Dime a qué huele el viento, porque pasa rápido, ya no lo siento. Si me cuentas cómo fue, fugaz, despierto, blindado y con un aroma acentuado por el secreto que solo compartimos los dos en el mismo lado. Te echo de menos. Me duele el espejo, y me lloran las entrañas porque te añoro, sin complejos, sin marañas de decoro y sin prejuicios vacíos de duendes traviesos y pedacitos de queso. Vuelve, ven y dame más besos, ven y regálame palabras y gestos traviesos. Duerme, duerme en mis pensamientos y enciende esos lamentos que desaparecen en tu regazo, y en tu abrazo. Si no vienes, no me tienes, si no traes una cesta llena de besos y caricias no te daré mi esencia, ni mis momentos ni mis deseos, y acabará la fiesta y la paciencia. Vuelve a volar, regresa, vuelve a cantar y déjame ilesa porque solo cruzando el mar me tienes, y ahora duele pensar que solo fue un instante, flamante, pero poco constante, veloz, como una voz tiesa que dejó eco, una risa que dejó poso, una sensación de flecos en reposo y cabos sueltos y recuerdos que sonrojan la tez y que acongojan una vez como en los cuentos. ¿Volveremos a vernos? Así lo espero, así lo deseo, y si no ocurre, seguiré mi reguero que nunca aburre, que es eterno, que transcurre fresco e ilusionado, y coloreado… #MisNotitas