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Reposa una prosa en el quicio de la puerta, poco a poco despierta, es quizá el indicio de una gaviota tuerta que pasaba por allí, de una mariposa muerta que no vió el sol salir. Descansa una oda y descalza se acomoda en el marco de una ventana, sin ganas, con alma gitana, como el canto de una nana. Las horas pasan y no pasa nada, las dudas gritan y se enfrentan al alma que suscita las palabras, y nada acontece, solo se adormecen las alas que se mecen cansadas. Y no pasa nada. Y quieres que pase, que te lea, que te vea, que conozca tu entraña y que tus palabras, las que enmarañan, abrasen, pero no pasa nada, tan sólo reposa el verso en el beso que no se ha dado, aquel que se ha soñado, tan sólo se mecen las palabras y se adormecen y esperan que las abras…