ausenta.
Los corazones laten, pero en un eco distante,
buscando en la niebla un amor que sea constante.

Hoy, la prisa nos abraza, nos envuelve en su danza,
y en la inmediatez, se pierde la esperanza.
Los valores se desvanecen, como hojas perennes,
y el alma, en su búsqueda, se siente endeble.

No debería ser así, el frío me envuelve,
en un mundo baladí, donde el alma se disuelve.
El hastío me abraza, como sombra en la bruma,
buscando en la penumbra, una luz que se una.

Y yo alzo la voz, como canto sincero,
defendiendo en el romanticismo, un refugio certero.
Es paz en el abrazo, es felicidad pura,
es el brillo en los ojos, la ternura que dura.

En tiempos de frialdad, donde el amor se disfraza,
quiero recordar que el cariño no es sólo una farsa.
Es el roce de manos, el susurro en la brisa,
es el arte de amar, en cada sonrisa.

El amor propio florece en el jardín del alma,
y en la lucha por sentir, encontramos la calma.
Es un viaje profundo, un retorno a lo bello,
donde cada latido se siente como un destello.

Así que, en esta era de frías conexiones,
defendamos el romanticismo con nuestras pasiones.
Que el amor sea un faro, que ilumine el sendero,
y que en cada corazón, renazca el ser verdadero.

Por un mundo más cálido, donde el amor sea el sol, donde el romanticismo brille, y nunca se apague el fervor. Luchemos con calor, con la fuerza del viento, por un mañana lleno de amor, y también de sentimiento.